El tráfico de madera y otras 3 razones de la destrucción de la Amazonía brasileña

Brasil fue muy ambicioso en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) en Glasgow a principios de noviembre: reducir las emisiones a la mitad para 2030, poner fin a la deforestación ilegal para 2030, y alcanzar la neutralidad de carbono para 2050.

Antilavado de Dinero / In Sight Crime.

Los observadores se mostraron escépticos, dada la tendencia del presidente Jair Bolsonaro a descartar, si no a obstaculizar rotundamente, cualquier intento por detener la deforestación en la selva amazónica. Bajo su mandato, Brasil se ha convertido en el país con mayor pérdida de bosque primario a nivel mundial.

Varios aspectos críticos de la Amazonía, muchos de ellos desde que terminó la COP26, han demostrado una vez más las diferencias entre las promesas ambientales de Brasil y sus acciones concretas.

A continuación, InSight Crime analiza cuatro crisis ambientales recientes en Brasil, cada una de las cuales muestra un lado diferente del desastre en la Amazonía:

El terror de las dragas

En noviembre, las fotografías que mostraban un enorme grupo de dragas flotantes en el río Madeira, un afluente del Amazonas, causaron preocupación a nivel mundial.

Miles de mineros ilegales se agolparon en el río Madeira para buscar oro en el lecho del río, todo ello a un gran costo ambiental, a la vez que las autoridades locales y federales debatían acerca de quién era el culpable. Según Greenpeace, al menos 300 dragas llegaron a mediados de noviembre. Un minero de oro dijo a Associated Press (AP) que al menos 400 embarcaciones, que transportaban a unas 3.000 personas, estaban ubicadas a lo largo del río a unos 120 kilómetros de Manaos, la capital regional del estado de Amazonas en Brasil.

Según la investigación de AP, entre los mineros, que trabajaban de manera ilegal, se había establecido un ambiente de compañerismo. “Aquí todos se conocen. Todos somos amigos, todos estamos relacionados”, cuenta un minero.

“Sabemos que […] somos ilegales. Pero todos necesitamos mantener a nuestras familias”, afirma otro.

La investigación de AP estima que, por cada 40 horas de trabajo, una draga puede extraer 60 gramos de oro en promedio, por un valor de US$3.500.

Al principio, la agencia de protección ambiental de Brasil, y su sede en el estado de Amazonas, estaban en desacuerdo, y ambos se negaban a asumir la responsabilidad de poner fin a la aglomeración de dragas.

Finalmente, el 28 de noviembre, las fuerzas de seguridad se trasladaron a la zona. La policía y las tropas del ejército incautaron numerosas dragas y les prendieron fuego, y el ministro de Justicia, Anderson Torres, afirmó en Twitter que 131 embarcaciones fueron detenidas y destruidas.

Esta operación demuestra que Brasil tiene la capacidad de enfrentar la actividad ilegal y garantizar la protección de nuestros ríos, selvas tropicales y pueblos tradicionales”, afirma Greenpeace. “Todo lo que se necesita es voluntad política”.

Sin embargo, aún estamos lejos de evitar esta crisis. El extraordinario número de embarcaciones reunidas en un solo lugar provocó esta fuerte protesta, pero durante mucho tiempo se han visto grupos más pequeños de dragas en todas las vías fluviales amazónicas de Brasil—y se seguirán viendo.

Retrasos y negaciones

Podría decirse que el intento más claro de encubrir el historial de fallas de Brasil en la Amazonía fue la supresión activa de los datos de deforestación antes de la conferencia.

Tanto el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, como el ministro del Medio Ambiente, Joaquim Leite, estaban al tanto de los datos que demuestran los altos niveles de deforestación y los ocultaron deliberadamente antes de la conferencia, según señala AP con base en afirmaciones de tres ministros del gabinete que hablaron bajo condición de anonimato.

El informe final de PRODES, un proyecto del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais, INPE) de Brasil que monitorea la deforestación mediante imágenes satelitales, ya había revelado un dramático aumento anual de la deforestación en la Amazonía brasileña para el periodo de julio y agosto de 2021.

Sin embargo, Bolsonaro se jactó en la conferencia de datos menos precisos del sistema de alerta temprana del gobierno, DETER, que había indicado una disminución anual para el mismo periodo.

La AP entrevistó a tres ministros y a un funcionario del INPE, quienes indicaron que el informe final del PRODES estaba disponible en el sistema de información del gobierno el 27 de octubre, tres días antes de que comenzara la conferencia el 31 de octubre.

Dichos funcionarios también afirmaron que, en una reunión en el palacio presidencial, Bolsonaro y varios de sus ministros decidieron no publicar los resultados del informe hasta después de la conferencia.

Ni el Ministerio de Medio Ambiente ni la oficina del presidente respondieron a la solicitud de comentarios por parte de AP.

Datos climáticos falsificados

En un incidente anterior, que confirma la existencia de un patrón de engaño, el gobierno de Brasil presentó una versión fabricada de los datos de PRODES a los altos funcionarios.

En una reunión del Consejo Nacional para la Amazonía Legal el 24 de agosto, encabezada por el vicepresidente de Brasil, se presentó una versión falsificada de los datos de PRODES que mostraron una reducción del 5 por ciento en la deforestación entre agosto de 2020 y julio de 2021.

A la reunión asistieron representantes de cinco departamentos gubernamentales: Ciencia y Tecnología, Agricultura, Defensa, Economía y Minas y Energía. Cada uno aprovechó la oportunidad para elogiar su contribución a la supuesta reducción.

Cuando los datos oficiales de PRODES fueron publicados por el INPE el 18 de noviembre, mostraron, por el contrario, un dramático aumento del 21,9 por ciento en la deforestación durante dicho periodo.

La cantidad total de cobertura forestal perdida, 13.235 km2, o un área casi del tamaño de Delaware, es la mayor pérdida registrada desde 2006.

Más bosques talados a la vez

Si bien el aumento general de la deforestación ha sido bien documentado en Brasil, otra métrica analiza la cantidad de bosque que cada talador destruye.

Un estudio de la Universidad de Queensland, publicado en abril de este año muestra que el tamaño promedio de las franjas de tierra deforestadas había aumentado en más del 60 por ciento desde que Bolsonaro llegó a la presidencia. Con base en datos del INPE, el estudio señala que la mayor parte de las franjas deforestadas comprendían áreas de más de 100 hectáreas, o más de 90 canchas de fútbol.

“El pastel se está cortando en trozos mucho más grandes porque los criminales tienen más hambre, impulsados por las políticas ambientales actuales”, dijo el autor del estudio, Ralph Trancoso, en una entrevista con Mongabay.

Troncoso señaló el abandono, por parte del gobierno de Bolsonaro, del Plan de Acción para la Prevención y el Control de la Deforestación en la Amazonía Legal, como el causante de este aumento —una política gubernamental a la que se le atribuye en gran medida la reducción de la deforestación—.

“Los deforestadores sabían que podían ser atrapados, pero su postura parece haber cambiado. Ya no tienen miedo del monitoreo o de los controles gubernamentales. Por el contrario: se sienten animados a derribar más bosques porque saben que no serán penalizados”, agrega Trancoso.

Los incendios forestales también han alcanzado niveles sin precedentes, lo que ha contribuido a que octubre de 2021 haya sido el peor mes en cuanto a deforestación en la historia de Brasil.

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