(03 de febrero, 2014).- Si algo caracteriza las opiniones que en los últimos meses se han hecho sobre los procesos de autodefensa en Michoacán, es la desconfianza, la incredulidad y la suspicacia. Pareciera que miles de habitantes de una región azotada por las acciones del crimen organizado y la ineficacia gubernamental, no fueran capaces de organizarse, discutir y tomar acciones para frenar la situación de violencia que padecen. Al final de muchas líneas escritas, ésa es la sensación que prevalece, o por lo menos, la que muchos analistas y distinguidos expertos en la materia, dejan asomar entre líneas.Luego de varios viajes a las distintas zonas de conflicto, he podido cerciorarme, no sólo de procesos sociales complejos que rebasan las valoraciones entre buenos y malos, sino de interesantes proyectos e iniciativas, que tratan de reconstruir el tejido social a partir de un nuevo pacto entre habitantes de las varias regiones que se han incluido en el genérico Tierra Caliente: desde los valles de Lombardía y Apatzingán hasta las tierras –en efecto áridas y calientes– de Buenavista Tomatlán, Tepalcatepec y Parácuaro, pasando por las serranías de Tancítaro y Coalcomán, con rumbo a los territorios más cálidos de Chinicuila y Aquila. Una gran cantidad de situaciones tienen lugar día con día, los hilos están moviéndose constantemente y no están atados a lo que el Estado pretende imponer como agenda para la solución del conflicto. Pero la gente tampoco está sólo al pendiente de si las autodefensas o los comunitarios (como se les llama aquí) avanzan o no lo hacen, si se desarman o no. Las cosas son mucho más claras: no se depondrán la armas pero tampoco se actuará para provocar a las fuerzas federales y militares. No se dejará de cumplir con las tareas de seguridad a nivel comunitario y si hay un ataque de parte de algún cártel, será repelido sin mesura.En un país con alto índice de venta de armas en el mercado negro, lo importante, más que de dónde vienen, es qué se hace con ellas. Todos estos territorios organizados y con presencia de los Consejos Ciudadanos de Autodefensa, son lugares en donde la vida cotidiana va acompañada de una cultura de rifles y escopetas para la caza, pero también del uso de pequeñas armas para la defensa hogareña; de un escenario tal, el paso al uso de rifles de asalto y escuadras no es tan abismal. Desde afuera, una gran parte de la opinión pública no está interesada en saber cómo se han formado los adultos y jóvenes, mujeres y hombres, que habitan en la región, cómo han podido soportar las extorsiones y desapariciones, las muertes al por mayor y las violaciones sexuales a las mujeres. Lo más importante, para periódicos y semanarios, es saber a quién le compran las armas, qué cartel está metido ahí o qué mercenarios están dirigiendo el movimiento.Tal vez sea la crudeza del Dr. Mireles –las frases contundentes de susprimeras declaraciones– la que atrajo la atención sobre el asunto del levantamiento armado. Sin embargo, luego de cruzar de un lado a otro los territorios controlados por los comunitarios, vemos con certeza, que la realidad está cimentada en una organización popular que va más allá de mantener una economía de guerra. Poco a poco aflora la necesidad de replantear la organización social y política en las zonas liberadas para transitar de una situación de excepción a una paulatina calma.Consejos populares para recuperar la vida arrebatadaJosé Gabriel Pelayo, habitante del municipio de Chinicuila y facilitador de procesos organizativos, nos cuenta con mucha tranquilidad, la manera en la que su municipio lleva ya una década de reflexión acerca de los problemas que aquejan a la población: la corrupción de la policía municipal, el contubernio de las autoridades municipales con las estructuras del crimen organizado, el cobro de cuotas establecidas por Los Caballeros Templarios, el bloqueo que sufren los productores agrícolas cuando se niegan a pagar las cuotas. Una letanía de agravios que coinciden con los de otros municipios cercanos, como Coalcomán o Cohuayana.Desde que el control de diversos cárteles era ya una estructura identificada, la vida en cada población de la región se fue diluyendo entre historias de terror y desolación. Antes de que la efervescencia por las autodefensas llenara los medios de