Cómo el crimen organizado usa las redes sociales para el tráfico de cocaína

A medida que los flujos récord de cocaína llegaban a los consumidores de todo el mundo en 2024, las organizaciones criminales de América Latina y el Caribe se han adaptado a la presión de las fuerzas de seguridad, cambiando las jerarquías hegemónicas por redes complejas.

El año pasado se batieron récords tanto de producción como de consumo de cocaína. El cultivo de coca en Colombia, el principal país productor de cocaína, ha venido en aumento desde 2020. Las autoridades casi igualaron la cantidad de cocaína incautada hasta 2023 en solo nueve meses de 2024. Y un informe que analiza las aguas residuales, principalmente en Europa, mostró una expansión continua del consumo de cocaína.

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El incesante crecimiento de la industria de la cocaína ha alimentado durante mucho tiempo a la mayoría de los grupos criminales más grandes y dominantes de América Latina. A partir de la década de 1970, los grupos criminales y rebeldes empezaron a centrarse en la cocaína como medio para aumentar sus fuerzas. Surgieron grupos criminales dominantes que se apoderaron de todos los eslabones de la cadena de suministro.

La infame figura de Pablo Escobar vino a ejemplificar esta estructura en la década de 1980. Empezando con el contrabando, Escobar se abrió camino en el tráfico de cocaína, convirtiendo su Cartel de Medellín en un temido grupo criminal. 

Pero cuando Escobar fue asesinado en 1993, el Cartel de Medellín implosionó. En los años siguientes, otros grupos jerárquicos corrieron la misma suerte, a medida que sus rivales y las fuerzas de seguridad iban eliminando a sus líderes. La eliminación de las figuras más importantes podría provocar la implosión de toda la organización.

En respuesta, surgieron redes que han demostrado ser modulares y resistentes; interconectadas e invisibles. Pueden ser interrumpidas, pero rara vez desmanteladas, lo que las hace esenciales para gestionar las enormes cantidades de cocaína que fluyeron sin cesar en 2024. 

Modular y resistente

Las redes de tráfico de drogas actuales se componen de muchos nodos más pequeños y entrelazados que pueden intercambiarse sin que se desmorone la operación criminal en su conjunto. Esto permite que la red sobreviva aunque se eliminen partes clave.

La multiplicidad de actores en los distintos eslabones de la cadena de suministro es una característica de las redes criminales modernas. Por ejemplo, la pandilla brasileña Primer Comando Capital (Primeiro Comando da Capital, PCC) tiene varios proveedores de cocaína, desde las ex-FARC Mafia en Colombia hasta proveedores directos en Perú y Bolivia. 

Aseguran enormes cargamentos de droga desde las tres principales naciones productoras, apoyándose en una variedad de grupos productores de cocaína. En el improbable caso de que las fuerzas de seguridad colombianas desmantelaran a todos los grupos de las antiguas FARC, o de que Bolivia eliminara por completo la producción ilícita de coca, el PCC seguiría siendo capaz de abastecerse de cocaína gracias a su diversificada red de suministro. 

Estos vendedores, a su vez, no venden exclusivamente al PCC. El Estado Mayor Central (EMC), uno de los principales grupos de las antiguas FARC, también vende presuntamente a otros grupos de traficantes brasileños y al Cartel de Sinaloa de México, uno de los principales traficantes de cocaína hacia Estados Unidos. 

Diferentes células del PCC suelen hacer tratos con otros traficantes, con decenas de intermediarios en la sombra que organizan los tratos. 

Después de asegurar la cocaína de sus diversas fuentes, el PCC trabaja para transportar la droga hacia el este, a menudo recurriendo a transportistas independientes para trasladar los cargamentos a través de Paraguay o el norte de Brasil hasta llegar a la costa. Desde allí, el PCC trabaja con grupos europeos, principalmente con la ‘Ndrangheta y las mafias balcánicas, que compran la droga al por mayor y luego la venden por toda Europa.

El gran número de compradores y vendedores garantiza que las cantidades récord de cocaína de 2024 fluyan constantemente por todo el mundo, incluso si uno de los grupos principales cae.

Interconectados e invisibles

Los distintos eslabones y nodos de una red complican las investigaciones de las fuerzas del orden. Con tantos actores diferentes, mapear toda la red criminal es casi imposible. Incluso si las autoridades consiguen infiltrar una célula, puede resultar difícil extender la investigación para comprender la red en un sentido amplio.

