PRIMER ACTO. ACOSTUMBRADOS A LA VIOLENCIA. Es evidente la descomposición social provocada por el clima de inseguridad, violencia e impunidad que ha prevalecido en México en las últimas décadas. Increíblemente nos hemos acostumbrado a vivir así. Con el paso del tiempo las notas sobre ejecuciones han transitado de la primera plana de los diarios a las interiores. Ya sólo son titulares aquellas noticias que destacan por tratarse de figuras públicas, el número de muertos o bien lo sanguinario de los acontecimientos. También nos hemos acostumbrado al término “crimen organizado”, que es hoy la excusa perfecta para que no se investiguen los delitos. Sin embargo, pocas veces nos cuestionamos sobre qué implica realmente eso del crimen organizado.
Antilavado de Dinero / Diario de Queretaro.
SEGUNDO ACTO. ¿QUÉ IMPLICA EL CONCEPTO “CRIMEN ORGANIZADO”? Pues bien, cabe señalar que este es un concepto de connotación eminentemente jurídica, ya que según el artículo 2 de la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 7 de noviembre de 1996 – esta semana cumple 25 años -, hay crimen organizado “cuando tres o más personas se organicen de hecho para realizar, en forma permanente o reiterada, conductas que por sí o unidas a otras, tienen como fin o resultado cometer alguno o algunos de los delitos siguientes” y nos hacen un listado grosso modo de 22 delitos que son: terrorismo, contra la salud, falsificación o alteración de moneda, operaciones con recursos de procedencia ilícita, piratería, acopio y tráfico de armas, tráfico de indocumentados, tráfico de órganos, corrupción de menores e incapaces, pornografía infantil, turismo sexual de menores, lenocinio de menores, asalto, tráfico de menores, robo de vehículos, trata de personas, secuestro, contrabando, defraudación fiscal, facturación de operaciones simuladas, robo de hidrocarburos y tala ilegal, previstos ya sea en leyes federales o estatales. El efecto de que se califique un delito como cometido por la delincuencia organizada es que se incrementan las penas y se duplican los plazos para la prescripción y potestad de ejecutar las penas y medidas de seguridad. En otras palabras, el concepto crimen o delincuencia organizada se reduce a un esquema de colaboración delictiva que agrava las conductas ilícitas que se cometen. No puede ser el enemigo ya que no es un quién sino un cómo.
TERCER ACTO. OTRO MITO GENIAL. Por ello, podemos afirmar que la supuesta guerra en contra de la delincuencia organizada es el más genial de todos los mitos de últimos cuatro sexenios. Ojalá y fuera real. Sabríamos contra quién vamos. Lo cierto es que la única guerra que se ha emprendido es en contra de los grupos del narcotráfico más notorios. Sin embargo, ya nos creímos o nos hicieron creer que estas bandas delictivas son responsables de la mayoría de los crímenes que se cometen en México. Y este absurdo es una cómoda justificación para el gigantesco halo de ilegalidad e impunidad en virtud del cual, simplemente como ya apuntamos, se delinque a granel y no se investiga buena parte de los crímenes que se cometen.
TRAS BAMBALINAS. LUPITA MURGUÍA. Recientemente tuvimos oportunidad de escuchar a la Secretaria de Gobierno referirse a algunos de los retos que enfrenta como encargada de la gobernabilidad del Estado. Y es gratificante confirmar que esa importante responsabilidad recae en mujer preparada y con experiencia, pero lo más grato fue percibir sensibilidad y empatía ciudadana. Un gobierno humano siempre será un buen gobierno.