La Guardia Civil ha hecho un balance de las actuaciones delictivas de tráfico de drogas y otros efectos a través del vallado fronterizo, al cumplirse hoy un año del cierre de la frontera y los pasos fronterizos con Marruecos, a consecuencia de la alerta sanitaria de la COVID-19.
Antilavadodedinero / ElFaro
Explicaron que si bien la casuística delincuencial en el vallado fronterizo es diversa, el delito de tráfico de drogas del tipo ‘hachís’ y sus derivados es el más asiduo y constante, también se dan otro tipo de tráfico ilícitos como de ‘cocaína’ o de ‘medicamentos’.
A través de una nota de prensa, explicaron que en este momento han contabilizado 252 actuaciones delictivas, con el resultado de 126 personas detenidas, como presuntos autores de delitos de tráfico de drogas, 84 de ellas menores de edad, lo que supone el 66 % de los detenidos, que son utilizados con asiduidad para la recepción de la droga y la intervención de 201 kilogramos de drogas del tipo “hachís”, además de otros efectos como los descritos.
Relataron que el modus operandi es aprovechar la oscuridad, lugares propicios con abundante arboleda o matorral para la ocultación y también utilizar los desagües de las calzadas y cauces de los arroyos para la aproximación en la recogida de los paquetes con droga y la huida.
Evolución de las actuaciones delictivas Como se ha ido informando puntualmente, el cierre de la frontera ha conllevado una reestructuración de los servicios de la Comandancia, tendentes a la neutralización de las nuevas formas delictivas que antes de la pandemia nunca se habían dado.
En este contexto, conforme se han ido modificando esos tráficos ilícitos, tanto por mar como por tierra, la respuesta ha ido encaminada a la adaptación a esa nueva situación, que se constata que va en aumento en los últimos meses, al perfeccionarse las actuaciones delictivas y ser más asiduas, lo cual hace que los delitos se materialicen en escasos segundos, pese al esfuerzo de vigilancia que se realiza desde ambos lados del vallado.
El “volteo”de la droga a través del vallado se realiza de forma coordinada, siendo el método habitual de enlace entre los lanzadores desde el lado marroquí y los receptores en el español, “la llamada telefónica” previa.
Sabedores del cerco establecido, vigilan los movimientos de las Patrullas de servicio y los modos de actuar, llegando a utilizar triquiñuelas como “movimientos sospechosos para atraer su atención”, o el lanzamiento de “paquetes que contienen piedras”, a modo de señuelos, para desviar su atención y los recursos disponibles.
Al atardecer o durante la noche, a los paquetes les adosan “marcadores luminosos”, similares a los utilizados en la pesca deportiva, para ver su trazabilidad y no perderlos. Se ha constatado la utilización de “drones”, en varias ocasiones, que transportan ocultos en mochilas o vehículos, a los cuales les adosan “un dispositivo de enganche y suelta de la mercancía”; en una ocasión el dron se descontroló y llegó a impactar contra una vivienda, sin que afortunadamente se produjesen daños materiales o corporales.