El falso bróker que estudió finanzas en una escuela de vela y se llevó 20 millones de dólares a Mauricio

La vida de Hugo Gois es una enorme mentira, aunque le fue muy bien convenciendo a todo el mundo de lo contrario. Su suerte no empezó a cambiar hasta hace un año, cuando un tribunal de Estados Unidos lo acusó de haber participado en el blanqueo de unos 1.000 millones de euros procedentes de la petrolera pública venezolana PDVSA. Hace tres meses, vio cómo se le abría un nuevo frente.

El Juzgado de Instrucción número 41 de Madrid lo investiga desde entonces por el presunto lavado masivo de capitales a través de una compleja red societaria con ramificaciones en los principales paraísos fiscales del planeta. Parte del dinero habría terminado presuntamente en España.

Otros 20 millones de euros los ocultó en un banco de la recóndita isla africana de Mauricio. Hace 11 meses, prometió al juez que entregaría ese dinero. Pero, al menos por ahora, no ha devuelto a la Justicia española ni un céntimo.

La historia de Gois arranca hace 39 años en un humilde barrio de Oporto (Portugal). Según su currículo, es licenciado en Administración de Empresas y tiene tres másteres: uno en gestión de compañías, otro de negocios y un último en ‘marketing’. Su rastro indica otra cosa.

No terminó el instituto hasta los 23 años. Después se matriculó en una escuela de vela de Reino Unido (UKSA), ubicada en la diminuta isla de Wight. Y por último, cursó un programa en una universidad de su ciudad natal que solo se impartía dos tardes por semana y que en ningún caso tenía la categoría de máster.

Documento de identidad de Hugo.

Documento de identidad de Hugo.

Con todo, ese falso expediente le sirvió para forjarse una imagen que le sería útil años después para dar el salto a las grandes finanzas. Antes de hacerlo, probó en otro campo: la estafa masiva de impuestos.

Gois tiene en la actualidad causas pendientes por todo el hemisferio norte como presunto administrador de una galaxia de sociedades mercantiles que habría empleado para cometer un fraude carrusel de IVA, uno de los engaños más sencillos y, a la vez, más lucrativos que existen en el mundo de los negocios.

El sistema se aprovecha de que no se pagan impuestos por compras realizadas entre países de la Unión Europea. Gois adquiría bienes en otro país y luego los movía por diferentes empresas hasta devolverlos al lugar de origen o a un tercer Estado.

Después, las compañías intermediarias reclamaban a la Hacienda del país afectado la devolución de un IVA que, en realidad, las compañías implicadas nunca habían abonado. Cuando las agencias tributarias descubrían el engaño, las sociedades ya habían desaparecido. Gois montó decenas de mercantiles para enriquecerse presuntamente con este fraude entre 2003 y 2014.

En Portugal, tiene una veintena de procedimientos abiertos, pero también está acusado en República Checa, Irlanda y Reino Unido. Incluso es objeto de una investigación en un juzgado de Reus (Tarragona) por la que debe comparecer cada 15 días ante ese tribunal.

Pero ninguna de esas causas es tan preocupante como las que afronta desde hace unos meses en Estados Unidos y España por el presunto blanqueo de millones de euros procedentes de operaciones de cambio de moneda y pago de sobornos.

El fraude carrusel de IVA consiste básicamente en la emisión de facturas falsas, una práctica que también es útil para el lavado de fondos. En torno a 2014, Gois entró en contacto con el abogado venezolano José Vicente ‘Chente’ Amparán, uno de los blanqueadores de cabecera de las grandes fortunas del chavismo.

Amparán tenía decenas de clientes que querían sacar su dinero de Venezuela y Gois controlaba un conglomerado de empresas con tentáculos en Chipre, Irlanda y Letonia que permitía ocultar esos fondos, así que no tardaron en forjar una alianza.

Según un tribunal de Florida, el portugués habría ideado un sistema de emisión de bonos que supuestamente fue utilizado para difuminar el rastro de 1.000 millones de euros procedentes de un fraude de cambio de divisas que terminó provocando un enorme agujero en las cuentas de PDVSA.

El FBI sostiene que Gois empleó luego diferentes mercantiles para emitir bonos al portador que supuestamente permitieron mover los fondos a otros países y también invertirlos en bienes inmobiliarios, algunos de ellos en España.

