La denuncia recién le llegó la semana pasada. El fiscal solicitó inmediatamente varias medidas y documentación ampliatoria al denunciante.
La próxima semana, Sayagués presentará un nuevo escrito acusando al banco por “defraudación tributaria, estafa por balances falsos, destrucción de la contabilidad en negro, falsificación documentaria y asociación para delinquir”. Además, con documentos a la vista, puso en conocimiento del Banco Central las circunstancias y hechos que le permitieron al mencionado banco trasladar en forma ilegal desde Argentina a Uruguay decenas de millones de dólares, que personas que no los tenían declarados entregaban en una “cueva”.
El abogado también envió toda la información en su poder al Banco Central de Suiza y a las embajadas suizas en Uruguay y Argentina, ya que la sede central del Heritage se encuentra en Ginebra.
¿Qué dice la denuncia ante el Banco Central?
En el escrito presentado al presidente del Banco Central, Washington Ribeiro, al que Caras y Caretas tuvo acceso, Sayagués expresa: “Venimos a poner en su conocimiento una serie de gravísimas irregularidades cometidas durante muchos años por un banco suizo que trabaja en plaza. Obviamente, bajo el control y la supervisión del organismo que usted dirige”.
Enseguida asegura que está “en condiciones de brindar a todo el directorio el conocimiento pleno de una maniobra que se desplegó durante más de ocho años, y que fue olímpicamente ignorada por las dependencias de ese Banco Central encargadas de la vigilancia de la conducta financiera y comercial de la banca privada.
Las dependencias del BCU competentes para la fiscalización de la banca privada tuvieron pleno y cabal conocimiento de toda esa saga delictiva. Eso se puede probar fácilmente. Ocultaron, o disimularon si se quiere, toda la saga ilícita y delictiva del banco Heritage”.
Afirma que “la saga delictiva incluyó lavado de activos desde Buenos Aires por muchos años y por enormes montos de dinero. Utilizando una doble contabilidad que, luego de que los depositantes ‘en negro’ terminaban su relación con el referido banco, se destruía para no dejar rastro alguno de esa operativa ilícita”.
El abogado explica cómo accedió a los documentos que prueban las maniobras. “Sucedió que, por un error garrafal de los abogados de ese banco, más de cuarenta estados de cuenta de esos depositantes que utilizaban los servicios para burlar al fisco argentino, están en nuestro poder. Obtenidos en forma legítima, legal y autorizada judicialmente. Con anuencia judicial para divulgarlos sin limitación alguna”.
Responsabiliza “por omisión” a funcionarios del BCU pero exime a su directorio, “el que, seguramente, nunca fue debidamente informado de la totalidad de los hechos”.
En tal sentido, apunta contra Valentina Larrobla, gerente legal y de cumplimiento, es decir, la responsable de informar al BCU cualquier irregularidad constatada.
Reseña de hechos probados, según el abogado Sayagués
A continuación, la reseña de los hechos informados al BCU y que “están probados”, según afirma el abogado.
“En el año 2009 operaba en plaza el Banco Surinvest, debidamente autorizado. También contaba con autorización –uruguaya y argentina– para trabajar como banco en la República Argentina, donde tenía una sucursal abierta en forma pública y legítima. Aunque ya se dedicaba, en forma encubierta, a recoger dinero de ciudadanos argentinos que no los declaraban ante los organismos fiscales de su país (dinero ‘en negro’) y a esconderlo en nuestro país. Pero también tenía actividades regulares y lícitas.
En el año 2009, un banco suizo, Banque Heritage, compró el Surinvest y se instaló en nuestro país.
De inmediato clausuró la sucursal en Buenos Aires, pero solamente en forma administrativa, porque la mantuvo abierta clandestinamente. Instaló tres ‘cuevas’ clandestinas. Una de ellas funcionaba en el Hotel Trianón, en la Recoleta, y era gestionada por una exgerente de Surinvest, llamada Elena Nazarenko. Las otras dos ‘cuevas’, según informó Nazarenko, estaban gestionadas por otros dos gerentes: Roberto Callander y Valeria Irazábal”.
Agrega que “hay cantidad de documentos y declaraciones testimoniales que prueban esa operativa. Los gerentes, desde las ‘cuevas’ clandestinas, recogían grandes sumas de dinero de contribuyentes argentinos que no declaraban esas sumas a la AFIP, incurriendo así en el delito de defraudación tributaria.
Esos clientes, ante la Fiscalía uruguaya, admitieron que entregaban importantes sumas de dinero en la oficina clandestina del Hotel Trianón, que las entregas se hacían sin recibos y que no había documentación de las cuentas.
Cuando deseaban hacer algún retiro, lo informaban verbalmente a la gerente clandestina y ésta les indicaba el lugar donde debían concurrir a retirar el dinero (nunca el mismo), debiendo preguntar por una persona a quien se llamaba solamente por el nombre, e invocando que venían de parte de la gerente, recibían su dinero siempre sin firmar recibo alguno.
