Cómo el crimen organizado se apodera de las universidades en Nigeria

Las comedias juveniles estadounidenses, plagadas de borracheras, amores adolescentes, excesos de testosterona y bullying, suelen utilizar el escenario de las fraternidades universitarias. Nollywood, la factoría cinematográfica de Nigeria, también ambienta sus películas de acción en estas asociaciones estudiantiles. Pero nada tienen que ver las sociedades norteamericanas Omega Phi Delta o Gamma Sigma Delta con los Black Axe o los Pioneers, nacidos en facultades del gigante africano.

Antilavadodedinero / Elcorreo

Unas y otras surgieron en los campus, pero mientras las primeras son colectivos de estudiantes rubicundos, fornidos y un tanto cursis, las segundas se han convertido en pujantes bandas del crimen organizado. Estas comunidades son conocidas, asimismo, como ‘cultos’, aunque no tienen nada que ver con la fe. El fraude, el robo, el asesinato y la trata humana constituyen sus grandes negocios.

Las entidades nigerianas nacieron a mediados del siglo XX, cien años después de las originales. En su origen, el objetivo era ideológico. Curiosamente, se atribuye la iniciativa a un selecto grupo de intelectuales liderados por el escritor Wole Soyinka, el primer individuo del continente en conseguir el Premio Nobel y una de las voces recurrentes a la hora de analizar la política local. Cuando el país era aún una colonia británica, el futuro escritor y sus colegas crearon la Hermandad de los Piratas, germen de otras organizaciones como los Bucaneros y la Supreme Eiye Confraternity, todavía vigentes.

La primera era un reducto de estudiantes comprometidos con la causa anticolonial, mientras que sus sucesoras aspiran al poder y el beneficio económico. La aparición de divergencias fue generando nuevas entidades. A lo largo de las siguientes décadas, cuando Nigeria ya era independiente, la ética se diluyó. Ocurrió hacia los años 80, cuando el territorio, tras sufrir una pavorosa guerra civil y una sucesión de dictaduras militares, se sumergió en la espiral de violencia cotidiana y atroz que sigue impregnando su vida cotidiana.

El Índice de Paz Global, que aborda la inseguridad de cada país, sitúa a Nigeria en el puesto 146 de los 163 analizados. No hay excepción social o económica y el problema afecta a zonas rurales y urbanas. Tampoco se ciñe a una región determinada. La convulsión se halla en el norte musulmán, víctima de grupos radicales y bandas que devastan las aldeas; en el centro, foco de la lucha entre campesinos y ganaderos; y en el sur, con movimientos secesionistas y organizaciones armadas integradas por individuos desarraigados conocidos como los ‘area boys’.

Las carreteras y autovías de todo el país son escenario de ataques de bandidos, a pesar de que, frecuentemente, los viajeros recurren a convoys para viajar por el interior. La brutalidad policial no se queda atrás e, incluso, existe el EndSARS, un movimiento ciudadano contra estos excesos.

Las aulas no se han librado de esta maldición. Los islamistas y los delincuentes secuestran colegios enteros para combatir la educación occidental o, simplemente, pedir rescates. La ascensión de grupos armados dentro de las universidades parece vinculada a intereses extraacadémicos. En la época de las dictaduras castrenses, las fraternidades, a menudo provistas de conexiones familiares con la clase dirigente, se convirtieron en sicarios al servicio de dirigentes locales. El enemigo estaba cerca. Los pistoleros intimidaban al profesorado o al personal universitario, y también perseguían a sus compañeros afines a organizaciones prodemocráticas o de espíritu revolucionario.

La lucha contra el cultismo resultaba compleja. El atractivo por su presunta superioridad, la capacidad para proporcionar una sólida seña de identidad, seguridad e ingresos relativamente fáciles, lo convertía en banderín de enganche y las autoridades difícilmente podían acceder a sus prácticas clandestinas. Además, aquellos de sus miembros que eran arrestados o expulsados, pronto accedían a otros centros.

Rituales de iniciación

Los campus pronto se quedaron pequeños para las ambiciones de los cultos. A lo largo de los años noventa, las bandas permearon todo el sistema educativo, saltaron de los pupitres y alcanzaron la periferia de las grandes ciudades, enrolando nuevos acólitos, independientemente de su currículum académico. La inclusión suele comportar sangrientos rituales de iniciación que recuerdan los procedimientos mafiosos y que se denominan ‘bamming’.

Las organizaciones también presionan a los estudiantes para que se integren en entramados de los que resulta muy difícil y peligroso evadirse. El crecimiento se ha producido mediante la progresiva conformación de células autónomas dirigidas por un ‘capon’, alusión al mítico Al Capone, y ha permitido su desarrollo, especialmente en el sur de Nigeria, el territorio más rico y poblado. El imaginario cultista utiliza símbolos perfectamente reconocibles, tatuajes singulares a la manera de las maras centroamericanas y mecanismos de funcionamiento que mezclan los procedimientos de las antiguas sociedades secretas nativas, la masonería implementada por los colonizadores y las maneras mafiosas.

