En menos de un mes, México vivió fuertes episodios relacionados con la violencia y la inseguridad. Una emboscada a soldados en Aguililla (Michoacán), un operativo fallido para detener a Ovidio Guzmán, el hijo del Chapo, en Culiacán (Sinaloa) y luego el homicidio de miembros de la familia LeBarón en la zona serrana entre Sonora y Chihuahua.
En medio de esto, un discurso alejado de la neutralidad política y la disciplina castrense de un general allegado al expresidente Calderón y a los conservadores mexicanos, junto al llamado del expresidente Fox de “darle en la madre a la 4T”. La irresponsabilidad de la verborrea política de estos personajes de la oposición raya en anhelos golpistas.
Coincidencia o no, los hechos han puesto en la discusión varios aspectos en torno a la seguridad en México. La primera es que hay dos visiones de cómo enfrentar esta tragedia nacional. Unas son las voces que quieren seguir combatiendo la violencia con más violencia, como lo hizo Felipe Calderón, cuya estrategia ha sido una de las principales causas del baño de sangre que vive el país.
No es de extrañar que muchos de estos personajes son gente ligada al expresidente Calderón. Otra es la ruta que ha propuesto López Obrador desde hace meses, que es atacar las causas sociales que hacen que los niños y jóvenes anhelen pertenecer al crimen organizado cuando crezcan, además de seguir con los trabajos de inteligencia financiera que han dado buenos resultados y que se abandonaron por completo en el pasado.
Después del “Culiacanazo”, algunos analistas hablaron de una rendición del Estado. No hay disculpa para el operativo fallido que realizó el gobierno, pero también hay que entender el contexto y las amenazas que cayeron sobre las familias de militares y civiles. De hecho, una encuesta muestra que el 80% de la gente en Sinaloa considera que la decisión de liberar a Ovidio Guzmán fue la correcta. Esta es la gente que vive la violencia en los lugares mientras los analistas, que ven los toros desde la barrera, hablan de mano dura en la comodidad de sus oficinas a cientos de kilómetros.
El caso de la familia LeBarón ha conmocionado al país porque varios de los integrantes que fueron asesinados eran niños. Las investigaciones están en marcha para determinar las causas del brutal ataque a esta familia, que tenía vínculos políticos con el PRI y está metida en varios conflictos de tenencia de la tierra, tomas clandestinas de pozos de agua y otras cuestiones a lo largo de décadas. Los integrantes de familia LeBarón cuentan, además, con la nacionalidad estadounidense, lo que hizo que el hecho llegara hasta el Twitter de Donald Trump, quien ofreció ayuda para este caso pero en los tonos usuales del presidente estadounidense.
Javier Buenrostro, historiador por la Universidad Nacional Autónoma de México y McGill University.Estados Unidos está empecinado en reavivar la narrativa de la guerra contra los cárteles, desea que el gobierno mexicano cambie la actual estrategia y vuelva a enfrascarse en una guerra contra el narcotráfico.
Estados Unidos está empecinado en reavivar la narrativa de la guerra contra los cárteles, desea que el gobierno mexicano cambie la actual estrategia y vuelva a enfrascarse en una guerra contra el narcotráfico, como la que emprendió Calderón a sugerencia, entre otros, del propio gobierno estadounidense.
Después del tuit de Trump hubo declaraciones de miembros del partido republicano que le exigían al gobierno de México usar “balas más grandes” que los cárteles para frenarlos. Al mismo tiempo, en un evidente nado sincronizado, varios medios de televisión estadounidenses se unificaron alrededor del concepto de terrorismo criminal. Tanto políticos como medios empezaron a ejercer presión sobre el presidente López Obrador para que aceptara “ayuda” del gobierno estadounidense para iniciar una nueva guerra contra el narcotráfico.
Conocemos la retórica del gobierno estadounidense. Guerra Fría. Guerra contra el terrorismo. Guerra contra el narcotráfico. Guerra contra los migrantes. Guerra contra lo que sea. La guerra no solo ha sido un negocio muy importante después de la Segunda Guerra Mundial para compañías y políticos estadounidenses, es también muy útil para los discursos en tiempos electorales. Y este es un año electoral en la política estadounidense, donde la mayoría de los republicanos y las bases de Trump están localizadas en buena parte a lo largo de la frontera. Se busca construir una narrativa para sus electores donde las principales cartas serán lo migratorio y la guerra contra el narcotráfico. Tan solo hace unas horas Trump reiteró la necesidad del muro, aunque esta vez la causa no fueron los migrantes sino la violencia de los cárteles.
Javier Buenrostro, historiador por la Universidad Nacional Autónoma de México y McGill University.La guerra contra los cárteles o contra el narcotráfico no es nueva. Solo hay que recordar el Plan Colombia a fines de los noventas, que no resolvió el problema del narcotráfico y solo amplió el intervencionismo en la zona.
La guerra contra los cárteles o contra el narcotráfico no es nueva. Solo hay que recordar el Plan Colombia a fines de los noventas, que no resolvió el problema del narcotráfico y solo amplió el intervencionismo en la zona.
La retórica de la derecha mexicana, que clama por emplear la violencia sin considerar que eso es lo que en primer lugar nos metió en esta vorágine de muerte, tiene muchos puntos de encuentro con el conservadurismo estadounidense de la actualidad y alienta posiciones intervencionistas. Es por esto que el presidente López Obrador rechazó cualquier ayuda militar o que pudiera comprometer la soberanía nacional e insistió en que si Estados Unidos quiere ayudar puede empezar por detener el tráfico de armas.
Pero López Obrador no fue el único en recalcar esto. Un miembro de la familia LeBarón le contestó a Donald Trump que si en realidad quería ayudar, frenara el tráfico de armas hacia México y el consumo de drogas en la sociedad estadounidense.
Esta es la verdadera ayuda que puede proveer Estados Unidos a México, sobre todo después que las primeras investigaciones muestran que todas las armas utilizadas en la masacre de los LeBarón provienen de Estados Unidos. Cualquier otra pretendida ayuda es simple fraseología para aumentar el intervencionismo en la zona fronteriza de parte de nuestro vecino del norte y consentida por amplios grupos de la derecha mexicana.
Javier Buenrostro, historiador por la Universidad Nacional Autónoma de México y McGill University.Ir por el camino que quiere Trump y que la derecha mexicana ya recorrió los últimos dos sexenios es un sinsentido y una de las causas que nos tienen en este punto tan desalentador.
El futuro inmediato no es alentador. He insistido varias veces en esta columna que la seguridad es el reto más complicado que tiene el gobierno de López Obrador.
Incluso haciendo un excelente trabajo y revirtiendo las tasas históricas de homicidios de los últimos dos sexenios en un 20 o 30 %, este cerraría con cifras de 90.000 muertos, desafortunadamente. Es mucho. Pero también salvar 30.000 vidas y revertir el proceso sería mucho, aunque nunca será suficiente. De cualquier manera, ir por el camino que quiere Trump y que la derecha mexicana ya recorrió los últimos dos sexenios es un sinsentido y una de las causas que nos tienen en este punto tan desalentador.
Exigir la renuncia del presidente en cada desgracia solo revela los sueños golpistas de algunos y la nula solidaridad con los afectados o con el país mismo, por parte de otros. La violencia es un fuego que se extendió por demasiado tiempo y se quiso apagar con gasolina muchas veces y solo creció. Este gobierno estaba obligado a medidas distintas aunque los resultados serán lentos.
ALD/Actualidad