El crimen organizado en África como nunca se ha visto

Crimen organizado en África

Tres organizaciones, incluida la Interpol, elaboran el índice más completo hasta ahora sobre delincuencia en el continente. Aporta datos sobre el tráfico de personas, armas, drogas y corrupción

Antilavadodedinero / El Pais

El británico Tiny Rowland, el controvertido líder de Lonrho, la primera multinacional en territorio africano dedicada a sectores como la agroindustria o el transporte, controló con su imperio los negocios en el continente en los años sesenta y setenta. En uno de sus frecuentes viajes a la región, el hombre al que una vez se denominó como «el rostro inaceptable del capitalismo» comentó que los líderes africanos eran tan corruptos que no había ni uno solo que no pudiera comprar con su dinero.

Décadas después muchos de los países de África siguen aquejados de este mal y se han multiplicado los actores que, como Rowland, se aprovechan. El crimen tiene muchas caras y un proyecto en el que han participado 140 grupos de expertos las descubre como nunca antes se había visto. Es la primera vez que se realiza una radiografía tan completa de las redes de tráfico de armas, personas y drogas; de los sobornos y de los delitos medioambientales en el más de medio centenar de países del continente. Las conclusiones dibujan un mapa en el que las herramientas para combatir el crimen son muy débiles, en el que la corrupción ha penetrado en todos los niveles de los gobiernos y en el que la heroína está al este y la cocaína al oeste. El cannabis se reparte por casi todo el territorio y las redes de tráfico de personas están por todas partes.

Este estudio se engloba bajo el proyecto Enact, capitaneado por Interpol, la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional y el Institute for Security Studies (ISS), una entidad con sede en Sudáfrica dedicada a recoger datos sobre criminalidad en el continente desde 1991. Especialistas de estas tres entidades y de otras locales han elaborado y verificado durante más de un año el índice, a través de análisis estadístico, entrevistas en terreno y encuestas. «Lo que pasa en África no solo afecta al continente, las redes del crimen organizado se extienden más allá», explica Laura Adal, analista de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional.

El británico Tiny Rowland, el controvertido líder de Lonrho, la primera multinacional en territorio africano dedicada a sectores como la agroindustria o el transporte, controló con su imperio los negocios en el continente en los años sesenta y setenta. En uno de sus frecuentes viajes a la región, el hombre al que una vez se denominó como «el rostro inaceptable del capitalismo» comentó que los líderes africanos eran tan corruptos que no había ni uno solo que no pudiera comprar con su dinero.

Décadas después muchos de los países de África siguen aquejados de este mal y se han multiplicado los actores que, como Rowland, se aprovechan. El crimen tiene muchas caras y un proyecto en el que han participado 140 grupos de expertos las descubre como nunca antes se había visto. Es la primera vez que se realiza una radiografía tan completa de las redes de tráfico de armas, personas y drogas; de los sobornos y de los delitos medioambientales en el más de medio centenar de países del continente. Las conclusiones dibujan un mapa en el que las herramientas para combatir el crimen son muy débiles, en el que la corrupción ha penetrado en todos los niveles de los gobiernos y en el que la heroína está al este y la cocaína al oeste. El cannabis se reparte por casi todo el territorio y las redes de tráfico de personas están por todas partes.

Este estudio se engloba bajo el proyecto Enact, capitaneado por Interpol, la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional y el Institute for Security Studies (ISS), una entidad con sede en Sudáfrica dedicada a recoger datos sobre criminalidad en el continente desde 1991. Especialistas de estas tres entidades y de otras locales han elaborado y verificado durante más de un año el índice, a través de análisis estadístico, entrevistas en terreno y encuestas. «Lo que pasa en África no solo afecta al continente, las redes del crimen organizado se extienden más allá», explica Laura Adal, analista de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional.

“Todo el mundo espera ver una lista de santos y pecadores, pero no es eso lo que queríamos”, anunció en la presentación del documento celebrada en Nueva York a finales de 2019 Ottilia Maunganidze, jefa de proyectos especiales del ISS. Por eso, los analistas han combinado dos variables: por un lado la tasa de delincuencia y por otro las herramientas de las que el país dispone para combatirla, como instituciones fuertes o transparencia. Lo que ellos denominan criminalidad y resiliencia.