No todo el dinero que movía Gois tenía un origen delictivo. Su relación con Amparán le abrió las puertas a otras grandes fortunas venezolanas que tenían cerradas las puertas de los principales bancos del mundo. Las filtraciones de la lista Falciani y los papeles de Panamá forzaron una ola de reformas en Suiza, por ejemplo, que llevó a las entidades a cancelar cuentas que llevaban abiertas decenas de años.

El portugués encontró ahí otro filón. Ponía sus empresas a disposición de los nuevos parias del sistema financiero para ofrecerles depósitos en los que alojar su dinero o mercantiles instrumentales para que pudieran seguir realizando pagos.

En ocasiones, Gois se presentaba como intermediario o bróker. Otras, lo hacía como responsable de Cumplimiento de un banco letón, Baltikums Bank (actual BlueOrange), otra de sus mentiras, porque jamás trabajó para esa entidad. Pero esa fachada le sirvió para captar millones de euros, y la mayoría nunca los devolvió. Decenas de venezolanos, argentinos y uruguayos cayeron en su trampa.

Sabía que lo último que iban a hacer sus víctimas era denunciarle. Esa estafa fue la que intentó, por ejemplo, con el exviceministro de Energía de Venezuela Nervis Villalobos, pero ese vínculo ha terminado costándole su imputación en el Juzgado de Instrucción número 41 de Madrid.

En torno a 2016, Gois descubrió que Villalobos estaba teniendo problemas para realizar pagos porque la Justicia española lo estaba investigando por el presunto cobro de sobornos de la asturiana Duro Felguera y un tribunal de Houston lo relacionaba con otro pago ilegal de comisiones a cambio de contratos de PDVSA.

El falso bróker ofreció a Villalobos su red de mercantiles para pagar a las asistentas que tenía en su casa en España, para hacerle llegar dinero a su hija para que se comprara una casa y, sobre todo, para pagar grandes sumas a dos lobistas venezolanos con contactos en Estados Unidos, Martín Rodil y Ran Benhamu. A cambio, Gois se quedaba con una comisión cercana al 10% de todo el dinero que pasaba por sus compañías.

En 2017, Gois decidió aumentar sus exigencias y reclamó a Villalobos que confiara en él para gestionar parte de su patrimonio, no solo para realizar los pagos. El exviceministro venezolano aceptó la propuesta y el portugués tomó el control de unos 20 millones de euros que tenía en un banco de Liechtenstein.

Supuestamente, Gois solo iba a gestionar el dinero, pero se lo llevó a una cuenta del Mauritius Commercial Bank de isla Mauricio y escondió el depósito mediante un trust en el que figuraba como único administrador. El estafador nunca habría revelado la existencia de estos fondos de no ser porque, poco después, descubrió que la Justicia española estaba pisando los talones a Villalobos y solo era cuestión de tiempo que llegaran hasta él.

En el centro de la imagen con chaqueta oscura, Hugo Gois, declarando el 24 de abril en el juzgado 41 de Madrid.

En el centro de la imagen con chaqueta oscura, Hugo Gois, declarando el 24 de abril en el juzgado 41 de Madrid.

Gois empezó a tener miedo y recurrió a uno de los mejores abogados penalistas de España, Cristóbal Martell, defensor entre otros de toda la familia Pujol, Leo Messi y el expresidente del FC Barcelona José Luis Núñez.

La primera recomendación del letrado fue que se pusiera inmediatamente a disposición de la Fiscalía Anticorrupción y colaborara en las pesquisas. El financiero de Oporto no tardó en revelar la existencia de los 20 millones de euros que él mismo había ocultado en un perdido islote del océano Índico, aunque en todo momento mantuvo que el dinero era de Villalobos.

Desde julio de 2018, Gois asegura que ha hecho todo lo que estaba en su mano para que el dinero fuera ingresado en una cuenta de la Justicia española, pero mantiene que el banco que los guarda se niega a devolver los fondos. Ese mes, también empeoró su situación cuando trascendió su procesamiento en Florida por el lavado de los 1.000 millones de PDVSA.

Finalmente, hace tres meses, dejó de ser testigo en la causa del Juzgado 41 y pasó a la condición de investigado. El pasado 24 de abril declaró por tercera vez ante el instructor del caso. Solo respondió al juez y a su defensa. Aseguró que quiere colaborar con la Justicia. Pero los 20 millones de euros siguen bañándose en las idílicas playas de Mauricio.

ALD/EC

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