El codirector de Insight Crime, Steven Dudley cuenta desde su centro de investigación se encontraron con factores determinantes del cambio climático que, en contextos dominados por el crimen, se ven acelerados.
Por El Espectador/ALD
Dudley, explica que los grupos de crimen organizado llevan años ocupando extensiones de tierra para ganadería extensiva, pues desde los ochenta, grandes narcotraficantes se han metido en esa industria y han extendido sus tierras tumbando árboles, en regiones cocaleras y zonas que deberían ser más protegidas por el gobierno, como reservas naturales donde, si bien también hay deforestación de otros ganaderos, en el caso de los narcos se acelera por el capital que manejan.
Cuenta el experto que otros narcos han acumulado capitales de manera ilegal buscan actividades para lavar grandes cantidades. “La palma es la principal que hemos observado, y la hemos visto en Colombia, Honduras y Guatemala, países en los que se cruza el crimen organizado con intereses económicos”
Dudley dice que se impacta a ciudades intermedias, como Bucaramanga, donde el crimen ha acelerado unos proyectos de construcción en zonas protegidas. Lo mismo sucede en Honduras, que hay una deforestación rapidísima en los lugares de la biósfera más frágiles, donde también se concentra el tráfico de drogas.
Indica que en Latinoamérica la ley tipifica un crimen contra el medioambiente; siendo las penas muy leves; y la respuesta institucional como la falta de recursos, falta entrenamiento de los investigadores y hay altas posibilidades de corrupción entre los entes reguladores, judiciales y fuerzas de seguridad. Esos aspectos hacen que la regulación del medioambiente sea aún más difícil, porque no es una prioridad ni para el Estado ni para las mismas comunidades