Un velero, interceptado frente a la costa de Portugal con el mayor alijo de cocaína de la historia, ilustra cómo estas embarcaciones más pequeñas de uso particular se han convertido en el modus operandi predilecto para el trasiego de cocaína entre Latinoamérica y los lucrativos mercados europeos.
Antilavado de Dinero / In Sight Crime.
El 18 de octubre, las autoridades españolas y portuguesas decomisaron 5,2 toneladas de cocaína, valoradas en US$232 millones, en un velero a 550 kilómetros de la costa de Portugal.
La redada antidrogas fue el mayor decomiso de cocaína en Portugal en los últimos 15 años, y el mayor decomiso de la historia en un velero, según Luis Neves, director de la policía de investigación criminal de Portugal.
El operativo hacía parte de una investigación abierta a comienzos de 2021 por las enormes cantidades de cocaína procedentes de Colombia y Venezuela que se enviaban a Europa por medio de embarcaciones de recreo, según un comunicado de prensa de la Policía Nacional de España.
Análisis de InSight Crime
El uso generalizado de yates no es nuevo, pero demuestra los extendidos y diversos retos que enfrentan las autoridades para poner freno al flujo de cocaína entre Latinoamérica y Europa.
En los últimos años, los narcotraficantes se han confiado bastante de sus rutas marítimas para despachar cargamentos de varias toneladas al otro lado del Atlántico, pese al riesgo de perder cientos de millones de dólares de carga si son detectados por las autoridades. Sin embargo, los decomisos de cargamentos de drogas van en aumento.
El uso de yates y otros veleros dificulta bastante a las autoridades el rastreo de cargamentos y reduce la cantidad de cocaína incautada por operativo.
Por ejemplo, a comienzos de octubre, la marina portuguesa abordó un barco de mayor calado a 600 millas náuticas de la costa de Portugal, con 2,5 toneladas de cocaína a bordo. Según la policía, ese cargamento estaba listo para descargarse en numerosas embarcaciones más pequeñas, como yates, para su distribución en la costa.
Las decenas de miles de veleros particulares que circulan en Europa implican que no es posible someter a todos a la misma vigilancia que se aplica a los barcos cargueros.
Actualmente, se están implementando iniciativas para reforzar la colaboración internacional para interceptar las drogas a bordo de los barcos, como la campaña del Centro de Análisis y Operaciones Marítimas (Maritime Analysis and Operations Centre, MAOC) o el Programa para el Control de Contenedores de las Naciones Unidas. Sin embargo, estos están diseñados para ayudar a detectar cargamentos de drogas de varias toneladas en buques mercantes y en contenedores antes de zarpar. El tiempo dirá si las autoridades pueden adaptarse para rastrear de manera consistente los cargamentos de droga en embarcaciones de menor calado.