Según una reciente investigación, a medida que los mercados mundiales de cocaína se expanden, a los países de África oriental y meridional están llegando cargamentos de drogas suramericanos de mucho mayor tamaño de lo que se creía hasta el momento.
antilavadodedinero / InSightCrime
La Iniciativa Global contra la Delincuencia Organizada Transnacional (GI-TOC) señala que las investigaciones de mercados de drogas en 16 países han constatado considerables niveles de consumo local, así como crecientes flujos de tránsito hacia Europa y Australia.
Los cargamentos viajan sobre todo en contenedores marítimos que salen del puerto de Santos, Brasil, aunque también hay un flujo constante de correos humanos que saca cantidades más pequeñas desde el aeropuerto de Guarulhos, en São Paulo. La mayor parte de estos cargamentos aterriza en estados costeros como Sudáfrica, Mozambique, Kenia y Tanzania, para luego ser llevados a otros continentes, o bien hacia el interio
Como resultado de todo ello, se ha dado un boyante tráfico de drogas cuya verdadera magnitud se desconoce debido a las débiles capacidades de interceptación. Los corredores más famosos del continente se encuentran en África occidental y septentrional, pero, dado que cuentan con mayor capacidad de supervisión —por ejemplo, portaaviones navales franceses que patrullan el Golfo de Guinea— es difícil establecer comparaciones con base solo en los datos de incautaciones.
A continuación, InSight Crime presenta tres datos clave sobre el avance de la cocaína hacia el este y el sur de África.
Flujos a gran escala
Los traficantes de cocaína están enviando grandes cargamentos con regularidad a varios países de la región. Esto ocurre de tres maneras: en contenedores, en embarcaciones marítimas, como barcos pesqueros, y mediante esquemas de narcotráfico desde América Latina.
La investigación identifica varios puertos de recepción principales, como Durban en Sudáfrica, Pemba y Nacala en Mozambique, Dar es Salaam y Zanzíbar en Tanzania, Mombasa en Kenia, y Walvis Bay en Namibia.
Por otro lado, señala el informe, los barcos desembarcan o dejan drogas “a lo largo de las costas este y oeste de Sudáfrica, la costa norte de Mozambique entre Angoche y Pemba, las aguas costeras de Zanzíbar y Madagascar, la costa de Kenia desde Kilifi hasta Lamu y las aguas costeras del área marítima de Somalia-Kenia”.
Los esquemas de microtráfico son los más diversos, tanto en cuanto al método de contrabando como en cuanto al destino. Estas cargas, en general de menos de 5 kilos, pueden viajar por correo, ser transportadas por correos humanos en vuelos comerciales, o en equipajes abandonados que son recogidos por empleados cómplices en los aeropuertos.
Las tasas de interceptación son muy bajas, y los correos humanos viajan fácilmente a través de la región. Las abundantes conexiones permiten que el aeropuerto Bole en Addis Abeba, Etiopía, y el aeropuerto OR Tambo de Sudáfrica, en Johannesburgo, sean los principales puntos de conexión hacia Europa, Oriente Medio y Asia.
Los narcotraficantes nigerianos han dominado durante mucho tiempo los flujos marítimos y aéreos desde que establecieron puestos de envío en São Paulo, Brasil, a fines de la década de 2000. Para 2013, ya organizaban hasta el 30 por ciento de las exportaciones de cocaína por barco o contenedores desde el puerto de Santos, según un informe publicado ese año por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD).
Más recientemente, en diciembre de este año, la policía arrestó a un presunto traficante nigeriano de cocaína en São Paulo. Fue acusado de enviar cinco toneladas de cocaína, en octubre de 2021, desde el puerto de Río de Janeiro a Europa a través de Mozambique. Sin embargo, aparte de este caso, se cree que los actores nigerianos han perdido terreno, según afirma Jason Eligh, autor del informe y experto vinculado al GI-TOC.
“Desempeñan cierto papel, particularmente en cuanto a la distribución de cocaína a nivel regional en África oriental y meridional. Lo que no se sabe es qué tan grande es ese papel hoy, en comparación con hace una década, por ejemplo”, dijo Eligh en comunicación con InSight Crime.
