Escándalo en Paraguay sobre el narcotraficante y la hija del gobernador

La masacre de cuatro jóvenes en la ciudad fronteriza de Pedro Juan Caballero, en Paraguay, volcó la atención hacia uno de los narcos más importantes, ya en prisión; revelando fallas sistémicas del sistema de justicia en ese país.

Antilavadodedinero / Insightcrime

El 16 de octubre a las 6 de la mañana, el grupo salía de una fiesta, cuando una camioneta blanca frenó y se atravesó en la calle. Las grabaciones de CCTV muestran cómo varios hombres salieron de la camioneta y abrieron fuego contra el grupo y los asesinaron. Entre las víctimas se encontraba Haylee Acevedo, hija del gobernador del departamento de Amambay, donde se sitúa la ciudad de Pedro Juan Caballero.

Las investigaciones apuntan a dos autores intelectuales. El primero es el ex guardaespaldas de Jorge Rafaat, el mayor distribuidor de drogas de dicha ciudad hasta su asesinato en 2016. El segundo es Faustino Aguayo, quien fue uno de los hombres más buscados en Paraguay y quien actualmente purga una pena de prisión por narcotráfico.

Después del ataque, la policía allanó la celda de Aguayo y encontró que su celda estaba lujosamente equipada con baño privado y un televisor inteligente. Lo más sorprendente fue que en compañía de Aguayo estaba Mirna Romero, hija del secretario de salubridad e higiene de Pedro Juan Caballero, quien al parecer es su amante.

En conferencia de prensa, el comisionado de la policía Jorge Vidallet afirmó que el principal objetivo del ataque debía ser Ósmar Álvarez, alias “Bebeto”, delincuente local vinculado al narcotráfico. Los otros tres murieron solo porque iban con él esa noche, aseguró la policía.

Pero se sugiere una explicación alternativa: celos. Bebeto fue pareja de Romero, y su esposo, un ex agente federal, fue asesinado de manera violenta solo tres meses después de su boda.

Según notas de medios brasileños, Bebeto había sido informante de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay y se cree que entregó evidencia que permitió la captura de 14 integrantes del grupo criminal brasileño Primer Comando de la Capital (Primeiro Comando da Capital, PCC), con fuerte presencia en esa ciudad fronteriza. Sin embargo, hasta ahora la policía no ha relacionado este hecho con el asesinato.

Esta trágica masacre de cuatro jóvenes revela una verdad mayor: la captura de las cabezas del narcotráfico en Paraguay no limita su accionar delictivo.

Faustino Aguayo, uno de los narcotraficantes más importantes del país, parece haber continuado una vendetta por celos desde su lujosa celda.

La capacidad de Aguayo de ordenar el ataque es una muestra de su influencia. Según los fiscales antinarcóticos, en marzo de 2021 un juez trasladó a Aguayo a la prisión de Pedro Juan Caballero, argumentando que el recluso había presentado una prescripción médica, y al parecer omitió notificar a los fiscales.

Otros capos de Pedro Juan Caballero también siguieron al mando de sus operaciones desde la prisión. En 2019, Sérgio de Arruda Quintiliano Neto, alias “Minotauro”, cabecilla del PCC en la ciudad, pudo orquestar actividades como el robo de vehículos, pese a estar recluido en una cárcel de Brasil.

En 2019, después de la captura de otro líder del PCC, Giovanni Barbosa da Silva, alias “Bonitão”, 40 asaltantes armados del grupo criminal atacaron la estación de policía donde da Silva se encontraba retenido para rescatarlo. Aunque tomaron como rehenes a varios agentes de policía, no lograron su propósito.

En 2020, 76 miembros del PCC escaparon de la prisión en la que se encuentra Aguayo por un túnel que no podía haberse construido sin complicidad de las fuerzas de seguridad del gobierno.

Este problema recurrente refleja una falla generalizada en la seguridad del sistema penitenciario de Paraguay, país que se ha caracterizado por la corrupción de los funcionarios estatales, las disputas entre pandillas y la atrocidad de los actos de violencia.

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