información corporativos, muchos esfuerzos de denuncia se vieron truncados, nadie estaba interesado o se atrevía a registrar y potenciar la denuncia de lo que sucedía en buena parte del estado de Michoacán. La migración se convirtió en una válvula de escape y también en una fuente más segura para obtener ingresos. Pero el miedo continuaba en las calles, en las casas y en las familias.Toda esta década, que comienza con los Zetas y termina con los Caballeros Templarios, pasando por la Familia Michoacana, sirve para acelerar procesos que resultaban incipientes en estas alejadas poblaciones. La culminación en un levantamiento armado es la respuesta de la gente para defender su territorio y las comunidades. La presencia del ejército nunca ha ayudado, no ha servido para acabar con los cárteles.“Uno de los retos principales para nosotros es restablecer el tejido social, para que no sólo tengamos que defendernos de los sicarios sino de los diferentes tipos de gobierno, que aparentan apoyar y nos dejan con la misma incertidumbre […]. Están en los poblados más grandes, precisamente en la cabecera municipal y no alcanzan a llegar a las poblaciones” afirma Pelayo. Para él, el período de violencia sirve también para que la gente cobre conciencia y entienda que sólo ellos son los que van a resolver las problemáticas, nadie más, mucho menos instancias externas como los policías y los militares.Ante este escenario, por lo menos en Chinicuila, y ahora en muchos municipios de la región, se va construyendo un mecanismo más horizontal para la toma de decisiones y para regular las acciones de los comunitarios. Regular no significa frenar, tan sólo se trata de mecanismos organizativos donde más gente participa sin necesidad de tomar las armas, pero con el compromiso de tomar la palabra y la acción para acabar con los males, entre ellos, los partidos políticos.Hay muchas problemáticas que se vieron agudizadas por la violencia en la que se vivía; en palabras de Pelayo, hablando por ejemplo de un aspecto tan importante como el educativo, “sólo el pueblo puede tener la educación que necesita si la construye él mismo”. Éste es el carácter de los consejos populares en los que se comienzan a organizar las poblaciones. No sólo se trata de Chinicuila, ahora también están vinculándose a este proceso Buenavista Tomatlán, Coalcomán, Tepalcatepec, Los Reyes, Cohuayana y cada municipio con presencia de comunitarios.Tomando en cuenta que, prácticamente en todo el territorio controlado por los comunitarios, la gente ha recuperado su vida cotidiana con plena tranquilidad y con la conciencia de haber librado una guerra contra el crimen organizado, las cosas ya no pueden ser iguales. “La cuestión de la autodefensa ha sido una cosa muy buena que el mismo pueblo preparó para defenderse, el pueblo ha respondido muy bien, ha sabido apoyar a su autodefensa, ha sabido hacer su parte, estar siempre al pendiente, pero ver la manera de cómo cuidarse del gobierno” menciona Filomeno Sánchez, originario de Buenavista Tomatlán e integrante del Consejo Ciudadano de Autodefensas, mientras asiste a una reunión en la que se discutirá la cuestión política pendiente, luego de que se ha terminado con la presencia de templarios.Se recupera la vida pero no bajo las mismas condiciones, ahora quedan las experiencias de organización armada popular y de organización interna de los pueblos para respaldar a los comunitarios, así también para sustituir los huecos de gobierno que se originaron por su contubernio con el cártel. La gente se percató de que es posible un gobierno que no necesita de partidos políticos o gente externa que no conozca las necesidades reales e inmediatas.Dos mecanismos organizativos se van tejiendo conjuntamente, apoyados uno en otro para facilitar la existencia. Por un lado, los Consejos Ciudadanos de Autodefensa y por el otro, los Consejos Populares que “no están relacionados con ningún partido político, consejos apartados de cualquier cuestión política porque la necesidad de la gente es lo más importante y es en lo que estamos trabajando” aclara Filomeno al terminar su reunión.Tal vez sea una consecuencia de los combates a lo largo de casi un año, aunque también puede tratarse de lo que subyace en las poblaciones. Lo cierto es que ahora, por inverosímil que parezca, la