Cómo los grupos criminales se han adaptado a la era digital

El mundo cibernético ha ido evolucionando y los grupos criminales en América Latina han adaptado su modus operandi para maximizar sus beneficios.

Las innovaciones tecnológicas que ha traído la era de Internet han influido en las diversas economías criminales, desde el narcotráfico hasta el lavado de dinero. En México, los productores de drogas sintéticas —como el fentanilo y la metanfetamina— acceden a precursores y sustancias químicas altamente reguladas a través de vendedores en la web abierta y en la web oscura, quienes aseguran envíos exitosos de las sustancias a casi cualquier lugar del mundo. Del mismo modo, las criptomonedas están siendo ampliamente utilizadas por grupos criminales latinoamericanos, como el Cartel de Sinaloa, el Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), para lavar dinero producto del narcotráfico. Por su parte, grupos como el Primer Comando Capital (PCC) se han vinculado cada vez más a estafas en línea y al cibercrimen.

InSight Crime habló con Antonio Nicaso, profesor de Queen’s University en Canadá y director del Centro de Investigación de Cibercrimen de la Fundación Magna Grecia en Italia sobre cómo el crimen organizado se ha visto transformado por los avances tecnológicos en la era digital.

InSight Crime: ¿Cuáles han sido los principales cambios que ha enfrentado el crimen organizado en la era de Internet?

Antonio Nicaso: El genoma, el ADN de las mafias está cambiando y adaptándose a un mundo en constante evolución. En los últimos años, numerosas investigaciones han puesto en evidencia el cambio significativo del capital social de las mafias, la red de relaciones externas que siempre ha servido de columna vertebral del poder mafioso. Así, junto a las figuras tradicionales, como abogados, peritos contables y brokers, se puede decir que han surgido otras nuevas competencias.

Nuestra vida está ahora inmersa en la dimensión digital. No debemos considerar que los mafiosos son diferentes a nosotros. Hacen cosas diferentes a las nuestras, pero viven como nosotros en un mundo interconectado. Pero, al tener el dinero pueden contratar, por ejemplo, ingenieros de Inteligencia Artificial (IA) y pedirles que construyan un sistema cifrado para intercambiar mensajes y, al mismo tiempo, pueden contratar a gente y comprar computadoras especiales para minar criptomonedas, invertir en la llamada web oscura y blanquear dinero a través de criptomonedas.

Su dimensión ya no es análoga, sino que es una combinación de lo análogo y de lo virtual. Por eso, cuando hoy pensamos en una organización criminal, tenemos que pensar con una mentalidad nueva.

Creo que es una evolución que no debe asustarnos, pero sí creo que es una dimensión a la que tenemos que hacer frente y tenemos que actuar de una manera muy rápida, por lo que no se puede seguir pensando que la cibercriminalidad y la criminalidad organizada son dos entidades diferentes.

IC: ¿Cómo se han adaptado las organizaciones criminales latinoamericanas al mundo del cibercrimen?

AN: En 2018, durante una investigación llevada a cabo en Holanda, Bélgica, Alemania, Luxemburgo e Italia, se interceptó una conversación en la que un intermediario colombiano, se disponía a pagar un envío de cocaína a narcotraficantes brasileños en bitcoins. Pero el trato se cayó porque en ese momento los narcotraficantes brasileños vinculados al PCC no sabían cómo manejar este tipo de transacciones. Pero sorprendentemente pocos años después, la misma organización comprendió plenamente la importancia y las oportunidades que ofrecen las criptomonedas. Y hoy en día, hay varios casos de personas vinculadas al PCC implicadas en grandes inversiones en criptomonedas. El Comando Vermelho (CV) en Río de Janeiro, también está fuertemente involucrado en el negocio de Internet.


IC: ¿Cómo ha cambiado la identidad de los grupos criminales en la era de Internet?

AN: Históricamente las organizaciones criminales siempre han sido grandes comunicadoras. Ahora se comunican a través de un nuevo sistema.

Las redes sociales, por ejemplo, son otra forma de controlar el territorio. Es una extensión del territorio físico. Es una forma de construir una marca, de convencer a la gente de que su filosofía es la ganadora: “Mírame, puedo permitirme todas estas cosas. Si quieres ser como yo, únete a mí”.

También es una forma de construir una nueva narrativa. Por ejemplo, la idea de que el Estado está contra ellos, de que tienen que luchar contra la marginación… todos estos son mensajes que se transmiten a través de Internet para construir un nuevo sentido de identidad, un nuevo sentido de pertenencia.

IC: ¿Cuáles son los principales retos en materia de seguridad para enfrentar esta dinámica?

AN: Todavía existe una brecha en la aplicación de la ley. Por ejemplo, en Italia y en muchos otros países, solo pueden utilizar hackers para la ciberseguridad, mientras que en otros pueden utilizar hackers para acceder a los sistemas de comunicación utilizados por los criminales. 

Tenemos que poner en marcha una nueva estrategia, una estrategia global para hacer frente a una criminalidad organizada que es cada vez más híbrida, que trabaja en línea y fuera de línea. Necesitamos utilizar la inteligencia artificial, necesitamos utilizar algoritmos para combatir y desafiar esto, para hacer frente a esto. Así que si seguimos luchando contra las organizaciones criminales con el sistema tradicional no iremos a ninguna parte. Nos quedaremos uno o dos pasos más atrás.

InSightCrime

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