Cuando Kim Kardashian compartió un vídeo a TikTok con su hija North en el que la pequeña aparecía vestida como su padre, las redes sociales enloquecieron ante semejante osadía… ¿Estaba Kim mofándose de su ex?
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Sin embargo, lo que nos inquietó en la redacción fue imaginar que North estaría recibiendo miles de comentarios al respecto, y entre ellos, cómo no, muchos de odio, por lo que quisimos saber cómo puede afectarle a un menor tener semejante repercusión social a una edad tan temprana. Kim explicó recientemente las normas que le ha puesto a su hija para usar TikTok.
«Sólo puede utilizarlo en mi teléfono. Y no puede hacer ‘scroll’ y ver otras publicaciones. Tampoco leemos comentarios», reveló. Sin embargo, por más que la empresaria mida las acciones de su hija en las redes sociales, la presencia de menores en el mundo digital es muy controvertida.
En la actualidad, los niños españoles pasan de media 134 minutos al día entre Instagram (54 min/día) y TikTok (80 min/día), por lo que es conveniente analizar si realmente las redes y la sobreexposición no pueden ocasionar algunos problemas si no se trata el tema con cautela. En el caso de los hijos de los famosos las repercusiones son aún mayores, pues cuentan con inmensas audiencias. ¿Cómo puede afectar a un menor tener un seguimiento de millones de personas?
“Ser ‘influencer’ se ha convertido en una nueva profesión para los menores de edad. Antes querían ser futbolistas, médicos o profesores, y ahora uno de cada tres menores españoles dice que quiere ser ‘influencer’, según un estudio del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud”, explica Eduardo Cruz, CEO de Qustodio, la plataforma de seguridad digital para las familias. Añade que la búsqueda del éxito en redes sociales al subir contenido desde edades tempranas puede tener varias consecuencias:
- Exceso de revelación de información privada: dónde vive su familia, qué problemas familiares tienen…
- Exposición de la intimidad personal: haciendo ‘streaming’ se puede transmitir mucha información sensible sobre problemas personales cuya revelación puede tener consecuencias negativas a medio-largo plazo.
- Problemas de amistades: dedicar mucho tiempo a las redes sociales reduce el tiempo de vida social.
- Inseguridades: el ‘influencer’ está expuesto a comentarios, críticas, faltas de respeto…
“Los padres deben de tener en cuenta que, al estar más expuestos, los problemas que se derivan del uso de redes sociales por parte de los menores se pueden llegar a multiplicar en su caso. Muchos progenitores piensan que esta práctica no es peligrosa, sin ser conscientes de que existen importantes riesgos, como el ciberacoso, el robo de datos, el ‘grooming’ (acoso y abuso sexual online) o la suplantación de identidad. Una vez que se publica un contenido, se deja de tener control sobre su alcance. Y en su caso los riesgos se multiplican al estar mucho más expuestos”, matiza.
Por su parte Marc Masip, psicólogo de adición a nuevas tecnologías, no cree que ningún padre ni madre tuviera que permitir a sus hijos tener un perfil social antes de los 16 años ni antes de lo que su salud mental y su bienestar familiar y académico marquen. “Me parece una negligencia paternal bestial. Le va a afectar, pues aunque quizás le pueda beneficiar económicamente, son aún unas criaturas… ¡Es una temeridad! Estamos dando a un niño un Ferrari de 300 caballos para que conduzca sin saber hacerlo y sin saber cambiar de marchas.
Es una temeridad aunque seas tú quien lleva sus redes, porque estás tomando una decisión por alguien que quizás no va a estar de acuerdo con lo que ha ocurrido cuando sea mayor. Quizás en el futuro diga que no quería haber tomado este camino, por lo que le estás dando un camino sin retorno.
e tiras a la palestra de la fama cuando tal vez quería ser anónimo. Estás decidiendo por tu hijo y su futuro. Has tomado una decisión vital por tu hijo: has decidido que va a ser famoso. Si decide que no quiere serlo en el futuro, podrá (¡o no!) conseguirlo, pero si lo logra, le has obligado tomar medidas innecesarias que jamás hubiera tomado si eso no hubiera pasado, por lo que habrá un enorme sufrimiento detrás”, asegura.
Por si fuera poco, las nuevas actualizaciones de Instagram potencian el formato vídeo y las cuentas públicas, cuyos posts podrán aparecer recomendados en los perfiles de otros usuarios sin necesidad de que les sigan. “El contenido en redes sociales va encaminado hacia el vídeo. Solo hay que ver el éxito de TikTok, los nuevos cambios que está generando Instagram… ¡Hasta Twitter intentó incluir ‘stories’!
Sin embargo, hay que tener especial cuidado con el uso que le dan los menores. Un vídeo expone más que una foto y es más sencillo que se haga viral, por lo que, hay que vigilar el contenido y el alcance que puede tener todo aquello que subamos a las redes”, indica Eduardo Cruz, que explica que aunque a veces pensamos que únicamente los famosos suben imágenes o vídeos de sus hijos, tal y como indica el estudio Kids Online, es mucho más habitual de lo que parece.
De hecho, nueve de cada 10 familias españolas comparte al menos una vez al mes imágenes o vídeos de sus hijos, y tres de cada cuatro lo hacen sin el consentimiento de los menores. “Hemos convertido en algo habitual una práctica que no debería de serlo, principalmente porque son los propios padres los que exponen a sus hijos. No podemos pedir a nuestros hijos que tengan cuidado en internet si luego los padres somos los primeros que los exhibimos en nuestras redes sociales. Tenemos que entonar un discurso más coherente entre lo que recomendamos a nuestros hijos y lo que subimos de ellos en nuestras redes sociales”, asegura.
Nos preguntamos si puede ocasionar algún problema para estos menores ver que en sus redes tanta gente les sigue, pero quizás, en el mundo real, sus acciones son tan celebradas. Marc Masip resuelve nuestra duda. “Cuando un usuario muestra en su vida virtual maravillas y grandes lujos, lo que pasa después es que su vida real no suele estar acorde con ese postureo. Eso genera un espacio enorme de frustración, amiga de la adicción y de la depresión”, explica.
“Por si fuera poco, además, muchas veces las redes sociales están cargadas de ‘inputs’ negativos: críticas, comparaciones, ataques personales… Y la negatividad es muy difícil de aceptar para un menor, ya que les genera una inseguridad excesiva para su edad. Además, los niños extrapolan el ‘ciberbullying’ a su vida real, por lo que una crítica severa vía ‘online’ puede generarles sufrimiento en el día a día”, dice Eduardo Cruz.
“De todos modos, si un menor no tiene tanto “éxito” en su vida ‘offline’, es fácil que se encierre en su vida ‘online’. Por eso es fundamental mantener un equilibrio entre ambos ámbitos de los menores, un balance que les permita disfrutar de la tecnología sin interferir en su madurez y desarrollo personal”, señala para finalizar.