Desde hace unas horas sé conoce que el exjefe guerrillero y recién congresista Jesús Santrich abandonó su esquema de seguridad y se desconoce su paradero.
El congresista durante más de un año ha estado en medio de un debate jurídico y político nacional. Un bloque de la justicia lo acusa de haber delinquido luego de la firma del acuerdo de paz, pero Estados Unidos lo está pidiendo en extradición. Pero para otro bloque de la justicia las pruebas son poco confiables porque fueron adquiridas bajo el famoso método del entrampamiento, ilegal en el derecho en Colombia.
Si Santrich escapó existe posibles conclusiones:
Primero, su escapé sería un retroceso al proceso de paz, a los sectores sociales y políticos que defienden el acuerdo y en general a las fuerzas progresistas del país. A pesar que la Fiscalía General insiste en torpedear el proceso de paz y de las presiones del gobierno Duque para deslegitimar la justicia transicional, aunque con este caso se le garantizó el debido proceso, la presunción de inocencia y los derechos políticos.
Segundo, Santrich realizó todo lo que el sector político detractor de la paz manifestó que iba a hacer, debilita la legitimidad de las instituciones de la justicia transicional y justificará ciertas medidas extremas en contra del proceso de paz.
Tercero, el partido FARC debe tomar la decisión de apartase de estos sectores, que han abandonado el proceso de paz. Como se sabe habría tres grandes sectores dentro del grupo de desmovilizados. Primero aquellos que están comprometidos con el acuerdo. Segundo, aquellos que han retomado las armas conocidos como grupos de disidencias. Tercero, lo que está en la “semiclandestinidad”, y no cumplen las citas de la justicia transicional, manifiestan que lo hacen por la inseguridad Jurídica y el incumplimiento del Estado colombiano, pero tampoco se han vinculado a las disidencias. Este partido deberá expulsar a estos sectores, ya que cada día que pase, el daño será más grande a los que mantienen la intención de cumplir lo acordado.
Cuarto, la decisión de algunos de estos mandos en la “semiclandestinidad” es absurda, porque refugiarse en Venezuela y defender lo que ellos llaman la revolución bolivariana es defender un régimen que se desmorona y que tiene prácticas abiertamente autoritarias.