Cómo los criminales utilizan el análisis de inteligencia

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Los cárteles, clanes y redes criminales ya no son solo una amenaza armada: son estructuras con inteligencia propia. En este artículo, al alumno del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute, Sebastián Ruda explica cómo cada vez se parecen más a los Estados que intentan combatirlas.

Uno de los desafíos más grandes que tiene la geopolítica mundial y los Estados son los niveles de sofisticación a los que están llegando diferentes estructuras criminales transnacionales. Organizaciones como los cárteles mexicanos (Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, etc.), el Clan del Golfo en Colombia y la ‘Ndrangheta en Italia han tenido una gran evolución.

Han pasado de ser grupos violentos a convertirse en estructuras sofisticadas, con un importante nivel de complejidad que les permite operar con un nivel de organización comparable al de grandes multinacionales, e incluso, agencias gubernamentales.

El evidente uso de herramientas tecnológicas como drones y sistemas de interceptación de señales lleva a un escenario que permite preguntarnos si estas grandes estructuras hacen uso del análisis de inteligencia. Este se entiende como la recolección, procesamiento, análisis y uso estratégico de la información como apoyo a la toma de decisiones. De ser así, se convertiría en una herramienta clave en la sostenibilidad y el éxito de sus operaciones.

Entendiendo las organizaciones de crimen transnacional

El crimen transnacional ha transformado su panorama. Lo que antes eran estructuras locales de crimen, hoy son complejas redes globales que ponen a prueba y desafían las capacidades de los Estados.

En Latinoamérica, el crimen organizado mexicano se ha consolidado como uno de los más importantes, no solo de la región sino del mundo. En México se encuentran las organizaciones criminales más grandes, sofisticadas y violentas del hemisferio. Estas organizaciones han surgido de su larga historia de contrabando y de su proximidad a Estados Unidos. Esta cercanía con la mayor economía del mundo les ha permitido convertirse en una amenaza regional.

Los cárteles mexicanos, como el Cártel de Sinaloa (creado en los años 80 y liderado por Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán) han sido actores importantes en el tráfico de drogas hacia Estados Unidos. Esta actividad ha sido facilitada por la permeabilidad de la frontera. Por su parte, el Cártel Jalisco Nueva Generación, de origen más reciente (2010), ha logrado establecerse como una fuerza violenta con motivaciones expansivas. Se ha destacado por el uso de tecnologías y tácticas paramilitares.

Ambas organizaciones han consolidado su poder en México y generado importantes lazos en el crimen internacional. Se han establecido bajo estructuras jerárquicas que logran conectar la producción suramericana con los mercados norteamericanos y europeos.

En Colombia, el Clan del Golfo o Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) surge de las cenizas del movimiento paramilitar en Colombia. Se ha convertido en la fuerza criminal dominante en el país, con alcance nacional. Aunque su negocio principal es el narcotráfico transnacional, ha diversificado sus negocios incluyendo la minería ilegal y la extorsión. También se le vincula con el tráfico de personas, principalmente migrantes.

Su máximo referente, Dairo Antonio Úsuga, alias ‘Otoniel’, fue capturado en 2021. Lideró la organización extendiendo su influencia en más de 200 municipios en Colombia y estableció nexos con organizaciones criminales en más de 28 países. Así consolidó lo que las autoridades han denominado el ‘outsourcing criminal’, demostrando un nivel impresionante de capacidad estratégica y logística.

Por su parte, la mafia calabresa de Italia, la ‘Ndrangheta, es una organización con una historia mucho más amplia. Sus orígenes se remontan al siglo XIX y, para el siglo XXI, logró consolidarse como una potencia mundial en el mundo criminal. Su área de especialización es el tráfico de cocaína desde Suramérica a Europa.

Esta organización, fiel a sus orígenes, opera a través de clanes familiares. Ha perfeccionado su capacidad de realizar lavado de dinero a través de negocios legales, logrando mimetizarse en las economías legítimas. Su discreción, sutileza y capacidad, sumado al uso estratégico de redes transnacionales, la han convertido en un caso paradigmático de inteligencia criminal aplicada.

Estas organizaciones, con diversos orígenes históricos, geográficos y culturales, comparten una característica común. Han logrado adaptar herramientas del análisis de inteligencia para optimizar sus operaciones y se han convertido en complejos desafíos a las estructuras tradicionales de poder y seguridad.

