Las criptomonedas son la última moda en el mundo financiero ya que ofrecen a los usuarios la posibilidad de conservar e intercambiar dinero sin la supervisión gubernamental.
Antilavadodedinero / Criptomonedasseico
Sin embargo, y de ahí la preocupación de las autoridades, las organizaciones criminales las están usando para ocultar sus ganancias de origen ilícito por toda Latinoamérica, según datos aportados por el portal InSight y recopilados por CriptomonedaseICO.
Aun cuando cada transacción con criptomonedas como el Bitcoin es información pública, la divisa en sí se guarda en “billeteras” anonimas a las que se acede usando una llave digital, lo que hace casi imposible identificar a los participantes.
El BTC es la criptomoneda preferida, no solo por la audiencia en general, sino por los grupos criminales. Y aunque es una entre un número creciente de diferentes criptomonedas, es la que más usan los delincuentes.
A continuación, se presentan cinco de las formas más comunes como el crimen organizado hace uso de la criptomoneda en América Latina.
1. Lavado de dinero
Lograr ocultar el origen del patrimonio criminal de alguien es quizás el reto más importante que enfrentan las organizaciones criminales. En este aspecto, las criptomonedas prestan el servicio más obvio y prevalente al crimen organizado.
A finales de septiembre la Policía Civil de Río de Janeiro detuvo a 12 personas por lavado de dinero mediante criptomonedas.
Los individuos hacían parte de una milicia que controla los barrios Muzema y Rio das Pedras de la ciudad y habían estado usando bitcóins para ocultar las rentas derivadas de la extorsión a negocios locales.
Mientras tanto, en México, la Unidad de Inteligencia Financiera mexicana (UIF) está tratando de frenar el lavado de dinero de criptomonedas al desmantelar las bolsas de criptomonedas que operan ilegalmente.
Estos intercambios son a menudo utilizados por bandas criminales. La procedencia del dinero se oscurece aún más por la compra de pequeñas cantidades de bitcóins repartidas en muchas carteras anónimas.
2. Secuestro
Aunque el lavado de dinero oculta las rentas ilícitas después de ocurrido el hecho, muchas bandas han comenzado a operar en bitcóins desde el inicio para ocultar sus identidades de manera aún más efectiva. De ahí la prevalencia de los pagos de rescates en bitcóins.
3. Extorsión mediante secuestro de datos
Los pagos de rescates en criptodivisas no se limitan al secuestro tradicional, son mucho más comunes en la práctica criminal de secuestro de datos corporativos.
Luego de un ciberataque, la procesadora de carnes brasileña JBS, que cubre la quinta parte de la demanda estadounidenses, pagó un rescate de US$11 millones en bitcóins.
El grupo responsable fue llamado “REvil” por las autoridades estadounidenses y al parecer tenía nexos con Rusia.
Este tipo de ataque se conoce por lo general como ataque con cibersecuestro de datos (ransomware), y consiste en robar datos corporativos o bloquear sistemas informáticos.
Según Yonatan Streim Amit, cofundador de la firma de ciberseguridad Cybereason, la disponibilidad de criptodivisas ha acelerado los cibersecuestros de datos a gran escala, pues facilita el movimiento de gruesas sumas de dinero del rescate entre fronteras en cuestión de segundos, de una forma que “en cierta forma es imposible de rastrear y definitivamente incontrolable”.
4. Estafas con criptomonedas
La publicidad en torno a las enormes ganancias que algunos han logrado invirtiendo en criptomonedas las han hecho un instrumento de primera para estafadores organizados que venden planes para “hacerse rico rápidamente”.
Este esquema, y otros similares, atraían a inversionistas con la promesa de altos retornos garantizados generados por inversiones en criptomonedas. En realidad, era un esquema ponzi que pagaba “retornos” a antiguos inversionistas con dinero tomado de las nuevas víctimas.
Dado que los inversionistas hacen sus aportes mediante compras de criptodivisas, es especialmente difícil rastrear estos fraudes.
5. Ciberlavado
El uso de criptomonedas para el lavado de dinero u otras actividades delictivas requiere que los grupos mantengan grandes cantidades de monedas digitales sin levantar sospechas.
Para responder a esta necesidad, ha surgido una economía criminal secundaria en la que las organizaciones reclutan “ciberburreros”, jóvenes cuyas identidades se usan para la adquisición de grandes volúmenes de la criptomoneda mediante lo que parecen ser muchos compradores distintos.
Al ocultar una sola compra grande de bitcóins dentro de muchas transacciones aparentemente pequeñas, el crimen organizado puede evitar ser detectado y seguir aprovechándose de la opacidad que ofrecen las criptodivisas.