situación es muy distinta de la que se hablaba con mucha tristeza y coraje hace tan sólo medio año. Hoy es posible ir a las poblaciones que, anteriormente asoladas por el narcotráfico y la violencia, se habían vuelto pueblos fantasma, cementerios de enormes proporciones; la vida se retoma en las calles y se vuelve cada vez más pública, hay mercados, hay ferias, las familias y las parejas se pasean en las plazas principales, las escuelas regresan paulatinamente a sus actividades y las actividades productivas vuelven a su cauce sin cuotas o amenazas. Incluso el precio de los productos de la canasta básica se modifica con la eliminación del cártel.Y muchos migrantes regresan, miles de personas que tenían bastantes años fuera de Michoacán, regresan “para ver a su pueblo, luego del levantamiento, porque hay la percepción de que ya no hay gente mala aquí” afirma Luis Alberto Herrera, habitante de Coalcomán e integrante del consejo popular local. “Ha aminorado el éxodo que se veía en años pasados, esto fue como una medida de contención a la migración, el hecho de que no hay criminalidad aquí, no hay violencia, no hay secuestros, no hay violaciones, no hay cuotas” sentencia nuevamente.Para muchos, la migración que se mantiene ya no es debido a los altos índices de criminalidad, sino a la falta de oportunidades y a una pésima economía, es decir, lo que ocasionó que muchos de los horrores en la región fueran posibles, no ha sido modificado y en esto se está trabajando a través de los mismos consejos populares.
La gente está organizándose colonia por colonia, cuadra por cuadra y se van creando los mecanismos para tomar decisiones respecto al futuro de los municipios que ahora son controlados por los comunitarios, así lo expresa el mismo Luis Alberto, respaldado por los demás asistentes a una reunión que tratará estos asuntos a nivel local y regional.El ejemplo de la lucha y de autogobierno de Cherán está muy erca. La idea de organizarse autónomamente es un referente que tiene amplia aceptación entre los habitantes y ha permitido suponer que es posible cambiar el rumbo social, político, económico y cultural en cada población organizada. Para muchos, los p’urhépechas se han vuelto un referente de esperanza porque han materializado lo que parecía imposible: lograr el reconocimiento de un gobierno horizontal, regido por una asamblea general que no contempla la participación de partidos políticos.Tomando en cuenta que, en las elecciones estatales de 2011, toda la región de levantamientos fue el laboratorio para lograr la victoria del Partido de la Revolución Institucional (PRI) a través de las operaciones de Los Caballeros Templarios, la convicción de no pasar nuevamente por una situación similar, deja una semblante diferente en la población. Al saber que en Cherán, luego del levantamiento del 15 de abril de 2011, no sólo se había corrido al crimen organizado, sino también a los partidos políticos, los ojos de los comunitarios y de las familias que apoyan en el día a día, se iluminan.Las distancias se van borrando cada día más. Por un lado, los Consejos Ciudadanos de Autodefensas continúan sus avances en la toma de poblaciones; por otro, la meseta p’urhèpecha se consolida cada vez más, como un espacio en donde las experiencias de gobiernos autónomos son viables y concretas. Cherán y Nurío son los pilares, sin embargo el bagaje de experiencia política es más amplio y profundo. Basta con mencionar que el municipio de Los Reyes, puente entre la meseta y Tierra Caliente, tiene ya la presencia de los comunitarios en su cabecera y en las comunidades del sur, así como a las rondas comunitarias en las comunidades del norte.Lo que sucede en Michoacán es algo claro para quien despeja las versiones de caos e ingobernabilidad. Lo que sucede es que la población que habita en este territorio, está cada vez más consciente de que es necesario organizarse para combatir a la delincuencia y para recuperar o construir formas de gobierno que respondan a las necesidades de la gente. Para eso no son necesarios los partidos políticos ni los funcionarios corruptos, todo lo contrario, se requiere de unidad entre la población que, hasta ahora, ha demostrado ser capaz de combatir al crimen organizado y recuperar su vida.Revolucióntrespuntocero.com
. Share Tweet
Share
Share