Madrid no parece un buen sitio para Los Zetas, el violento cartel mexicano de las drogas y el asesinato. No hace tanto que Juan Manuel Muñoz Luévano, alias Mono Muñoz, presunto enlace en Europa del cartel, fue detenido y entregado a Estados Unidos antes de la pandemia.
Ahora, su sucesor en el cargo de embajador y jefe de la banda acaba en el viejo continente de ser detenido en una operación en la que la Policía Nacional, en cooperación con agentes de Estados Unidos y Colombia, se ha incautado también de 400 kilos de cocaína y ha hecho otra curiosa detención: ha caído El Repetido, nombre atribuido a un hermano trillizo de origen colombiano, muy conocido en el mundo del narcotráfico. La policía española no ha precisado sus identidades.
El embajador recién detenido llevaba una vida nómada por media Europa, pero sobre todo recalaba en Países Bajos y Madrid, donde tenía su morada. El jefe zeta europeo no paraba de reunirse con posibles clientes, aunque muchas de las citas eran para despistar. Pero en los últimos meses estuvo especialmente ocupado y, además, empezó a tomar más precauciones de la cuenta. Un alijo se estaba preparando.
Las sospechas se confirmaron cuando los agentes detectaron un encuentro con El Repetido, trillizo dedicado al narco en Colombia, donde los clanes criminales son a menudo mafias familiares (como los Mellizos, el clan de los Mejía Múnera). Las pesquisas no solo permitieron la detención de los dos conocidos narcos, sino también la intervención de Juan Manuel Muñoz Luévano, alias Mono Muñoz, presunto enlace en Europa del cartel de los Zetas.
Aunque su imperio del terror no ha acabado, Los Zetas han sido considerados durante años como los principales “generadores de violencia” en México. El cártel fue creado en los años 2000 por soldados desertores del Ejército y aplicó al crimen organizado la táctica de la propagación del terror civil, con un salvajismo que creo miedo en la población y las instituciones. Pero las propias rencillas internas debilitaron la organización, que se dividió en clanes. La organización se ha fragmentado de un modo que permanece confuso.
Además, la policía se ha incautado de 400 kilogramos de cocaína, 220.000 euros en efectivo, dos vehículos, 10 teléfonos y documentación de interés. En la operación han colaborado la Policía Nacional de Colombia y la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional de Estados Unidos (HSI).