A menudo, las células solo están vinculadas a través de determinados individuos. Los grupos criminales pueden enviar a un emisario al extranjero para llevar a cabo operaciones criminales. No hay una aparición repentina de un gran grupo de personas con acentos diferentes; no hay un territorio conquistado violentamente y marcado con grafitis. Un pequeño número de personas puede negociar acuerdos intercontinentales de drogas mientras pasan desapercibidas a los radares de las autoridades. 

Y las subredes suelen tener un contacto limitado, operando a través de mensajería y transferencias de dinero limitadas.

La tecnología moderna ha facilitado esto aún más. Aunque para algunas operaciones siguen siendo necesarios los tratos cara a cara y los viajes internacionales, muchas de estas se organizan, ejecutan y pagan ahora a través de las telecomunicaciones, sin necesidad de sellar nunca el pasaporte de nadie.

Las redes criminales transnacionales utilizan aplicaciones de mensajería encriptadas, gratuitas y ampliamente disponibles para dirigir sus negocios. Aunque las autoridades habían tenido mucho éxito con las escuchas telefónicas para recabar inteligencia, la mensajería encriptada dificulta y encarece la interceptación de las comunicaciones.

La creciente popularidad de los pagos electrónicos significa que traficantes y compradores pueden hacer negocios sin estar nunca en el mismo lugar ni tener que preocuparse por la logística de mover grandes volúmenes de dinero en efectivo. 

Las criptomonedas dificultan el seguimiento del dinero a través de una red, y constantemente se desarrollan nuevas técnicas de ofuscación. Los “tumblers”, o mezcladores, proporcionan una capa adicional de anonimato a las criptomonedas. Estos servicios agrupan monedas virtuales y las mezclan, antes de dividirlas de nuevo y enviar el pago al destinatario. El vendedor recibe el pago del comprador, pero es muy difícil de rastrear.

Interrumpido pero no desmantelado

Para combatir estas nuevas redes, las autoridades tendrán que aplicar estrategias complementarias, como desarticular los vínculos estratégicos, ejercer una presión constante sobre las redes criminales y rastrear sus flujos financieros.

La interrupción de enlaces clave, como la detención del flujo de cocaína a través de un puerto importante como el de Santos, en Brasil —un principal punto de partida para la droga con destino a Europa—, podría impactar significativamente los flujos de cocaína. 

Durante la pandemia de COVID-19 se hizo evidente un ejemplo involuntario de esta situación. Al bloquearse las rutas marítimas legales que los traficantes utilizaban para enviar cocaína a otros países, estas redes vieron considerablemente reducida su capacidad de mover su producto. La cocaína empezó a almacenarse en Suramérica, encerrada en el continente, lejos de los lucrativos mercados de consumo extranjeros.

Pero a medida que los efectos del COVID disminuyeron, los envíos volvieron a la normalidad y las cadenas de suministro de cocaína se soltaron nuevamente. Esto ilustra un factor clave para que las operaciones antinarcóticos sean eficaces contra las redes: la presión constante. 

Dado que la resistencia de las redes se debe en parte a la existencia de múltiples nodos en cada fase del proceso, cuantos menos nodos haya, más susceptible será la red a las interrupciones. Y con una presión constante, las operaciones pueden ser capaces de desmantelar grupos más rápido de lo que pueden ser reemplazados. Sin embargo, como ilustró la pandemia, si se afloja la presión, la red se recuperará pronto.

Una fuerte presión mostró cómo se podía desarticular una subred en la operación A Ultranza PY, una operación internacional que investigó a los principales integrantes de la red de Sebastián Marset. Marset, un intermediario con base en Paraguay, estableció relaciones con proveedores en Bolivia, coordinando los vuelos de cocaína a Paraguay y los envíos internacionales por la vía fluvial Paraná-Paraguay. 

Aunque el propio Marset sigue prófugo, esta red se ha desmoronado. Sus principales socios comenzaron juicios en 2024 y la madre de sus hijos, que también es su presunta socia en negocios ilícitos, fue detenida en España. 

A Ultranza PY persiguió a varios niveles de esta red, mantuvo la presión y desmanteló una vasta serie de operaciones de lavado de dinero, hiriendo de muerte las operaciones de Marset. 

Pero A Ultranza PY eventualmente redujo la presión. La corrupción persiste en Paraguay y la operación no se extendió. En 2024, vimos evidencia de que a medida que la presión disminuía, otros empezaron a llenar el vacío y las operaciones de tráfico de cocaína del PCC a través de Paraguay siguen fluyendo sin problemas, lo que demuestra una vez más cómo las redes pueden recuperarse rápidamente de golpes aparentemente importantes.

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