Un elefante no sale de una cristalería sin romper la mejor vajilla. Así son los escándalos judiciales que atormentan la campaña electoral para las elecciones legislativas del 10 de marzo en Portugal.
Si las elecciones anticipadas se desencadenaron por la dimisión del primer ministro António Costa, acusado de tráfico de influencias, que derribó un gobierno con mayoría absoluta, el lastre de la corrupción persigue al Partido Socialista, con la condena por el Tribunal de Apelación de Lisboa del ex primer ministro José Sócrates para responder por 22 delitos de corrupción, blanqueo de dinero y falsificación de documentos.
Todo ello después de que el Tribunal de Instrucción Criminal de Lisboa sólo hubiera validado seis delitos ante la fiscalía. Los socialdemócratas comenzaron…
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