Agentes federales arrestaron a los técnicos que manejan los sistemas de comunicación usados por los carteles. Solo así han logrado espiarlos, colectar evidencia y seguirles el rastro.
El plan les funcionó para capturar y enjuiciar en Estados Unidos al narcotraficante más buscado.
Con la idea de expandir su empresa especializada en comunicaciones secretas para grupos criminales, Vicent Ramos aceptó reunirse en febrero de 2017 en Las Vegas, Nevada, con unos “clientes potenciales”. Le dijeron que eran narcotraficantes interesados en un sistema seguro para hablar sobre transacciones de drogas y asesinatos. En realidad eran agentes federales que estaban colectando evidencia en su contra.
Solo hasta que cayó Ramos, director ejecutivo de la compañía Phantom Secure, las autoridades lograron atrapar a sus peligrosos clientes: operadores del cartel de Sinaloa en California, integrantes de bandas de motociclistas en Australia, un exjugador de fútbol americano que era el jefe de una red que traficaba grandes cantidades de droga a varios países y hasta un funcionario canadiense acusado de espionaje.
Ramos ganó unos 80 millones de dólares vendiéndole celulares Blackberry encriptados al cartel dirigido por el capo Ismael ‘El Mayo’ Zambada. Con estos aparatos conversaron sin preocupaciones sobre cómo distribuir enormes cargamentos de narcóticos en Estados Unidos y hasta planearon homicidios, según se lee en documentos judiciales revisados por Univision Noticias.
Ni siquiera los expertos del Buró Federal de Investigaciones (FBI) han podido descifrar estos mensajes secretos, que se apoyan en servidores instalados en otros países. Al momento, una manera efectiva para infiltrar a los criminales que los usan es ponerles trampas a los técnicos que los manejan.
Hace nueve años, el FBI sabía que la cúpula del cartel de Sinaloa estaba usando unos 100 teléfonos Blackberry. Intentaron hasta el cansancio penetrar su software, pero jamás lograron pinchar esas comunicaciones. Mientras tanto, Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán conversaba a sus anchas con sus pistoleros, funcionarios corruptos, su esposa Emma Coronel y hasta con sus amantes.
La actriz Kate del Castillo ha comentado en entrevistas que un miembro del cartel de Sinaloa le entregó un Blackberry con el cual ella se comunicaba directamente con ‘El Chapo’ Guzmán después de su segunda fuga en 2015. Después ella y el actor Sean Penn visitaron al capo en la sierra de Sinaloa.
Pero se les ocurrió un plan: ponerle una trampa a Christian Rodríguez, un hacker colombiano que les vendió esos celulares por 500,000 dólares. Tenía 21 años cuando subió a la sierra de Sinaloa para explicarle a ‘El Chapo’ Guzmán y a su gente cómo funcionaban sus teléfonos modificados.
Un agente encubierto del FBI se hizo pasar por un mafioso y lo citó en un hotel de Manhattan en 2010 pidiéndole conversar sobre sus servicios. Todo lo que se dijo en esa reunión quedó grabado en video y audio. Cuando le mostraron esa evidencia y amenazaron con meterlo a la cárcel por un largo período, el joven aceptó volverse informante.
Rodríguez incluso testificó en enero en el juicio contra Guzmán en una corte federal en Brooklyn. Allí relató que entre 2011 y 2013 trabajó para el FBI, enviándoles conversaciones comprometedoras del exjefe del cartel de Sinaloa. Gracias a este experto en informática, el gobierno recopiló unas 1,500 comunicaciones, incluyendo entre 100 y 200 en las que participó ‘El Chapo’. En otras habla su esposa.
Fue uno de los golpes más duros que recibió el mafioso sinaloense durante su proceso judicial: los audios y mensajes de texto que recopiló Rodríguez se mostraron al jurado y lo hundieron legalmente.
“La comunicación estaba completamente encriptada, de un teléfono a otro (…) Es muy difícil rastrear la llamada”, explicó este colombiano sobre el sistema que le vendió al cartel.
Detalló que cada integrante de la organización, incluyendo Guzmán, tenía una extensión de tres números para hablar entre sí y también podían realizar llamadas a otras líneas telefónicas y usar internet sin dejar rastro.
Rodríguez, ahora protegido por el gobierno estadounidense, testificó durante dos días y jamás volteó a ver a Guzmán. Dijo que él mismo escuchó cuando ordenaron que lo mataran y huyó a EEUU.
