EEUU reanuda negociaciones indirectas con Irán este lunes en Viena, bastante menos optimistas que hace unos meses respecto a la posibilidad de salvar el acuerdo nuclear iraní.
Antilavado de Dinero / Diario Las Américas.
«Es posible llegar a un acuerdo rápidamente», dijo el miércoles la diplomacia estadounidenses, que claramente privilegia esta opción.
Pero el emisario estadounidense Rob Malley asegura que la actitud de los iraníes «no es un buen augurio para las negociaciones».
EEUU les reprocha haber dilatado el proceso y multiplicar sus exigencias «radicales», mientras seguían haciendo progresos nucleares susceptibles de acercarles a la bomba.
Si al retomar las conversaciones los estadounidenses rápidamente perciben que Irán solo quiere ganar tiempo para acelerar sus avances atómicos, no se quedarán «de brazos cruzados», advirtió Malley.
«Debemos pensar en otros medios -diplomáticos y no- para intentar hacer frente a las ambiciones nucleares de Irán», dijo.
Entre las opciones diplomáticas, ha sido evocada la posibilidad de un «acuerdo provisorio».
«La administración Biden podría considerar un acuerdo reducido, de corto plazo, que permita congelar las actividades más sensibles de Irán en materia de proliferación, a cambio de un levantamiento limitado de sanciones», dijo recientemente Kelsey Davenport, de Arms Control Association.
El objetivo sería ganar tiempo, porque Teherán está ahora mucho más cerca de la bomba.
Pero esta opción podría generar protestas en Washington, entre los republicanos pero también entre muchos demócratas que la verían como una concesión muy generosa hacia los iraníes.
«Si Irán vuelve a la mesa de negociación con una larga lista de pedidos respecto al actual acuerdo nuclear, entonces Estados Unidos podría presentar su propia lista» respecto al rol de Irán en los conflictos regionales y sus misiles balísticos, estimó Davenport.
Pero se trataría de largas y complejas negociaciones, con un resultado incierto.
Y sobre todo, nada dice que la república islámica no seguiría haciendo progresos nucleares mientras duren las tratativas.
Para Suzanne DiMaggio, investigadora de Carnegie Endowment for International Peace, los «planes B» a la disposición de Biden «no son geniales». «Si tuviera un mejor plan, se sabría», ironizó el viernes en un intercambio con periodistas.
Acusado de debilidad por sus seguidores que defienden la línea dura, el gobierno de Biden comenzó a subir el tono en octubre al advertir que «todas las opciones» están sobre la mesa para evitar que Irán se convierta en una potencia nuclear. Una manera de dejar caer la amenaza militar.
Pero el exdiplomático Dennis Ross ha afirmado que esta referencia «rutinaria» a «otras opciones» ya es insuficiente porque «Teherán ya no se toma en serio a Washington». «Para relanzar el acuerdo nuclear, la amenaza de una escalada militar debe estar sobre la mesa», insistió.
«Es posible llegar a un acuerdo rápidamente», dijo el miércoles la diplomacia estadounidenses, que claramente privilegia esta opción.
Pero el emisario estadounidense Rob Malley asegura que la actitud de los iraníes «no es un buen augurio para las negociaciones».
EEUU les reprocha haber dilatado el proceso y multiplicar sus exigencias «radicales», mientras seguían haciendo progresos nucleares susceptibles de acercarles a la bomba.
Si al retomar las conversaciones los estadounidenses rápidamente perciben que Irán solo quiere ganar tiempo para acelerar sus avances atómicos, no se quedarán «de brazos cruzados», advirtió Malley.
«Debemos pensar en otros medios -diplomáticos y no- para intentar hacer frente a las ambiciones nucleares de Irán», dijo.
Entre las opciones diplomáticas, ha sido evocada la posibilidad de un «acuerdo provisorio».
«La administración Biden podría considerar un acuerdo reducido, de corto plazo, que permita congelar las actividades más sensibles de Irán en materia de proliferación, a cambio de un levantamiento limitado de sanciones», dijo recientemente Kelsey Davenport, de Arms Control Association.
El objetivo sería ganar tiempo, porque Teherán está ahora mucho más cerca de la bomba.
Pero esta opción podría generar protestas en Washington, entre los republicanos pero también entre muchos demócratas que la verían como una concesión muy generosa hacia los iraníes.
«Si Irán vuelve a la mesa de negociación con una larga lista de pedidos respecto al actual acuerdo nuclear, entonces Estados Unidos podría presentar su propia lista» respecto al rol de Irán en los conflictos regionales y sus misiles balísticos, estimó Davenport.
Pero se trataría de largas y complejas negociaciones, con un resultado incierto.
Y sobre todo, nada dice que la república islámica no seguiría haciendo progresos nucleares mientras duren las tratativas.
Para Suzanne DiMaggio, investigadora de Carnegie Endowment for International Peace, los «planes B» a la disposición de Biden «no son geniales». «Si tuviera un mejor plan, se sabría», ironizó el viernes en un intercambio con periodistas.
Acusado de debilidad por sus seguidores que defienden la línea dura, el gobierno de Biden comenzó a subir el tono en octubre al advertir que «todas las opciones» están sobre la mesa para evitar que Irán se convierta en una potencia nuclear. Una manera de dejar caer la amenaza militar.
Pero el exdiplomático Dennis Ross ha afirmado que esta referencia «rutinaria» a «otras opciones» ya es insuficiente porque «Teherán ya no se toma en serio a Washington». «Para relanzar el acuerdo nuclear, la amenaza de una escalada militar debe estar sobre la mesa», insistió.