Cómo la falta de controles atrae las mafias en Venezuela y Nicaragua

El efecto que el crimen organizado tiene sobre la sociedad es devastador y permea en todos sus segmentos. El investigador Douglas Farah habla de «Estados criminalizados» cuando ya un gobierno tiene amplios compromisos con la delincuencia y pacta con ella para beneficiarse a través de la corrupción y negocios ilícitos.

¿Cómo afectará a Centroamérica la previsible nueva política del presidente electo de México sobre el combate al narco? En campaña dijo que se oponía a la militarización, pero luego anunció la creación de la Guardia Nacional para combatir a los narcotraficantes.

Está en veremos. No se ha dicho muchas cosas, como es normal en una campaña, y luego pasar después a gobernar, pues puede llevar a otras decisiones más pragmáticas. De alguna manera, la nueva administración de México va tener que lidiar tanto con la administración Trump como satisfacer las bases de su movimiento político y, a la vez, mantener una relación con los países centroamericanos, que para ellos son unos aliados muy importantes, especialmente los de izquierda, Frente Farabundo Martí y el Frente Sandinista, que serían sus aliados naturales.

Hay que reconocer que lo que añoran los centroamericanos, los mexicanos, es bajar violencia, tener empleos, cambiar sus circunstancias de vida, de la violencia constante, de las masacres originadas por el narcotráfico. Hay un distanciamiento de esas necesidades de los pueblos mexicano y centroamericano con la política de Estados Unidos de reprimir a la droga y cortar la migración. Hay que construir un puente para que haya una visión más o menos coherente de todos los actores o, si no, no habrá nada coherente de ningún lado.

¿Cuán importante es El Salvador en el mapa del crimen transnacional? ¿Es la economía dolarizada de El Salvador una debilidad frente a criminales internacionales? ¿Les atrae?

Dolarización es un tema sumamente importante para el lavado y movimientos de dineros ilícitos, además de la falta de control del gobierno actual de El Salvador en temas bancarios. Lo más fácil si uno quiere lavar dinero es tener los dólares, meterlos en dólares, sacarlos en dólares y moverlos offshore en dólares.

Y eso es algo que ofrece El Salvador. Con una preocupación mayor hemos visto que el presidente vetó la ley sobre la Unidad de Investigación Financiera (UIF, de la Fiscalía), donde no hay mínimo interés del gobierno de Salvador Sánchez Cerén de realmente controlar esos flujos. Cuando se van cortando diferentes accesos a grupos a nivel internacional, la mafia rusa, algunos grupos mexicanos buscan los lugares más fáciles donde mover su dinero. Y El Salvador, lamentablemente, está dentro de ese grupo.

Entonces, ¿no es solo porque la economía es dolarizada, sino también por la falta de control?

Exacto. No comienza con este gobierno. Desde la época del presidente Saca no se ha visto una política de combatir el lavado, de hacerlo difícil. Aumentó mucho con Mauricio Funes, y ahora estamos casi en cero en ese tema. No es solo de esta administración, sino el resultado de muchos factores a través de los años que ha llevado a eso.

¿Cuánta de la droga que transita por El Salvador se queda en el país? No solo en especie, sino que termina corrompiendo elementos de la sociedad.

No sé cuánto queda en El Salvador. Lo que hemos visto en los países donde sí se han hecho estudios es que el consumo va en aumento cuando el país se convierte en tránsito de la droga, como Brasil, Argentina, Chile, la misma Colombia, donde el consumo interno ahora es enorme. En Centroamérica, lamentablemente, existen muy pocas estadísticas, aunque me imagino que el patrón sigue igual.

Lo que los narcos buscan, muchas veces, es pagar en especie, no en dólares, el trabajo de transportistas. Entonces, dejan unos kilos. Para que se conviertan en dinero, hay que venderlos, el mercado interno va creciendo por ese empuje. La corrupción es tremenda. Hemos visto los casos de Mauricio Funes, Tony Saca, el exfiscal, en donde la cantidad de dinero que fluye no es solo de la corrupción del Estado, sino que son sumas muy elevadas. Me imagino que en la administración actual existe el mismo fenómeno, en donde fluye mucho dinero, que es corrupción, pero no necesariamente dinero robado al Estado, sino dinero pagado por intereses para permitir ciertas transacciones, pasos, etcétera.

¿Se mezclan el dinero de la corrupción y la droga?

Se mezcla y predomina a través del tiempo. El narcotráfico ofrece tantas ganancias, tanto dinero, que lo que uno pagaba en una corrupción de $25 los narcos pueden pagar $100. Se da, entonces, una especie de inflación de corrupción, los precios se elevan, generan más dinero, porque los narcos sí tienen. Comienza como parte de la corrupción normal y se vuelve, dentro de un período, la corrupción predominante, porque tienen acceso a grandes cantidades de dinero.