El análisis de inteligencia y su aplicación en el crimen

El análisis de inteligencia, entendido como proceso, es la recolección sistemática, procesamiento y uso estratégico de la información para la reducción de la incertidumbre y la toma estratégica de decisiones (ciclo de inteligencia). En lo práctico, se puede abordar la identificación de datos, metadatos e información relevante. Estos se obtienen a través de diferentes fuentes, que pueden ser humanas, abiertas, señales, entre otras. Tras su procesamiento y análisis, permiten establecer tendencias y patrones que se transforman en la comprensión de escenarios y terminan convirtiéndose en planes accionables.

Este tipo de procesos está históricamente asociado a agencias estatales, como por ejemplo la CIA o el MI6. Sin embargo, las organizaciones criminales transnacionales han logrado adaptar este enfoque para el cumplimiento de sus objetivos ilícitos. Esto ha ocurrido más en el marco de la transformación de sus necesidades, la sofisticación de sus acciones y estructuras, y su objetivo de ser sostenibles en el tiempo, que desde una perspectiva teórico-académica.

Al establecer un paralelo entre el uso de la inteligencia empleada por los gobiernos y las organizaciones criminales, encontramos puntos en común bastante evidentes. Las agencias estatales emplean la información recopilada a través de fuentes humanas (HUMINT) por medio de redes de informantes.

De igual manera, las organizaciones criminales como los cárteles mexicanos, el Clan del Golfo y la ‘Ndrangheta utilizan redes de informantes locales. Estas van desde comunidades rurales hasta agentes de fuerzas policiales y militares corruptos. Esto les permite tener información relevante sobre los movimientos, acciones y operaciones que desarrollan las fuerzas militares y de policía.

Además, logran infiltrar grupos rivales para conocer sus actividades, los territorios en los que operan y obtener información en tiempo real de sus habitantes. También usan tecnología como drones para monitorear rutas y evalúan vulnerabilidades de funcionarios susceptibles a sobornos.

El análisis de información que realizan es comparable al de operaciones militares estatales. Los cárteles mexicanos analizan patrones de patrullaje en la frontera y el comportamiento de rivales para planificar emboscadas o identificar rutas de contrabando. El Clan del Golfo mapea zonas de cultivo de coca y coordina su producción y distribución tras realizar un análisis geográfico y logístico avanzado. Por su parte, la ‘Ndrangheta identifica patrones en los flujos comerciales europeos para definir puertos donde infiltrar cocaína camuflada entre cargamentos legales. Esto requiere un análisis detallado de rutas marítimas y logística portuaria.

Estas organizaciones criminales evalúan sus amenazas de forma permanente para generar una capacidad adaptativa. Esto les permite ajustar sus operaciones tras la captura de líderes, reflejando así un procesamiento estratégico de información que podría compararse con el de una operación militar. Un ejemplo de esto es el Cártel de Sinaloa, que ante la pérdida de sus máximos líderes como ‘El Chapo’, ‘Otoniel’ y ‘Maxi’ (con este último fueron procesados más de 300 miembros), se vio obligado a una reestructuración de clanes para mantenerse operativo. Otro caso es el de la ‘Ndrangheta, que realiza análisis de los mercados globales y se ajusta a los contextos para optimizar el tráfico de cocaína. Esta técnica emula la inteligencia económica que realizan los Estados.

La inteligencia les ha permitido no sólo operar tácticamente, sino también mantener su poder y expandirse. La han utilizado para identificar y definir a quiénes sobornar dentro de instituciones gubernamentales, militares y policiales, basándose en perfiles de vulnerabilidad. También han analizado redes de influencia de empresarios locales. Incluso, la ‘Ndrangheta lo ha desarrollado de forma mucho más sofisticada y a mayor nivel, infiltrando gobiernos en Italia y empresas en países como España y Alemania. Todo esto lo hacen a través de la selección de objetivos basada en un análisis detallado de su influencia política y económica.

La colaboración entre cárteles mexicanos y el Clan del Golfo, así como la compra de cocaína colombiana para su distribución en Estados Unidos y Europa, implica interacción y articulación de inteligencia. Comparten rutas marítimas, información sobre puertos vulnerables y datos sobre la demanda de mercado. Un ejemplo de ello es la capacidad de conexión internacional del Clan del Golfo con mafias en 28 países.

Esto requiere una profunda comprensión de las dinámicas globales del narcotráfico. La ‘Ndrangheta tiene un rol clave en esta red: articula y coordina la distribución de la cocaína en Europa y establece alianzas con grupos suramericanos, basándose en análisis de mercados y socios estratégicos.