El dinero era transportado en efectivo por diversos mensajeros. Lo retiraban en la caja de Banque Heritage en su sede central de calle Rincón en Montevideo, lo pasaban en valijas por el río y lo dejaban en el lugar y a la persona que les había indicado la gerente”.
Sayagués enfatiza que “todo esto está probado documentalmente por los estados de cuenta proporcionados por el banco a Fiscalía y su auditora, Price Waterhouse Cooper. Además por las declaraciones de los depositantes en Fiscalía y las que hicieron los mensajeros y los listados de entregas que hicieron durante sus respectivos períodos de trabajo como transportistas. Listados confirmados ante Fiscalía por los depositantes argentinos.
Como es obvio, no había controles de ningún tipo de parte de los funcionarios de Banque Heritage. Nadie quería cruzar el río para no ponerse demasiado cerca de la AFIP. Los gerentes actuaban libremente y sin control de ningún tipo. O sea, los funcionarios competentes de Banque Heritage, con la Oficial de Cumplimiento (Larrobla) a la cabeza, estaban en flagrante e intencional omisión de sus deberes más elementales”.
Todo el circo funcionó como un reloj suizo durante muchos años. La clientela clandestina, de las clandestinas tres sucursales del banco también clandestino, porque en Buenos Aires no era banco legal, atraían cada vez más clientes. No se hacía, obviamente, publicidad de ningún tipo. Pero el “boca a boca” funcionaba muy eficazmente, tal como informaron todos los depositantes “en negro” en sus declaraciones testimoniales.
El dinero fluía constantemente a través del río y en cantidades cada vez mayores: cada una de las “cuevas” contaba con varios mensajeros.
Pero sucedió lo previsible. La confiabilidad de una de las tres gerentes se derrumbó. Por problemas de orden personal, Elena Nazarenko, comenzó a apoderarse del dinero de los depositantes. Lo que durante mucho tiempo le resultó muy sencillo, por la total carencia de documentación y de controles.
Pero, en el fondo, eso no era más que una estafa piramidal: se apoderaba del dinero de los clientes y luego iba atendiendo sus pedidos de retiros con los fondos de los nuevos aportantes.
Y como toda calesita financiera, está también llegó a su fin cuando un cliente, de nombre Raúl Zato, vino a Montevideo (cosa que ninguno de los depositantes hacía) a retirar el millón ochocientos mil dólares que había depositado. Se encontró con que no había dinero alguno depositado a su nombre: Elena se había llevado todo y ya no tenía posibilidad de reponer cifra tan importante.
Sayagués aporta al BCU datos personales de Zato y la copia del convenio por el cual el banco le devolvió todo el dinero que había entregado sin recibos en la “cueva clandestina” del Hotel Trianon.
La caída de Nazarenko impactó en el Heritage
El abogado explica que “como el robo de Nazarenko se difundía con inevitable rapidez, directivos del banco salieron de inmediato a la prensa, denunciando que una organización mafiosa, potente y de gran envergadura, había estafado al banco más de veinte millones de dólares. También anunciaban que el banco estaba plenamente solvente y que estaba devolviendo el dinero a sus depositantes engañados por la gerente infiel, devolviendo la totalidad. Y que habían corregido sus procedimientos de seguridad para que eso no se produjera nuevamente.
Era cierto en parte porque devolvieron dinero, aunque no todos cobraron la totalidad. Además cortaron el trasiego de dineros negros desde Buenos Aires a Montevideo. Pero esto fue recién en el 2017 cuando ya llevaban casi ocho años lavando dinero.
Por supuesto, nada dijeron que la estafa se había producido en Buenos Aires, donde el banco no podía operar lícitamente y, en realidad, ni siquiera era un banco. Era una mera patota delictiva que operaba en forma clandestina en habitaciones discretas de hoteles aún más discretos”.
Haciendo la del tero
Los directivos del banco formularon una denuncia penal contra la gerente infiel y toda su enorme y vasta organización. “Y repitieron el verso del robo de más de veinte millones de dólares”.
“Como se puede apreciar, la misma táctica del tero: que arma mucho lío y alboroto, bien lejos del nido donde están los huevos. Y esa maniobra de distracción fue secundada, y muy eficazmente, por los servicios administrativos del Banco Central del Uruguay”, afirma Sayagués.
“En el Banco Central había pleno conocimiento –eso está documentado– de la maniobra de lavado de activos desplegada en Buenos Aires. Pero en ningún momento dijeron algo sobre ese tema: lo ocultaron cuidadosamente. Es decir: faltaron a la verdad, acompañaron a Banque Heritage en sus mentiras.
Nada se divulgó sobre el hecho de que la maniobra delictiva, y toda la saga de lavados de activos, se había desarrollado en Buenos Aires, donde Banque Heritage NO ERA BANCO. Y, por ende, no podía actuar lícitamente como banco en aquel país. Pero el escandalete funcionó bien.