El FBI le pagó casi 500,00 dólares por sus servicios y la Fiscalía Federal desestimó los cargos en su contra, le permitió conservar sus bienes y hasta le condonó una acusación por evasión fiscal.
Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán usaba celulares encriptados para comunicarse con su esposa y amantes. Crédito: Departamento de Justicia (DOJ)
Los que cayeron con el técnico canadiense
Al hacker Vincent Ramos no le dieron esas concesiones. Un juez federal en San Diego, California, lo sentenció a finales de mayo a nueve años de prisión y le ordenó devolver los 80 millones que obtuvo trabajando para el crimen organizado. Para cubrir esa deuda, aceptó entregar sus cuentas bancarias, bienes inmuebles y hasta monedas de oro.
Originario de Canadá, este especialista en sistema promovía la efectividad de su empresa con un asesinato que ocurrió en una zona plagada de pandillas en 2014 y que los detectives no pudieron resolver. Presumía que los homicidas habían usado sus impenetrables Blackberry.
«Los clientes de Ramos utilizaron sus productos con efectos devastadores y, en ocasiones, mortales; y Ramos utilizó esto para comercializar sus servicios de encriptación con delincuentes de todo el mundo», señala la Fiscalía en un comunicado.
Su método parecía infalible: cuando se enteraba de que uno de sus celulares estaba en manos de las autoridades destruía las conversaciones que habían quedado registradas. Además, de manera rutinaria eliminaba todo el contenido en sus aparatos. Sus servidores estaban en Panamá y Hong Kong.
Sin embargo, su imperio criminal comenzó a derrumbarse cuando un agente federal que estaba tras la pista de un narcotraficante de alto perfil obtuvo uno de sus teléfonos. Entonces se armó un expediente en su contra, que se sumó a la charla videograbada que sostuvo con agentes encubiertos en Las Vegas.
Ramos fue arrestado en Bellingham, Washington, en octubre de 2018. Su caso fue considerado el primero de su tipo en este país. El FBI cree que al menos 7,000 dispositivos de su empresa estaban en uso cuando lo pusieron bajo custodia.
Entre su extensa cartera de clientes estuvo Owen Hanson, quien fue condenado a 21 años de prisión. Este hombre californiano lideraba un imperio criminal que incluía apuestas ilegales, tráfico de droga y lavado de dinero en Estados Unidos, Australia, así como en Centro y Sudamérica.
Según las autoridades federales, su organización traficó de 2012 a 2016 miles de kilos de cocaína, marihuana, heroína, metanfetamina y esteroides anabólicos, lo cual le dejó ganancias millonarias.
Fue jugador de fútbol americano de la Universidad del Sur de California (USC). La Fiscalía afirma que usó seis dispositivos de Phantom Secure para coordinar el transporte de más de una tonelada de cocaína.
No fue el único al que atraparon las autoridades. Mientras examinaban una computadora de Ramos, el FBI descubrió que Cameron Ortis, director general del Centro de Coordinación de Inteligencia Nacional de la Policía Montada de Canadá, estaba realizando actividades de espionaje. Lo arrestaron hace unos días.
Los cargos contra Ortis, de 47 años, incluyen obtener información para entregar a una entidad extranjera o grupo terrorista, abuso de confianza y uso no autorizado de una computadora. No se han revelado más detalles de este caso.
“Durante la investigación nos encontramos con ciertos documentos que nos llevaron a creer que puede haber algo de corrupción interna”, dijo Brenda Lucki, comisionada de la Policía Montada de Canadá, en una conferencia.
“Dada la profundidad y amplitud de esta investigación, ha llevado varios meses llegar a este punto», agregó la funcionaria.
Ortis tuvo acceso a información clasificada de cinco países, incluyendo el suyo. Estos son EEUU, Australia, Gran Bretaña y Nueva Zelanda. No está claro el alcance de los delitos que supuestamente cometió.
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La Fiscalía corroboró la legitimidad de las declaraciones de los testigos con algunas imágenes. Entre ellas esta fotografía de ‘El Chapo’ Guzmàn junto a Alex Cifuentes, un narcotraficante colombiano que fue su proveedor de cocaína.
Cifuentes describió durante el juicio detalles de la vida de Guzmán en las montañas del Triangulo Dorado de México y narró cómo era protegido por decenas de pistoleros, recibía visitas de mujeres, hacía fiestas extravagantes y huía cuando el Ejército estaba cerca.
ALD/Univision