Escándalo de corrupción envuelve a la Organización de Tokio 2020

Un escándalo de compra de votos para favorecer la elección de Tokio como sede olímpica para 2020 ha salpicado a los organizadores nipones y enturbiado la recta final de los preparativos para los JJOO, a un año y medio de la inauguración, plazo que se cumple este jueves.

El caso está investigado por la justicia francesa e implica al presidente del Comité Olímpico de Japón (JOC), a representantes de comités africanos y a una empresa tapadera, quienes se habrían confabulado para que la capital nipona se impusiera a Madrid y Estambul como sede de las próximas olimpiadas.

La trama está conectada al amplio escándalo de corrupción para la adjudicación de los Juegos de 2016 a Río de Janeiro y ha salido a la luz pese a los esfuerzos del Comité Olímpico Internacional (COI) por despejar las dudas sobre el proceso de elección de sedes olímpicas y por lavar la imagen del organismo.

La investigación de las autoridades francesas ha puesto su punto de mira sobre el máximo responsable del JOC y principal artífice de la candidatura tokiota, Tsunekazu Takeda, quien afronta cargos preliminares por «corrupción activa».

El motivo son unos movimientos de dinero sospechosos procedentes del comité nipón, hallados por la fiscalía al indagar en las cuentas de una empresa con sede en Singapur tras la cual se encuentra Papa Massata Diack, hijo del expresidente de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) Lamine Diack.

Poco antes de que la candidatura tokiota se impusiera a las otras ciudades aspirantes en un voto celebrado en Buenos Aires en 2013, el JOC abonó 1,8 millones de euros en dos pagos a la empresa en cuestión, denominada Black Tidings.

Los investigadores creen que ese dinero, destinado oficialmente para la elaboración de dos informes, pudo servir para sobornar a miembros africanos del COI a través del influyente Diack, quien hizo campaña entonces por la capital nipona.

El presidente del comité olímpico nipón ha defendido su inocencia y ha afirmado que los pagos fueron desembolsados a cambio de servicios lícitos de consultoría, tras ser interrogado en dos ocasiones por la justicia francesa.

«Continuaré cooperando plenamente con las autoridades francesas y haré todos los esfuerzos posibles para poder demostrar mi inocencia», dijo Takeda durante una breve comparecencia ante los medios en Tokio celebrada mediados de enero, en la que no quiso responder a preguntas de los periodistas.

El caso ha causado preocupación en el Gobierno de Japón, que ya había investigado previamente los pagos del JOC a Black Tidings sin detectar irregularidades, mientras que el comité organizador de Tokio2020, del que Takeda es vicepresidente, ha tratado de distanciarse del tema.

Las sospechas «no son muy buenas para la imagen del país», admitió el ministro encargado de los JJOO, Yoshitaka Sakurada, mientras que la gobernadora del Área Metropolitana de Tokio, Yuriko Koike, expresó su «gran sorpresa» al conocer los cargos presentados contra Takeda y mostró su deseo de conocer más detalles al respecto.

La Comisión de ética del Comité Olímpico Internacional, por su parte, ha mantenido una reunión para tratar la situación de Takeda -quien también ocupa el cargo de responsable de mercadotecnia del organismo internacional-, aunque por el momento no ha trascendido si se tomó alguna decisión al respecto.

Otros miembros del COI han sido suspendidos en los últimos años por sospechas de corrupción.

El expresidente del Comité Olímpico Brasileño Carlos Arthur Nuzman fue detenido en 2017 en su país, cuando ya era miembro honorario (jubilado) del COI, acusado de comprar votos para la candidatura de Río, dentro de una trama en la que también figuran los antes citados Papa Massata Diack y Lamine Diack, otro exmiembro del COI.

El segundo dimitió en 2014 de su cargo al frente de la Federación Internacional de Atletismo tras otro escándalo de sobornos por el dopaje en Rusia, y según creen los fiscales de Francia y de Brasil, fue junto a su hijo la figura clave para la compra de votos entre comités africanos que favoreció tanto a Río 2016 como a Tokio 2020.

Está por ver si el caso tiene consecuencias para Takeda, exjinete olímpico de hípica y bisnieto del emperador nipón Meiji, o si pasa factura sobre el respaldo popular a los Juegos Olímpicos, como sucedió con anteriores fiascos protagonizados por la organización.

ALD/EFE

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