Aunque luego haya resultado que la ‘enorme organización’ era solamente la gerente Elena Nazarenko, ayudada por tres mensajeros (valijeros). Y resultó que los dineros que la gerente se apropió eran menos de tres millones de dólares”, afirma el abogado.
La denuncia de Banque Heritage a su gerente infiel se tramitó ante la Fiscalía Penal de Delitos Económicos y Complejos de Primer Turno IUE 573-612/2017.
“Los funcionarios del Banco Central no concurrieron a las audiencias, salvo cuando se trató de indagar a los cambios. El banco decía que el dinero iba de Montevideo a Buenos Aires (en caso de retiros de los depositantes) por medio de los cambios. Aunque los mensajeros declararon que los llevaban en valijas. Lo insólito fue que, cuando se tomó declaración a los cambistas, los profesionales del Banco Central aparecieron en tropel. Pero cuando el tema era con la operativa del banco… nunca vino ninguno”.
La nueva denuncia ante el fiscal Rodríguez
Con toda esta información y una importante cantidad de documentación probatoria, el abogado Sayagués presentará un nuevo escrito ante el fiscal Enrique Rodríguez, la próxima semana. Los documentos probarían no solo el lavado de activos según la primera denuncia, sino también “defraudación tributaria ya que el banco nunca pagó impuesto a la renta por sus utilidades en estas operaciones, estafa por balances falsos y falsificación documentaria, destrucción de documentación probatoria, es decir la contabilidad en negro del banco y asociación para delinquir”.
El Heritage inició un juicio civil reclamando veinte millones de dólares a Elena Nazarenko y a sus mensajeros. Ella aceptó condena penal por acuerdo abreviado. Pero de veinte millones no hubo ni rastro. Y Sayagués insiste con que “no robó ni tres millones”.
Parte del dinero que habían retirado del banco para llevarlo a Buenos Aires, lo entregaron al marido de Nazarenko, quien a fines del 2017 se suicidó. Solo uno de los valijeros, acusado de robo por el banco pero exonerado por la Justicia, trasladó a Buenos Aires en once meses casi cinco millones de dólares. Recordemos que había varios valijeros por cada una de las “tres cuevas” y las maniobras se hicieron durante 8 años. Sayagués estima que “se lavaron decenas de millones de dólares”.
¿Qué hizo el banco con el dinero negro recogido?, ¿dónde lo depositó y como?, ¿cuánto dinero negro ganó?, ¿lo blanqueó en Uruguay?, ¿cómo y dónde? Son preguntas que también deberán responder las jerarquías del banco.
¿Quién es Heritage Uruguay?
En el año 2007 adquirió el Banco Surinvest SA en Montevideo, que pasó a denominarse como Banco Heritage Uruguay y comenzó a funcionar como la única subsidiaria de éste en América.
En diciembre de 2013, Banque Heritage Uruguay compró los negocios de banca personal y banca corporativa de Lloyds TSB Uruguay.
En setiembre del año pasado dos de sus propietarios relataron al diario El País el origen de sus fortunas y cómo llegaron a Uruguay. Marcos Esteve dijo que es parte de una familia de origen catalán “que empezó con el hilado de algodón hace más de 170 años y trabajando para terceros. Decidimos extendernos en el negocio y así nos convertimos en traders de algodón.
Parte de la familia emigró entonces a EEUU y así empezamos a tratar directamente con productores y a exportar a distintos destinos. Hace unos 70 años nos diversificamos al café y hace unos 30 años nos extendimos al cacao. Hoy nuestra familia es uno de los cinco jugadores principales en cualquiera de estos tres commodities. Fundamos el banco Heritage en 1986 como una manera de manejar los ingresos de la familia.
Y luego nos asociamos con Sallfort Bank, propiedad de la familia Barth, en 2019. Operamos principalmente en Suiza y llegamos a Uruguay hace 20 años de la mano de IFC y Rabobank entonces accionistas de Banco Surinvest, al que terminamos comprando en 2010 y cambiando a continuación su nombre a Banque Heritage”.
Por su parte, Johannes Barth dijo que su familia se dedica al comercio del lúpulo desde 1794 con base en Núremberg. “Hoy tenemos el 40 % del mercado mundial y estamos presentes en mercados tan diversos como Australia y China. En 1981 nos instalamos en Suiza y allí fuimos abriéndonos paso hasta ser administradores independientes de bienes, asesores de inversión y luego banco. Cinco años atrás nos pusimos en contacto con Heritage y resolvimos fusionarnos porque, al compartir muchas similitudes, vimos que nos podíamos complementar muy bien. Nosotros cubríamos las zonas germanoparlantes de Suiza, mientras que ellos cubrían las francófonas. Esta unión tenía sentido para mí porque juntos podíamos unir fuerzas”.