La llegada del PCC, la pandilla brasileña
El ascenso meteórico de otro grupo puede haber sido la causa del desplazamiento de los nigerianos: el Primer Comando de la Capital (Primeiro Comando da Capital – PCC), la pandilla carcelaria más grande de Brasil. Desde mediados de la década de 2010, el PCC, establecido en São Paulo, ha dominado el tráfico de drogas de Brasil a Europa, convirtiendo el puerto de Santos en un centro de comercio mundial de cocaína.
Además, el grupo ha comenzado a enviar volúmenes crecientes de droga a la costa atlántica de África en los últimos años, con el fin de diversificar el tránsito hacia Europa y establecer nuevos mercados en África y Asia. Los vínculos lingüísticos, históricos y de transporte han hecho de Mozambique una ruta importante, especialmente dada su proximidad a Sudáfrica, el principal centro de cocaína de la región.
“El país se ha convertido en un nodo de tránsito regional para los cargamentos de cocaína de la pandilla desde el puerto de Santos tanto al mercado regional, particularmente Sudáfrica, como hacia Europa y otras zonas”, señala el informe.
“Una mezcla de diversos factores, como la presencia de funcionarios locales flexibles, el poco desarrollo infraestructural, conexiones de transporte multimodal con los mercados europeos, un idioma común y el hábito de hacerse el de la vista gorda frente al movimiento de bienes ilícitos como la heroína, llevan a que la pandilla obviamente vea a Mozambique como un punto de tránsito viable para sus flujos de cocaína”, concluye el documento
En 2020, el narcotraficante brasileño Gilberto Aparecido Dos Santos, alias “Fuminho”, que permanecía fugitivo de las autoridades internacionales, fue arrestado junto con dos socios nigerianos en la capital de Mozambique, Maputo, donde, según los informes, estaba organizando negocios de drogas para el PCC. La prensa brasileña señaló entonces que él ya había realizado negocios en varios países vecinos.
Después de eso no ha habido más arrestos de miembros del PCC en la región. Sin embargo, es probable que a futuro el grupo siga dirigiéndose al sur de África. La única pregunta es si enviará pandilleros “bautizados”, como Fuminho, para organizar los envíos, como supuestamente está haciendo en Portugal, o si más bien recurrirá a intermediarios externos.
Un consumo sorprendentemente alto
Una de las principales conclusiones del informe es que los mercados de cocaína de África oriental y meridional están mucho más desarrollados de lo esperado. En toda la región hay amplia disponibilidad tanto de la droga en polvo como del crack, y se calcula que el consumo es sorprendentemente alto en varios países.
Por ejemplo, según una estimación, los 60 millones de habitantes de Sudáfrica podrían consumir hasta 19 toneladas de cocaína al año. Per cápita, esto es comparable a Australia, uno de los principales consumidores de cocaína del mundo, cuyos 25 millones de habitantes consumieron aproximadamente 5,6 toneladas de cocaína entre 2019 y 2020, según el último Informe de Datos de Drogas Ilícitas del país.
Además, la pureza también es relativamente alta. La cifra más reciente de la ONUDD, en 2017, considera que la pureza media de un gramo de cocaína en polvo en Sudáfrica es del 55 por ciento, en comparación con el 60 por ciento en el Reino Unido ese mismo año, el mayor consumidor de cocaína de Europa.
Y los ingresos son abundantes. En diciembre de 2022, un kilo de cocaína en polvo se vendía al por mayor en Sudáfrica por entre US$26.000 y US$29.000, dice Jason Eligh. Esto es un poco menos de lo que vale en algunas zonas de Europa occidental. Del mismo modo, el informe estima que el precio minorista promedio por gramo era de US$38 en Sudáfrica en 2021, lo que, aunque es un precio bajo para Europa, de todas maneras es bastante bueno.
El mercado tampoco se limita a Sudáfrica. Sus vecinos, Eswatini y Lesoto, consumen una cantidad asombrosa per cápita; por su parte, Malawi supuestamente tiene ocho veces más consumidores de cocaína que de heroína. El crack se consume abundantemente en Zambia, y el comercio de cocaína de Kenia es lo suficientemente lucrativo como para causar violentas competencias entre los distribuidores.
“En resumen, la investigación señala que ya no se debe considerar que la región es periférica con respecto al comercio mundial de cocaína”, afirma Jason Eligh. “Es un importante punto de destino para el mercado”.