Desarrollo educativo de la cultura preventiva del fraude en las Organizaciones

En su artículo Darwin Quevedo afirma: ” En muchas oportunidades las áreas operativas sienten que los controles de detección de fraude en los procesos productivos de la organización, pueden obstaculizar la toma de decisiones, sobre todo cuando esos controles son ineficientes”.

Darwin Antonio Quevedo Quintero, es Magister en Gerencia Mención Finanzas titulado de la Universidad Bicentanaria, en Caracas-Venezuela, con 17 años de experiencia en el área de Seguros, Control, Gerencia y Auditoría especializado en la prevención de Fraudes en el Sector Financiero con certificación del  National Insurance Crime Training Academy En el caso de empresas de servicios donde el factor tiempo juega un papel importante, la situación se agudiza.

La optimización de cualquier proceso de detección debe ir de la mano con los usuarios finales, de una forma macro, sin ahondar en las técnicas de fraude que es asunto clasificado de los especialistas de fraude. Inclusive la automatización de este proceso disminuye el margen de error y la subjetividad a la hora de la determinación de personas, situaciones, documentos o cualquier otra variable que pueda presentar una bandera roja.

La capacitación constante en la que deben invertir las organizaciones para poder lograr crear la cultura necesaria y relevante. Actualmente la percepción del fraude en la cultura general tiene un nivel de aceptación alarmante, a diferencia de cualquier otro tipo de delito, “el Fraude” se desarrollan mediante un proceso previo de preparación o rompe con la delgada línea de “hacer lo correcto” cuando la oportunidad lo permite, ejemplo de ellos son las películas y otras situaciones emblemáticas en la sociedad donde se idealizan los actos de fraude como eventos llenos de inteligencia y astucia.

El desarrollo educativo de la cultura preventiva de fraude en las organizaciones, no se fundamenta en entender los distintos escenarios en los que operan este tipo de delitos, en general la necesidad del bien común de la sociedad desde los principios y valores objetivos de hacer lo correcto en cualquier actividad, no solo profesional, sino, personal.

El fraude opera sigilosamente e incluso es indetectable cuando no contamos con la habilidad de realizar indagaciones a situaciones sospechosas, esto requiere un entrenamiento constante, tal cual como ocurre cuando una persona conduce y sabe cuándo debe continuar o detener su recorrido si la luz del semáforo cambia.

Es allí donde invertir para realizar preparación teórica, práctica y casos reales mercado donde se desenvuelven una organización es vital para crear la atmósfera adecuada para aumentar la protección y disminuir la frecuencia y severidad de este tipo de delitos, los clientes internos, también con todos los vinculados a la organización (Clientes externos, proveedores, entre otros)

Crear una cultura preventiva debe ser como un antibiótico de amplio espectro, abarcar más de los que se requiere pensando en el futuro audaz que promete mejorar sus técnicas para defraudar, para fortalecer las barreras de vulnerabilidades y crear el escenario adecuado de control.

Se deben desarrollar programas de entrenamiento y desarrollo, que incluya manuales, protocolos, procedimientos, planes de contingencia, en actualización constante y conociendo el entorno nacional e internacional.

Esto no es, solamente tarea de las áreas de control y auditoría, las organizaciones deben involucrar a todos los niveles y áreas existentes, así como se alinean los objetivos principales y de presupuesto, deben alinearse a través del entrenamiento constante para fortalecimiento de las habilidades adquiridas en la prevención, detección y actuación de las distintas fases del proceso productivo de la organización.

En el mundo corporativo, el manejo del fraude, tiene una connotación difícil de socializar. Esto es un obstáculo para el establecimiento de un adecuado “Programa de Prevención de Fraude”.

Establecer la adecuada percepción de control de fraude, tanto entre los colaboradores, como a todos los vinculados a una organización tales como; Clientes, Proveedores y/o terceros relacionados, requiere de una estrategia dirigida a enfocar los esfuerzos en minimizar la detección post mortem.

Las organizaciones que cuenta con un adecuado Programa de Prevención de Fraudes, que incluye actividades pro-activas hacia el personal interno de la organización, así como a todos los relacionados, genera un estado reputacional de mayor acción ante estos flagelos, generando mayor percepción de control de fraude y disminuyendo la exposición a eventos de esta naturaleza.

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