El uso de herramientas específicas

No existe evidencia que permita establecer que estas organizaciones criminales transnacionales utilicen algún software de análisis de inteligencia como lo hacen los gobiernos. El enfoque en su uso de herramientas tecnológicas responde más a lo pragmático. Por ejemplo, emplean drones y sistemas de geolocalización tanto para vigilancia como para el transporte de droga en pequeñas cantidades. También usan la geolocalización para el rastreo de envíos marítimos.

Otra técnica relevante es la criptografía. Consiste en el uso de comunicaciones encriptadas desarrolladas por estas organizaciones criminales para contrarrestar las capacidades de interceptación de las autoridades. Esta evolución constante las ha llevado incluso a perfeccionar sus propias herramientas de inteligencia, superando en ocasiones las capacidades estatales.

Estas organizaciones también establecen empresas fachada con complejas estructuras diseñadas para lavar dinero de manera efectiva. Esta actividad requiere un sofisticado análisis financiero para ocultar los flujos ilícitos, llegando a operar extensas redes de negocios aparentemente legales que se extienden por diferentes países e incluso continentes. Mediante esta estrategia logran integrar sus ganancias ilícitas en la economía formal, dificultando su detección y persecución por parte de las autoridades.

Comparación con agencias de inteligencia gubernamental

La principal diferencia entre las organizaciones criminales transnacionales y las agencias de inteligencia gubernamentales radica en que las primeras no están sujetas a restricciones éticas ni legales, ni a las dinámicas burocráticas institucionales. Esto les permite actuar con mayor agilidad.

Sin embargo, es necesario tener en cuenta que la inteligencia de estas organizaciones obedece a una adaptación más reactiva y pragmática. Está enfocada en la supervivencia y el lucro, mientras que los gobiernos procuran la estabilidad y la seguridad con un enfoque a largo plazo.

Además, estas organizaciones criminales carecen de una infraestructura formal de entrenamiento. Lo compensan con experiencia práctica y una notable capacidad de adaptación. Los cárteles dependen de sus operadores en el terreno. El Clan del Golfo se apoya en sus redes comunitarias, mientras que la ‘Ndrangheta, gracias a su estructura familiar, funciona como una forma de inteligencia institucionalizada sin necesidad de la formalidad estatal.

Conclusiones

Estas organizaciones criminales transnacionales efectivamente emplean herramientas de análisis de inteligencias y adicionalmente han logrado desarrollar capacidades que llegan incluso a rivalizar con las de algunos Estados. El combinar métodos tradicionales con tecnología moderna ha sido la estrategia en la que radica su éxito. Todo esto soportado en estructuras que obtienen y procesan la información con rapidez.

Los cárteles mexicanos optimizan rutas de contrabando, el Clan del Golfo coordina producción y distribución en una gran cantidad de municipios y la ´Ndrangheta infiltra economías legales para lavar dinero y dominar el tráfico de cocaína en Europa. Esta versatilidad les permite sostener operaciones transnacionales complejas desafiando las autoridades y adaptándose a entornos complejos.

Existen ejemplos específicos que ilustran la aplicación y evolución de la inteligencia criminal. La DEA documentó en 2022 la ‘Operación Escorpión’, en la cual, articulados con las autoridades mexicanas, se desmanteló una red del Cártel de Sinaloa dedicada al tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos. Esta operación reveló cómo el cártel utilizaba elementos del análisis de inteligencia para identificar rutas seguras y sobornar a funcionarios de fronteras. A través de esto, se adaptaban de manera ágil tras decomisos previos.

En Colombia, la Policía Nacional realizó la ‘Operación Atlántico’, en la cual capturó a 15 miembros del Clan del Golfo y decomisó 3 toneladas de cocaína que tenían como destino Europa. Entre los hallazgos se identificó un mapeo de patrones de vigilancia naval. Este ajustaba sus envíos marítimos en respuesta a la presión policial luego de la captura de “Otoniel”.

Europol lideró en 2023 la ‘Operación Eureka‘, dando un duro y masivo golpe a la ‘Ndrangheta. Capturaron a 100 miembros en ocho países de Europa. En este caso, se destacó cómo la mafia calabresa analizaba los puertos como Gioia Tauro y Rotterdam para optimizar el tráfico de cocaína, utilizando empresas fachadas para ocultar sus movimientos.

Los anteriores ejemplos reflejan cómo las capacidades de las organizaciones criminales transnacionales evolucionan y se adaptan bajo la presión de las fuerzas militares y de policía.

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