El teletrabajo se transformó en una herramienta vital para las corporaciones a la hora de mantener la operatividad y productividad a la distancia y así reducir el riesgo de contagio de los trabajadores con Covid-19. No obstante, esta solución significó también una oportunidad de crecimiento para el fraude corporativo y los ciberdelitos.
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Y es que, al hablar sobre trabajo remoto, es necesario resaltar también las consecuencias negativas que trajo la urgente adopción de esta política empresarial debido a la crisis sanitaria.
Según el Estudio de Riesgo y Fraude de Kroll 2019-2020, las presiones económicas que se están generando a raíz de la pandemia del Covid-19 aumentan las posibilidades de fraude o corrupción en Latinoamérica. A esto hay que agregar que el 41% de los programas de gestión del riesgo de fraude en las empresas son regulares o malos.
En el caso de la Argentina, el sector financiero, de salud, e-commerce, áreas de infraestructura y construcción y las empresas que realizan su trabajo con equipos en campo que están lejos de las oficinas principales están entre los mayores blancos de intentos de fraude y ciberataques.
El fraude corporativo, que hoy es noticia en medios nacionales e internacionales, consiste en la manipulación de los estados financieros de las organizaciones, con el fin de esconder, tergiversar o falsificar información financiera que altera finalmente la operatividad y rendimiento de las compañías afectadas, derivando en la mayoría de los casos en el hurto de grandes sumas de dinero.
Ante ese panorama es necesario delinear nuevas estrategias corporativas para llevar adelante de manera exitosa la virtualidad y minimizar los riesgos de fraude corporativo. En ese sentido, resaltan acciones clave como:
- Discutir asuntos relacionados con el fraude y la ciberseguridad regularmente en todos los ámbitos de la empresa.
- Solicitar que la gerencia cree capacitaciones y brinde informes en relación con temas como la ciberseguridad para educar a la junta y crear consciencia sobre este aspecto.
- Mantener registros de problemas de ciberseguridad y ataques de fraude dirigidos a la corporación.
- Monitorear las contrataciones realizadas de manera urgente, sobre todo las que se realizaron sin pasar por todos los pasos normales de contratación a raíz de la urgencia.
- Fortalecer el monitoreo de los contratos, especialmente de aquellos que, por circunstancias urgentes, no hayan podido ser revisados de manera correspondiente por los equipos de auditoría y cumplimiento.
- Fomentar el autocontrol y la autogestión, involucrando a los empleados en la prevención del fraude y manteniendo la mitigación de riesgos como un trabajo de equipo que le corresponde a todos.
- Hacer seguimiento a las mejores prácticas de manejo de las crisis implementadas en las distintas áreas de negocio y sectores de la economía.
- Sostener controles alineados con las necesidades gubernamentales con el fin de disminuir confusiones para los empleados.
- Habilitar canales de denuncia y mantener una comunicación abierta con los diferentes grupos de interés.
- Divulgar con frecuencia el código de ética y mecanismo sobre prevención, así como protocolos de investigación, sanciones e implicaciones jurídicas del no cumplimiento de las políticas y procedimientos de la compañía.
Indudablemente, las compañías deben optar por realizar monitoreos adicionales, buscar maneras de generar controles que apliquen a la nueva realidad y aprender a realizar un seguimiento a distancia de manera eficiente.
Desde nuestra experiencia, se requiere que los empleados tengan capacitaciones constantes sobre los nuevos procedimientos y controles, de tal forma que se involucren en la prevención y mitigación de riesgos de fraude corporativo.