Dos presuntos autores de una estafa de más de 76.500 euros han sido detenidos por agentes de la Policía Nacional en la localidad madrileña de Fuenlabrada. Los arrestados formaban parte de una organización delictiva, explican desde el cuerpo, que se dedicaba a sustraer dinero mediante phishing a través de correos electrónicos y mensajes de texto.
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Las dos personas detenidas como presuntos autores de un delito de estafa mediante el uso de tarjetas de crédito también están acusados de ser presuntos responsables de pertenencia a organización criminal y blanqueo de capitales. Y es que no solo conseguían dinero gracias a los datos robados, sino que lo blanqueaban comprando criptomonedas.
Suplantaban a entidades bancarias a través de correos y SMS con el objetivo de obtener los datos de las tarjetas de crédito de sus víctimas
Una estafa muy tecnológica
El grupo se dedicaba a distribuir masivamente correos electrónicos y mensajes de texto en los que suplantaban a entidades bancarias, la técnica que conocemos como phishing, para conseguir datos de tarjetas de crédito; una práctica sumamente extendida como comprobamos frecuentemente. Con la información que conseguían de sus víctimas, adquirían tanto teléfonos móviles de alta gama como tarjetas canjeables en moneda virtual.
La Policía Nacional ha explicado que tras analizar cientos de operaciones de compras fraudulentas de este tipo de tarjetas que luego convertían en bitcoins, lograron la identificación de los integrantes de la organización, que se ubicaban en España y también en Bélgica y Francia.
El dinero obtenido con el ‘phishing’ lo utilizaban para comprar unas tarjetas convertibles en criptomonedas con las que compraban bitcoins.
Además de detectar que las víctimas eran clientas de entidades bancarias tanto de España como de Hong Kong, los agentes del Cuerpo Nacional de Policía lograron recuperar siete dispositivos adquiridos presuntamente con el dinero de estas estafas y que tendrían un valor estimado total de 10.000 euros.
La organización delictiva a la que pertenecen tenía presencia en España, Marruecos, Bélgica y Francia y contaba con unas estructuras con funciones claramente asignadas entre todos sus integrantes. Pese a estas detenciones, la investigación sigue abierta.