No hay estadísticas fiables sobre sus dimensiones actuales. La policía de Lagos, la capital económica, calcula que el 98% de los detenidos presuntamente integrados en estas redes tienen entre 17 y 35 años. Se sospecha la existencia de decenas de miles de militantes por todo el país, hombres y mujeres, y se teme que sus conexiones han llegado a los cuerpos de seguridad, incluido el Ejército.

Aunque su expansión es global, la ciudad de Benin City, capital del Estado meridional de Edo, está considerado el epicentro cultista. Esta ciudad, de 1,8 millones de habitantes, sufre las peores tasas nacionales de criminalidad, con una media de 40 muertos mensuales. Los conflictos, al parecer, están ligados al tráfico humano. Los análisis sobre esclavitud moderna afirman que esta zona es la gran emisora de inmigrantes, principalmente a través de Níger y Libia, con destino al Mediterráneo.

Estafas cibernéticas

Esta actividad supone uno de los grandes nichos del mercado cultista, por encima del robo, la extorsión o las drogas. En Nigeria, alrededor de 1,4 millones de personas se hallan sometidas al trabajo forzoso, la servidumbre doméstica o la esclavitud sexual, según la Agencia Nacional para la Prohibición de la Trata de Personas (NAPTIP), y un 2% son enviadas al extranjero, principalmente a Europa y Oriente Medio. Dicha institución local anunció el pasado mes de diciembre el enjuiciamiento de Patricia Igbinovia, también conocida como Mama Bobby, traficante de mujeres desde Nigeria a España.

Podemos creer que los cultos son un fenómeno exótico y ajeno, pero, posiblemente, en alguna ocasión, hemos hallado en la bandeja de entrada de nuestro correo electrónico un mensaje anunciándonos la posibilidad de realizar un pingüe negocio en Nigeria si enviamos una cierta cantidad de dinero que nos facilitaría el acceso a magníficos legados o acciones de una petrolera. Las estafas cibernéticas, también denominadas timo nigeriano o 419, son una forma de recaudar millones de dólares en todo el mundo, y a los cultos se les atribuye su difusión masiva.

Estas organizaciones constituyen ya un fenómeno global gracias a su propagación a través de la diáspora nigeriana y la utilización de los nuevos medios. Estados Unidos, Canadá e Italia han llevado a cabo recientemente operaciones para desmantelar las filiales de entidades como Black Axe, una de las mayores y más extendidas globalmente.

La relación entre cultos y milicias también se halla en tela de juicio. Al parecer, las células delictivas han colaborado con el Movimiento de Emancipación del Delta del Níger (MEND) en sus operaciones contra la explotación del petróleo en la región suroriental. Los bandidos han perpetrado secuestros de los equipos de trabajo y acciones piratas contra los buques que transportan el crudo.

La endémica inestabilidad de Nigeria también favorece su crecimiento. La generalizada venalidad de los estamentos públicos ha permitido su introducción en todos los ámbitos de la Administración, a la manera de lo que sucedió en Roma con el crimen organizado. Los estudiantes vinculados a las bandas maduran y se convierten en políticos. El ex primer ministro británico David Cameron aseguró que «Nigeria era fantásticamente corrupto». El hecho de que el decimoquinto exportador de petróleo mantenga a la mitad de su población bajo el umbral de la pobreza evidencia esa lacra. El cultismo goza de inmejorables caladeros en las riberas del Golfo de Guinea.

Piratas, hachas y sostenes, y el salto de fronteras

La calavera y las tibias cruzadas representaron a los Piratas, la primera fraternidad africana. Una escisión dio lugar a la Supreme Eiye Confraternity o Asociación Nacional de Señores del Aire en 1968 y a los Bucaneros, cuatro años después. Tras ellos, el abanico de organizaciones se multiplica y, entre otros muchos, quizá cientos, aparecen los Aro Mates o Vikingos, Dedy Na Deuda, Ciao Hijos o la Cofradía Black Bra o Sostén Negro, formada por mujeres. Sus principios son similares, recalcando el secreto y la fidelidad a toda costa.

Algunas han saltado fronteras. La Black Axe o Hacha Negra, constituida hace medio siglo, se ha transformado en una organización multinacional con un extraordinario poder. Su origen resulta controvertido porque sus impulsores apelan a cierta conexión ideológica con el Movimiento Neo Black de Sudáfrica, organización sociocultural de carácter panafricano que ya ha negado cualquier vínculo con la nigeriana. Los cuerpos de seguridad la relacionan con el cultismo. Según esta tesis, se cree que controlan las estafas cibernéticas y el tráfico humano desde su sede en Benin City.

La expansión internacional de tales negocios a lo largo de la última década resulta sorprendente. Sus tentáculos se han extendido por todo el mundo. El año pasado, nueve personas fueron arrestadas en Sudáfrica por su relación con el fraude electrónico y el lavado de dinero, operación que contó con el asesoramiento de Estados Unidos, donde residen 100 de las víctimas de las estafas 419. Pero el uso de los nuevos medios no se limita al timo. Hace dos meses, la Policía irlandesa detuvo a dos individuos por un intento de estafa de los fondos relacionados con el desempleo. Según sus investigaciones, formaban parte de la entidad global nacida en Nigeria.

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp

Actualidad

Inscribete en nuestros cursos Online