Las personas afectadas por un fraude bancario, como las preferentes, tiene un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares y metabólicas, depresión y crisis de ansiedad, un deterioro de la calidad del sueño y un empeoramiento de la calidad de vida.
Antilavadodedinero / ABC
Casi un 85% de las personas afectadas por las preferentes tienen una salud regular o mala. Son algunos de los primeros resultados del estudio científico «Finanzas y Salud» que trata de desvelar los efectos nocivos que los fraudes bancarios han provocado en la salud física y mental de la población afectada por participaciones preferentes e hipotecas multidivisa entre los años 2008 y 2013 en España.
El informe, detalla a ABC su autora, María Victoria Zunzunegui, de la Universidad de Montreal (Canadá), refleja que la salud mental los afectados por preferentes es regular o mala en el 85% de los casos, frente a un 20% en la Encuesta Nacional de Salud, y la de los afectados por hipotecas multidivisa también lo es en el 95% de los casos, mientras que en la Encuesta Nacional de Salud sólo se refleja en un poco más del 10% en personas de edad comparable.
Y esta información no es baladí, al menos en algunos países como Canadá donde, señala Zunzunegui, la Corte Suprema de Quebec condenó a tres grandes compañías de tabaco a pagar más de 15.000 millones de dólares en compensación por los daños en la salud causados a 100.000 quebequenses. Fue resultado del trabajo realizado por un grupo de investigación epidemiológica, que demostró que más del 90% de los cánceres de pulmón, garganta o laringe en la población de fumadores son legalmente atribuibles al tabaco. Esta sentencia, cree la investigadora, sienta jurisprudencia mundial.
«Además de estudiar los efectos tóxicos de productos químicos como el tabaco, se puede usar la ciencia para estudiar los efectos tóxicos de las malas prácticas bancarias. Sin embargo, el camino a recorrer es largo. Hay que reconocer que la sentencia del Tribunal supremo de Quebec contra las tres compañías tabacaleras se ha producido después de 17 años de procesos judiciales», afirma Zunzunegui. En España, apunta, una jueza condenó a Bankia a indemnizar con 6.000 euros a un matrimonio por causarle un daño moral irreparable.
Estigma y vergüenza
Aunque de muestra reducida, el estudio cuenta con la participación de 116 afectados, aspira a una muestra definitiva de 800. «La dificultad es acceder a una muestra amplia de afectados, que muchas veces no reconocen que han sido engañados. Las variables de culpabilidad o vergüenza juegan un papel importante. A través de quienes tienen los datos de las transacciones registradas, por razones justificadas de salud pública, podríamos tener información de las personas que han adquirido esos productos y han sido objeto de fraude», comenta Zunzunegui.
Preguntada sobre si existe una relación entre perder el dinero en un fraude bancario y la calidad de vida y la salud de las personas, la investigadora a dicho a ABC que «no hay ningún estudio científico hasta la fecha que permita responder a esta pregunta. Hay personas que han sufrido accidentes cerebrovasculares, infartos de miocardio, depresiones graves, intentos de suicidio y suicidios consumados. Estas observaciones en individuos apoyan una relación causa -efecto, pero no permiten estimar el daño que estos fraudes tienen sobre la salud de una población». Hemos visto , añade, que «hay pérdidas de salud física y mental y nuestra hipótesis es que hay un aumento en el riesgo de enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares y metabólicas, mayor incidencia de depresión y crisis de ansiedad, un deterioro de la calidad del sueño y un empeoramiento de la calidad de vida en las personas afectadas por estos fraudes bancarios».
A mayor estafa, mayor daño
Y el efecto sobre la salud va en relación a la cantidad de dinero defraudado. «Pensamos que existe un efecto de dosis respuesta: las pérdidas de los ahorros por fraude tendrán consecuencias más graves cuanto mayor sean estas pérdidas en proporción o en relación con el total de los ahorros y en relación al total de los ahorros. Por ejemplo, pérdidas de 20.000 euros tendrán mayores consecuencias para una persona que tenía ahorrados 25.000 euros que para una persona que tenía 500.000».
«Estresor crónico»
Los investigadores creen que el fraude bancario es un «estresor crónico» que es capaz de producir en el cuerpo humano los efectos sistémicos que se observan en individuos sometidos a este tipo de estrés: alteraciones metabólicas, vasculares, inflamatorias e inmunes. «Estas alteraciones –señala Zunzunegui- producirían aumentos en el riesgo cardiovascular, en el de diabetes y de depresión. Además la inflamación crónica lleva a un envejecimiento acelerado que sería observable en una mayor lentitud de la marcha y mayores pérdidas de fuerza muscular». Pero además el fraude bancario produce sentimientos de «culpa e ira» que contribuyen al estrés crónico de la perdida.
Aunque la investigadora reconoce que los datos son demasiado preliminares y la muestra demasiado pequeña para concluir sobre patologías concretas., si hemos observado «una proporción muy elevada de mala salud física (85%) y de patología mental (95%)».
¿Soluciones?
«La mejor prevención consistiría en educar a los banqueros para que abandonen la conducta deshonesta que han seguido hasta ahora. Un reciente estudio llevado a cabo en Suiza y publicado en «Nature» demuestra que los «banqueros pueden comportarse de forma honrada» cuando se les observa en condiciones de control pero cuando se les recuerda que son banqueros, «tienden a adquirir quieren comportamientos deshonestos».
El problema es que a pesar de que estos fraudes afectan a más de un millón de españoles es que todavía no se ha estudiado este tema de forma científica. Solo podemos formular la hipótesis que las compensaciones económicas restauran el nivel económico de la persona y sus planes para la vejez.
Además, pueden contribuir restablecer la autoestima, disminuir el estrés de sentirse engañado, y mejorar las relaciones sociales con familia y amigos. Solo son hipótesis», reconoce. Más difícil, concluye, «será demostrar que las compensaciones económicas permiten restaurar la salud y revertir el envejecimiento de aquellas personas que más han sufrido aunque sería posible contestar a estas preguntas con un estudio longitudinal».