Cuidado con la bicicleta financiera y el esquema piramidal

 En economía se conoce como esquema de pirámide o estafa piramidal a un esquema de negocios en el cual los participantes recomiendan y captan a más clientes con el objetivo de que los nuevos participantes produzcan beneficios a los participantes originales. Se requiere que el número de participantes nuevos sea mayor a los existentes.

Esquema piramidal
Por ello se da el nombre de pirámide. Un esquema piramidal funciona mientras existan nuevos participantes en cantidad suficiente. Cuando la población de posibles participantes se satura, los beneficios de los participantes disminuyen y muchos participantes terminan sin beneficio alguno tras haber financiado las ganancias de los primeros.

Este tipo se denomina pirámide “abierta”: hay muchos participantes que, en teoría, conocen la estructura del negocio, aunque muchos de ellos no son bien informados ni entienden el

concepto de saturación. Y justamente por esto es que estos fraudes funcionan, claro está, mientras duran. 
Este tipo de sistema se considera ilegal en varios países (Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, China, etc). Un tipo de pirámide particular (pirámides “cerradas”) son los Esquemas Ponzi, donde una persona o una institución funciona como dueño de la pirámide, pero se presenta como un mediador de inversiones.

No hay inversiones
Así, el dueño de la pirámide recibe de los participantes aportaciones que promete invertir de nuevo y, al cabo de un tiempo, devolver la inversión inicial con muy altos intereses. 
Sin embargo, no existen tales inversiones, sino que se utilizan los aportes de los últimos participantes para sumar los intereses y devolver las aportaciones a los primeros participantes.

Las ganancias prometidas en estos esquemas son inusualmente altas. Y este punto es el llamador, el palito que se pisa en una trampa. A medida que los participantes van entrando, las ganancias van disminuyendo.

Cuanto mayores son las ganancias prometidas del negocio, más rápido se satura. 
Y así todo funciona maravillosamente bien hasta que un buen día, alguien duda de la solvencia, o muchos reclaman al mismo tiempo la inversión, y el esquema quiebra: algunos pocos se llevaron todo el dinero y la mayoría perdió hasta el último centavo.

Estados Unidos 
Esto fue lo que pasó en 2008 cuando se pinchó la burbuja de las hipotecas en Estados Unidos, que desató la crisis mundial que dura hasta el día de hoy. Con un mundo desarrollado (los países ricos) que no puede salir todavía de la recesión, con un tendal de pequeños ahorristas fundidos (los que pagaban hipotecas de casas, perdieron las casas y el dinero que habían aportado hasta ese momento).

Bernard Madoff fue el financista que desató la tormenta. Aplicó un esquema Ponzi y es considerada la mayor estafa de la historia: el fraude se valuó en 50.000 millones de dólares. Hoy purga una condena de 150 años de prisión. Aunque es el único preso, en el medio de una jungla de estafadores. Mal paga el diablo…

Deuda externa y Lebac
Nuestra economía argentina tiene este virus de las burbujas especulativas en la sangre: la deuda externa sumada a las Lebac equivalen a una cantidad de dinero en danza que no se sabe muy bien cómo se va a pagar. Y ante la duda… pedimos más deuda para pagar la que ya pedimos.

En el caso de la deuda externa, como el mercado internacional ya no nos presta avizorando este esquema, acudimos al FMI.

Y en el caso de las Lebac, para que estos pesos no se vayan al dólar (que empieza a escasear), se prometen cada vez ganancias más elevadas. ¿A cuánto de la saturación estaremos?

Es una pregunta que no tiene respuestas. Lo que sí sabemos es que tenemos una economía en recesión, con alta inflación, con destrucción de industria nacional y avalancha importadora, con menos gasto público (rutas, hospitales, escuelas, etc.), con destrucción de empleo, precarización, y por otro lado, una fuga de capitales al exterior récord.

También sabemos que cuando una burbuja se pincha, hay unos pocos privilegiados que logran sacar sus ahorros, y la gran mayoría no. Y que esa gran mayoría siempre son los más pequeños ahorristas.

Y para despedirnos, el consejo: desconfíen de los negocios fáciles, con ganancias altas, sorteos que ganaron de la nada, cadenas de la prosperidad y versos por el estilo. Suelen ser estafas.

ALD/Nuevodiarionews

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