La literatura económica establece que los mercados financieros están permanentemente amenazados por un flagelo denominado blanqueo de capitales, esto es, los flujos de ingresos de orígenes dudosos que ocultan su ilegalidad, cuya finalidad es disfrazar a éstos, bajo la apariencia de legalidad, para que la delincuencia organizada, los ingrese a la economía como una operación normal, a través de los diferentes activos financieros y mercados existentes.
Estas operaciones de dudosa reputación, también son conocidas como lavado de dinero o de capitales, el cual involucra el establecimiento de fondos en el sistema financiero, la estructuración de transacciones y la integración de los mismos en la sociedad en la forma de bienes que tienen el aspecto de legitimidad.
El término blanqueo de capitales, no tiene un uso remoto sino que en la medida que los diferentes países han ido creando legislaciones para combatir y frenar el ingreso a sus respectivos territorios, de esos capitales dudosos, en esa misma medida, cada legislación lo identifica con la denominación que expresa la práctica de este fenómeno, razón por la cual podemos encontrar términos como lavado de activos, ganancias ilícitas y “Money Laundering”, para el caso del sistema financiero en los Estados Unidos de América, conceptos que son sinónimos para referirse al blanqueo de capitales.
En las prácticas de ocultamiento de riquezas en la edad media, podemos encontrar el origen de lo que hoy conocemos como blanqueo de capitales, esto así, ya que para la época, se consideraba como un delito, la usura y el cobro de intereses por el financiamiento de las operaciones comerciales, pues en lo posterior, el engaño y la simulación de no uso de beneficios, hoy en día, se han convertido en uno de los delitos más perseguidos a escala mundial, ya que ha incorporado el tráfico de drogas, armas y financiamiento al terrorismo, lo que en la práctica se traduce en una amenaza a la convivencia, la paz y a la estabilidad económica de cada país.
El fenómeno del blanqueo de capitales en las últimas tres décadas, ha pasado de ser una práctica local, para adquirir dimensiones internacionales, encontrando en la desregulación del comercio y de los mercados financieros, así como también, en la dinámica del proceso de globalización, la oportunidad de construir una infraestructura impresionante como canal de transmisión de grandes sumas, que se desplazan a nivel internacional de la manera más oculta e inimaginable, cuya plataforma descansa en el uso intensivo de la tecnología de punta, fomentando la denominada ciberdelincuencia financiera.
Las técnicas utilizadas por el blanqueo de capitales son tan complejas e ingeniosas, que las investigaciones más profundas y objetivas que se han llevado a cabo en la actualidad, ponen en evidencia la existencia de tres etapas de muy cautelosa ejecución.
En la primera etapa, se identifica la colocación del dinero origen ilegal, para ingresarlo al sistema financiero de una manera legal, sin despertar sospecha, a través de pequeñas sumas de depósitos; una segunda etapa, se basa en ocultar las transacciones financieras moviendo el dinero de manera frecuente dentro del sistema financiero y utilizando transacciones electrónicas que conlleva a ingresarlo a la banca off-shore sin dejar rastros; y una tercera etapa, es la integración del dinero lavado, mediante inversiones en el sistema financiero, a través de compra y venta de inmuebles, títulos valores de inversión, fideicomisos y leasing.
Estas tres etapas son las de mayor identificación, sin embargo, se tiene constancia de multiplicidad de operaciones y herramientas utilizadas por la delincuencia para perforar los diferentes sistemas financieros con capitales procedentes del blanqueo de capitales, entre las que más se destacan, las sociedades fantasmas, que son las que viabilizan las operaciones con capitales ilegales, fruto que las mismas son constituidas de forma legal.
El hecho de que, a escala planetaria, se puedan realizar billones de transacciones a diario en los lugares calificados como paraísos fiscales, es una muestra irrefutable de que se transita por un auge de operaciones financieras especulativas sin límites.
Se trata de que todos estos movimientos, expresen signos de un mundo trasnacional desregulado y de una escasa voluntad de desarticular estas malas prácticas.
Son grandes fortunas, que se refugian en lugares donde se ocultan sumas de dinero de origen dudoso, producto del fraude y el blanqueo de capitales, en los llamados paraísos fiscales.
En concreto, estos paraísos fiscales o cuevas financieras, operan muy activos en países como Bélgica, Irlanda, Luxemburgo, Holanda, Malta, Chipre, Uruguay, Panamá, Hungría, entre otros, y en algunas islas de las Antillas Menores.
Los países europeos que sirven de paraísos fiscales son víctimas de una evasión fiscal, alcanzan las cifras de un billón de euros y una evasión fiscal de 50.000 millones aproximadamente, derivados del fraude.
Estas operaciones de origen ilegítimo han puesto en riesgo la integridad del sistema financiero de la Unión Europea, razón por la cual, Bruselas ha dado la alerta de que el blanqueo de capitales está conduciendo a niveles de alto riesgos al sistema financiero global.
A la luz de la razón, el blanqueo de capitales está en el corazón mismo de las actividades delictivas y representa una amenaza para la estabilidad económica y política de los Estados.
Pues, con el fenómeno de la globalización existen extraordinarias posibilidades de desarrollo para las redes de criminalidad organizadas y dedicadas a actividades como el tráfico de drogas, el comercio ilegal de armas, el soborno y los fraudes financieros, actividades que son especulativas y parasitarias.
El blanqueo de capitales es un problema muy grave en América Latina, ya que en la región se utilizan fuertes canales no bancarios, que viabilizan el incremento sistemático de estas prácticas y conducen hacia una economía parasitaria, en perjuicio de la economía productiva.
Se trata de un factor importante de desarrollo de una economía ilegal que busca legitimarse a través de las operaciones de triangulación bancaria con países de secreto fiscal y sigilo bancario.
En el proceso de triangulación, desaparecen los rastros del origen criminal del capital blanqueado, cuando se reinvierten en múltiples actividades, como la prestación de servicios turísticos o financieros y en los negocios inmobiliarios.
Se trata de la construcción de una economía parasitaria que ha logrado penetrar los bancos norteamericanos y europeos, que reciben del blanqueo de capitales entre 500 mil millones y un billón de dólares en dinero sucio, anualmente.
Existe una creciente fragilidad en los sistemas bancarios, fruto de que los grandes bancos están siendo usados como canales para transferir cientos de miles de millones de dólares de origen ilegal, a través de la corresponsalía bancaria, cuyo volumen económico a nivel mundial alcanza la impresionante cifra de 2,8 billones de dólares, equivalente a 2,9% del PIB mundial.
Pero resulta que cientos de miles de millones de dólares son transferidos fuera de los países, lo que obliga a que las autoridades de cada país establezcan regulaciones más efectivas y eficaces.
ALD/Latinpress