La terrorista más buscada por el FBI, Ahlam Ahmad al-Tamimi, con una recompensa de cinco millones de dólares por su cabeza, vive en libertad en Jordania.
Antilavadodedinero / Infobae
Incluso, desde Amman realizó hasta hace poco un programa de opinión política y entrevistas para un canal palestino . Y nunca se mostró arrepentida de haber sido la inspiradora del atentado en 2001 organizado por el grupo palestino Hamas contra una pizzería de Jerusalén que dejó 15 muertos, entre ellos 8 niños. La justicia de Estados Unidos busca extraditarla desde hace años. Entre las víctimas hubo dos estadounidenses, una de ellas con un embarazo avanzado, y varios heridos.
Ahora, la Administración Trump está presionando fuertemente al gobierno jordano para que cumpla con el pedido. Si no lo hace, le impondrá sanciones. Pero el rey Abdullah se encuentra entre la espada y la pared. Si no extradita a Tamimi podría perder la crucial ayuda económica de Estados Unidos; pero si lo hace, se enfrentaría al poder de los palestinos que constituyen la mayoría de los habitantes de su país.
Tamimi, entonces una estudiante de periodismo de 20 años, fue el cerebro detrás del atentado y la persona que llevó hasta el lugar del hecho al terrorista suicida que se hizo explotar en el lugar. La conocida como “la masacre del Sbarro”, se produjo en el local de la famosa cadena de pizzerías que estaba en la esquina de las calles King George y Jaffa, en pleno centro de Jerusalén.
Cerca de las dos de la tarde del 9 de agosto de 2001, apenas unas semanas antes de los atentados del 11/S, Tamimi guió a Izz al-Din Shuheil al-Masri hasta una de las colas de los clientes que esperaban para hacer sus pedidos. El local estaba repleto. Al Masri tenía en su mano un estuche de guitarra relleno de diez kilos de explosivos. Cuando lo hizo explotar dejó 12 israelíes, dos estadounidenses y un brasileño muertos y otras 130 personas heridas. El local fue totalmente destruido.
Las Brigadas Izz Al-Din Al-Qassam, que formaban parte del movimiento de Hamas, detectó que Tamimi tenía un carnet de la Unión de Periodistas Palestinos que en ese momento le permitía entrar a Jerusalén para realizar reportajes. La reclutó y le dio como misión buscar los mejores objetivos donde atentar.
Tamimi señaló el Sbarro de una de las esquinas más concurridas de la ciudad. “Tenía que determinar el mejor momento para los ataques, cuándo podría haber mayor cantidad de gente en el lugar. Me sentaba allí, observaba mi reloj y contaba el número de personas que entraban en el lapso de una hora. Lo calculaba e informaba que, si la operación se llevaba a cabo en una hora determinada, el número de víctimas israelíes sería de por lo menos 30 e incluso pudiera llegar a los 50 sionistas, porque durante esa hora específica, 70 entraron al lugar”, contó Tamimi en una entrevista con una cadena de televisión iraní. Sbarro tenía al mediodía no menos de 150 clientes por hora.
Yocheved Shoshan, de 10 años, murió en el atentado y su hermana Miriam, de 15 años, resultó gravemente herida. Este es parte del testimonio de su madre, Esther Shoshan: “Estaba arriba esperando a mis cuatro hijas. Queríamos sentarnos abajo, donde es más espacioso, cerca de las ventanas, pero estaba demasiado lleno.
Mis otras dos hijas habían ido a estacionar el auto. Miriam y Yocheved, bajaron al nivel inferior para pedir nuestra comida. En ese momento hubo una explosión enorme. El lugar se oscureció. La gente comenzó a gritar: ‘¡Pigua! ¡Pigua! (ataque terrorista). Estaba shockeada. Me costó reaccionar. Escuché que había alguien que gritaba: `¡Salgan! ¡Salgan! Puede haber otra explosión´. Corrí desesperada escaleras abajo para buscar a mis hijas. Estaba todo destruido, caía agua de todos lados y había un olor terrible. Vi partes de cuerpos por todas partes, un brazo, una cabeza. Me tiré al suelo para encontrar alguna señal de mis chicas. No veía nada claro.
Mis dos hijas que habían ido al estacionamiento llegaron segundos después de la explosión. La mayor entró y encontró a Miriam y Yocheved. Estaban en llamas. Se las arregló para apagar el fuego y justo llegaron los rescatistas y la sacaron del lugar. A mí también me arrastraron afuera. Yo gritaba `¡Mis chicas, mis chicas!´ y forcejeaba para que me dejaran buscarlas. Me subieron a una ambulancia y me sacaron del lugar. Cuando me desperté en el hospital me enteré de la tragedia”.
