El presidente estadounidense Donald Trump y el líder norcoreano Kim Jong Un se preparan para su segunda cumbre, la cual debe conducir a resultados concretos sobre el programa nuclear de Pyongyang, y no limitarse a ser un espectáculo mediático, indicaron este sábado los analistas.
El pasado mes de junio se reunieron en Singapur en una cumbre histórica, fue el primer encuentro entre líderes de dos países enfrentados durante décadas, directa o indirectamente a través de sus aliados en la Guerra Fría.
El apretón de manos de Trump y Kim atraparon la atención de los medios internacionales, previo a la histórica reunión que ambos tuvieron luego. Sin embargo, el acuerdo que suscribieron era largo y retórico, aunque avaro en detalles, pese a que Kim prometió trabajar en favor de la «desnuclearización de la península coreana».
Sin embargo, no ha habido casi progresos, y Pyongyang y Washington no se ponen de acuerdo sobre lo que cada cual debe hacer para que avancen las negociaciones.
Algunos señalan que Corea del Norte no se ha comprometido realmente a nada y que es improbable que renuncie a su arsenal atómico. Pero otros apuntan a que Washington mantiene una dura presión para aislar y sancionar a Corea del Norte, lo que también dificulta las negociaciones.
La Casa Blanca anunció que la próxima cumbre de Trump con el líder norcoreano se celebrará «a fines de febrero» en un lugar aún por determinar.
Ahora empieza el trabajo duro, anuncia Harry Kazianis del Centro para el Interés Nacional en Washington.
«Ambas naciones deben obtener resultados tangibles de sus esfuerzos diplomáticos en esta segunda reunión», pues en caso contrario «se las acusará de entregarse a un ejercicio de telerealidad», agregó.
Norcorea ha recibido una impresionante serie de sanciones de la ONU en los últimos años ante las noticias sobre el desarrollo de su arsenal nuclear. Pyongyang realizó seis pruebas nucleares y ha desarrollado y probado misiles balísticos que, según los expertos, podrían alcanzar el territorio continental de Estados Unidos.
«Los esfuerzos deben centrarse en que Corea del Norte llegue a la mesa de negociaciones con una lista completa de su arsenal nuclear», asegura a la AFP Kim Sung-han, profesor de Relaciones Internacionales en Korea University.
António Guterres, secretario general de la ONU, instó este viernes a Estados Unidos y Corea del Norte a acordar una hoja de ruta clara hacia la desnuclearización de la península coreana. Ante una consulta de la prensa sobre la posible reducción de las sanciones a Pyongyang, dijo que no «abogará por una anticipación de otras medidas hasta que no haya una negociación clara».
Si no hay un compromiso claro de parte de Pyongyang ello podría suscitar dudas sobre la sinceridad del régimen norcoreano, asegura Lim Eul-chul, profesor de estudios norcoreanos de la Universidad de Kyungnam.
Si la redacción del acuerdo que surja de esta segunda cumbre es similar a la del comunicado del 12 de junio, entonces le será difícil a Trump justificar su política hacia Corea del Norte, asegura.
Washington ha reiterado varias veces que espera que Pyongyang renuncie a su arsenal nuclear, pero Corea del Norte pide a su vez que Estados Unidos cese con su amenazante presencia militar en la región, como en Japón, Corea del Sur o Guam, y que renuncie a las sanciones.
Según Vipin Narang, profesor del MIT, «para que la cumbre valga la pena para Estados Unidos, las conversaciones deben conducir a importantes progresos. Para que la cumbre valga la pena para Corea del Norte, mejor será que haya pocos progresos».
ALD/Debate