El resultado es que un tercio del continente se encuentra en una posición de vulnerabilidad extrema. «Solo once países cumplen las condiciones idóneas: poca criminalidad y alta resiliencia», recalca Adal. Son Botsuana, Cabo Verde, Etiopía, Ghana, Mauricio, Marruecos, Namibia, Ruanda, Senegal, Seichelles y Túnez.

Corrupción por todas partes

La corrupción intrincada en todos los niveles de las instituciones es uno de los problemas más acuciantes. En 40 de los 54 estados africanos hay presencia de organizaciones criminales que tienen una relación estrecha con el Gobierno. Y aquellos en los que grupos criminales tienen más fuerza son donde el Estado es dictatorial.

¿Ejemplos? La hemeroteca está llena. En 2010 se descubrió que Omar al Bashir, el entonces presidente de Sudán, escondía en bancos británicos 9.000 millones de dólares (6.800 millones de euros) sacados de las arcas públicas. El multimillonario francés Vincent Bolloré fue arrestado en 2018 por sospechas de fraude en la concesión de dos proyectos en Togo y Guinea. El expresidente sudafricano, Jacob Zuma, está acusado de 783 delitos relacionados con un escándalo en la compra de armamento. Y la última bomba: en enero el Gobierno de Angola embargó los bienes de la primogénita del presidente del país durante 38 años, Isabel Dos Santos, por un desfalco estimado en 1.100 millones de euros. Está considerada como la mujer más rica de África.

Los expertos de Enact apuntan algo que parece muy obvio pero que ellos refutan con estos datos: «Invertir dinero para combatir la delincuencia en un Estado con tanta infiltración de los grupos criminales en sus estructuras es inútil». De hecho, esta es una de las principales funciones del índice: «El objetivo es aportar datos concretos para ayudar a tomar decisiones políticas y estrategias concretas», resume Adal.

El delito más habitual

El delito más común en todo el continente es el tráfico de personas y el de armas. El segundo problema más importante es el comercio internacional de animales salvajes y pesca irregular. Los países con mayor contrabando de armas son Sudán, República Democrática del Congo, República Centroafricana, Somalia y Libia. Precisamente son zonas en las que hay una fuerte presencia de milicias, como Al Sahbab. Estos territorios también sobrepasan el 7 —sobre 10— en tráfico de seres humanos.

Aunque en general todos los elementos estudiados en la lucha contra el crimen obtienen una puntuación muy baja hay algunos elementos que sobresalen. El control de fronteras y el sistema judicial sacan mejor nota. En el otro lado de la moneda se sitúan los programas de protección de testigos y la prevención en general. “Cuando pensamos en delitos, lo primero que se viene a la cabeza es una respuesta por parte de las fuerzas de seguridad. Eso está muy bien, pero no es suficiente”, recalca Maunganidze, del ISS.

¿Dónde se mueve la droga?

El mercado de la cocaína y la heroína no está muy extendido en el continente, comparado con otras regiones del mundo, pero causa estragos en las zonas en las que se concentra. La heroína ha encontrado su hueco en la costa este y la cocaína desde el litoral oeste hasta el norte. Tanzania, Mozambique, Mauricio y Sudáfrica han visto crecer sus niveles de violencia y corrupción asociados al tráfico de estupefacientes. Según datos de Interpol, 18 toneladas de cocaína provenientes de Sudamérica atraviesan África en su camino hasta Europa cada año.

«La razón principal para la diferencia significativa entre drogas caras como heroína o cocaína y cannabis es que las primeras no se pueden producir en cualquier sitio, mientras que la segunda se puede cultivar en muchos más lugares. Además, el cannabis no está sujeto a tantos tabúes culturales», detallan los especialistas de Enact. El comercio de cannabis se erige como la «economía ilegal más prominente en el continente». El hecho de que Marruecos sea uno de los mayores productores mundiales ayuda a elevar la puntuación.

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp

Actualidad

Inscribete en nuestros cursos Online