La inteligencia israelí logró determinar que Tamimi había estado en el lugar y unos meses después fue apresada junto a su marido y el jefe de la brigada, además de constructor de las bombas, Abdallah Al-Barghouti. Fue condenada a 16 cadenas perpetuas. En octubre de 2011 fue liberada en el marco de un intercambio de prisioneros. Hamas liberó al soldado israelí Gilad Shalit, que había sido capturado en 2006, a cambio de 1.027 presos palestinos. Tamimi desapareció por algunos años hasta que fue detectada en Amman.
Dice ser periodista y desde allí hizo un programa de opinión que se transmitía hasta hace poco por un canal de los territorios palestinos. En 2017 fue detenida por unas horas por Interpol para extraditarla por pedido de la justicia estadounidense que la acusa del asesinato de Malki Roth, de 15 años, y Shoshana Yehudit Greenbaum, que estaba embarazada de cinco meses, con su primer hijo, en el momento del atentado. Además de los dos estadounidenses asesinados y el bebé nonato, otros cuatro ciudadanos estadounidenses se encontraban entre los heridos. Al menos una de las víctimas permanece en estado vegetativo. Tamimi logró bloquear la extradición y fue liberada.
Para entonces, la terrorista tenía una enorme cantidad de seguidores en Facebook y había comenzado su programa en Al Quds TV. Pero el círculo fue cerrándose a su alrededor. Los familiares de las víctimas del atentado lograron que las redes sociales le bloquearan sus cuentas donde la glorificaban como “una héroe de la causa palestina”, reivindicaban su atentado y glorificaban al “mártir” que se habían hecho explotar. Pero sus abogados lograron, por ahora, detener la extradición. El argumento es que Jordania no tiene un acuerdo específico con Estados Unidos.
El entonces rey Hussein, quien murió en 1999, firmó el tratado de extradición el 28 de marzo de 1995 pero nunca fue ratificado por el parlamento jordano. Y es muy improbable que lo concrete. El 70% de los habitantes de Jordania son de origen palestino y tienen sus representantes en todos los estamentos del gobierno. El actual monarca, el rey Abdullah, tiene demasiadas presiones como para desafiar a semejante poder. Pero al mismo tiempo depende de la ayuda militar y económica estadounidense que considera a Jordania su principal aliado en Medio Oriente después de Israel.
“Por ahora, la posibilidad de que el rey Abdullah intervenga para sacarse de encima a Tamimi, es baja, pero eso podría cambiar si Estados Unidos termina imponiendo sanciones económicas contra Jordania”, explicó Josh Lipowsky, investigador principal del The Counter Extremism Project.
“La aprobación del proyecto de ley de gastos generales de Estados Unidos, en diciembre, permite cortar la ayuda financiera a cualquier país que ignore una solicitud de extradición de la justicia estadounidense de alguien acusado de un delito penal que pueda tener cadena perpetua como sentencia. La acusación de Tamimi en Estados Unidos, en 2017, conlleva la pena de cadena perpetua o incluso la pena de muerte, lo que significa que la ayuda jordana podría verse amenazada si no se lleva a cabo su extradición”.
Estados Unidos proporciona 1.700 millones de dólares por año en ayuda económica y militar a Jordania, además de otros 200 millones que le entrega el Departamento de Defensa en armamento. Algo que comenzó a ser cuestionado en las redes sociales, programas de televisión como “60 Minutes” y por varios congresistas de Washington. “Jordania toma alegremente la ayuda exterior estadounidense, depende de esa ayuda para su defensa y afirma que es un país moderno que respeta el estado de derecho.
Por otra parte, la propia acusada admite su papel en el atentado donde murieron y quedaron heridos ciudadanos estadounidenses, ¿cómo es posible, entonces, que no cumpla con la ley internacional?”, sostiene Nitsana Darshan-Leitner de la firma de abogados que representa a las víctimas de la masacre de Sbarro. “Así como la administración Trump está presionando a todos los aliados de Europa a Canadá a la OTAN para que cumplan con sus obligaciones, Jordania debe ser presionada y obligada”.
La presión, por ahora, llegó a la Casa Blanca. Un alto funcionario del Departamento de Estado dijo a la cadena Fox Tv que “el presidente Trump fue informado con detalle sobre el caso y ordenó que se renueve el pedido de extradición. Si no se cumple, dijo estar dispuesto a tomar las medidas necesarias para que Tamimi termine en el banquillo de los acusados de un tribunal de Nueva York”. Medios diplomáticos aseguran que la “amenaza” ya fue expuesta al rey Abdallah por emisarios de Washington y que le dieron un ultimátum.
Tamimi, que ahora tiene 39 años, dejó la vida pública. Particularmente después de que una de sus primas, Ahed Tamimi, activista palestina de 19 años ganara notoriedad internacional por sus audaces enfrentamientos con soldados israelíes. Se sabe que permanece en Jordania junto a su esposo y sus dos hijos. En su última entrevista, el año pasado, reivindicó nuevamente el atentado y aseguró que estaba orgullosa de lo que había hecho.