El gran negocio del contrabando de insectos y artrópodos

La demanda de mascotas exóticas y objetos de coleccionista alimenta el tráfico floreciente de escarabajos, arañas y otras criaturas.

El agente especial Ryan Bessey estaba en su oficina de la división de Nueva Jersey del Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre estadounidense, en Galloway, cuando recibió la llamada de un colega de la unidad de inteligencia.

El analista le contó que las autoridades aduaneras francesas habían incautado 115 escorpiones emperador en dos cargamentos procedentes de Camerún. Estaban dirigidos a un hombre de Metuchen, Nueva Jersey, llamado Wlodzimie Lapkiewicz.

Si las autoridades francesas consideraban la redada lo bastante importante como para informar a Estados Unidos, Bessey pensó que valía la pena investigar a Lapkiewicz. Así que empezó a indagar.

Las autoridades aduaneras francesas incautaron mantis orquídea en un cargamento destinado a Wlodzimie Lapkiewicz, residente de Nueva Jersey. Los insectos del Sudeste Asiático imitan estas flores para atraer presas.

Es ilegal importar muchos insectos y artrópodos —como arañas, escorpiones y milpiés— o sus partes a Estados Unidos sin un permiso del Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre. El Departamento de Agricultura estadounidense exige un permiso para importar algunos invertebrados vivos. Los escorpiones emperador y los escorpiones dictador exigen una documentación especial porque están incluidos por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES), un acuerdo internacional que regula la venta trasfronteriza de especies.

Las autoridades aduaneras de Indiana incautaron casi una docena de milpiés gigantes africanos de un paquete destinado a Lapkiewicz y etiquetado como «juguetes de peluche para el hijo de mis amigos, que está a punto de nacer», según la querella criminal. Un par de semanas después, los inspectores de especies silvestres del Aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York abrieron un cargamento destinado a Lapkiewicz y encontraron 245 cilindros que contenían sacos de huevos de mantis orquídea, unos insectos rosas y blancos del Sudeste Asiático que se parecen a pétalos de rosa.

La oficina del fiscal del distrito acusó a Lapkiewicz de contrabandear especies silvestres y de etiquetarlas falsamente, delitos federales penados con un hasta 25 años de cárcel.

Lapkiewicz solo se declaró culpable de contrabando de especies silvestres. Este año lo sentenciaron a seis meses de arresto domiciliario y cuatro años de libertad condicional.

«Entonces, supe que existía un mercado de invertebrados», afirma Bessey, que llevaba cinco años trabajando como agente antes de investigar a Lapkiewicz. «No me di cuenta de la envergadura del mercado hasta este caso».

Muchos insectos y artrópodos se crían en cautividad o se venden de conformidad con la ley, pero un mercado negro global ha florecido paralelamente al comercio legal. Es un rincón del tráfico de especies silvestres bastante desconocido, una industria multimillonaria más vinculada al cuerno de rinoceronte y al marfil de elefante que a los bichitos que nos aterrorizan.

Las noticias de contrabando de bichos abundan. Por ejemplo, en 2017 multaron a un ciudadano checo por intentar sacar de contrabando 4226 escarabajos, escorpiones, arañas y otros invertebrados de Australia. O las 7000 arañas, insectos y otros invertebrados robados del Insectario y Pabellón de Mariposas de Filadelfia el año pasado en un supuesto intento de venderlas en el mercado de mascotas.

Pero los datos del Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre obtenidos por National Geographic demuestran que las autoridades de Estados Unidos, uno de los países donde más demanda hay, incautaron al menos 9000 artrópodos vivos y muertos (sin incluir crustáceos) que estaban siendo importados para propósitos comerciales entre junio de 2018 y junio de 2019.

Otras las coleccionan para venderlas como alimento. En lo que respecta al intercambio comercial internacional, la caza furtiva afecta especialmente a los países tropicales, donde el calor y el suministro de alimentos abundante producen insectos enormes y coloridos.

Compradores de todo el mundo están dispuestos a pagar cientos e incluso miles de euros la unidad para conseguir las criaturas más raras, llamativas o distintivas y criarlas o exponerlas vivas o disecadas en sus salones.

National Geographic

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