Una cosa es buscar pactos para conservar la impunidad, pero usar el Estado para cometer ilícitos también es otra posibilidad, ¿verdad?

Yo he escrito mucho de lo que he denominado ‘Estados criminalizados’. En un Estado criminalizado, el Estado busca al criminal como parte de su política estratégica a nivel nacional. No estamos hablando de la corrupción tradicional, donde un narco compra un juez.

Venezuela es el caso más claro. El Estado mismo busca alianzas con el crimen organizado y, a la vez, le permite al crimen organizado muchas ventajas internas, como, por ejemplo, la expedición de pasaportes diplomáticos a criminales, la protección y uso de bancos del Estado para mover fondos, contratos estatales para lavar mucho dinero porque, si el Estado lo está haciendo, ¿quién va a ir a auditar esos fondos?

En Nicaragua, lo que iba a ser la Refinería Sueño Supremo de Bolívar en donde, supuestamente han gastado $600 millones en un terreno baldío. Con eso se justifica el lavado. Los Estados, cuando participan como Estados en crimen transnacional ofrecen muchas ventajas y reciben muchas ventajas de manera económica.

Usted habla de Venezuela y Nicaragua. ¿Hay peligro para El Salvador?

Yo diría que el gran peligro para El Salvador son las estructuras de Alba Petróleos, que aunque no sean estatales están muy vinculadas al partido gobernante. No hay transparencia sobre el uso y fuente de los fondos que mueven a través de Alba Petróleos y de su estructura enorme: Alba Alimentos, Alba Medicamentos, la aerolínea VECA, que surgió y luego desapareció sin ninguna explicación sin pagar lo que debían a sus empleados. Hay una posibilidad que exista también en El Salvador elementos de eso.

En LA PRENSA GRÁFICA hemos publicado casos relacionados, como la venta de un barco por $1 y que sigue varado en el puerto de La Unión o de proyectos urbanísticos que no crecieron. Pareciera ser un interés, como en el caso de VECA, de quebrarlos a propósito y hacer que fracase.

O para justificar movimiento de dinero para empresas que no son reales, que no tienen el propósito de generar ingresos y ser sostenibles. Son montados para justificar movimientos de dinero y cuando el dinero se acaba, también se acaban esas empresas. La ley que yo observo en todo el mundo de movimientos de dinero es que si es económicamente irracional, si hay millones que están llegando a empresas que no funcionan, eso casi siempre indica que los fondos de origen no son lícitos.

Hay montones de empresas que se montan y tienen un comportamiento irracional. Alba Petróleos ganaba cientos de millones de dólares cuando Venezuela ya casi no producía y cuando el precio del petróleo ya casi había caído a la mitad. En un mundo racional, los ingresos de Alba Petróleos hubieran caído en 2012, pero iban ganando $200 millones cada año por los próximos cinco años. Eso no es normal. Las leyes económicas son bastante rígidas. Cuando hay un comportamiento fuera de eso indica que hay que preguntar qué realmente pasa ahí.

Ahora que estamos en camino de elegir presidente, ¿cómo puede afectar al ciudadano que solo ve la campaña y no la profundidad de todo?

La gran mayoría de la gente entiende que lo que ve no es todo lo real. Eso va en desgaste de los partidos tradicionales y el nacimiento de grupos como ha hecho Nayib Bukele, diciendo ‘yo soy distinto, no soy de la clase política’. Tanto ARENA como el Frente, el PCN o la democracia cristiana están totalmente desgastados, nadie cree en ellos, salvo su base sólida de 20 % cada uno. La gente está harta y está buscando soluciones.

En este momento en donde todo es transaccional, se corre un peligro real de comprar y vender votos, sin pensar realmente en la democracia y sin que la gente pueda decir algo de su propio futuro.

Y, sin embargo, no tener partidos con estructuras fuertes es también una debilidad frente al crimen organizado. ¿No cree?

Sin duda. No hay respuesta fácil. Por eso surgen estos nuevos grupos para decir que son distintos. Y ojalá sean distintos. Nacen de la frustración que tiene la gente. No es que no vamos a tener ningún partido y todos votar por quien quiera.

Eso no sirve. Hemos perdido un poco el elemento de que el voto realmente significa algo para hacer políticas coherentes y otras cosas. La gente lo ve como corrupción, ve cuánto aprovechó Mauricio Funes y ve que Saca acepta haber robado 300 y pico de millones. Y dicen ‘¿y nosotros, qué? ¿En quién podemos confiar?’ La realidad es que en esta olla, con todo el dinero que fluye del crimen transnacional metido con todo lo demás, es muy difícil.

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