¿Están preparadas las empresas para mitigar el impacto del Covid-19 (Primera Parte)

José Antonio Gil D’Santiago es especialista en Tecnología de la Información, Gestión de Riesgos, Auditoría de TI y Planificación Estratégica y demás temas relacionados con el sistema financiero. En su artículo nos habla sobre la problemática del coronavirus y su impacto en las empresas.

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Son muchas las epidemias que el mundo ha padecido a lo largo de los años. Sin embargo, en un entorno globalizado como el que tenemos en la actualidad, es más factible que su contaminación pueda ser mayor; y más cuando el virus es contagioso por naturaleza. En este sentido, no sería extraño que el Covid-19 sea la primera pandemia del siglo XXI, pero no será la única!.

Este tipo de situaciones traen consigo una gran afectación de las economías de los países que la padecen y de las empresas que hacen vida dentro de ellos. Pero cuando se trata de una pandemia, la afectación es global. Todos los países y todas las empresas se verán afectados de mayor o menor manera. Por tanto, hoy más que nunca las empresas deben estar preparadas ante este tipo de amenazas.

Survey de Gartner

En un survey realizado por Gartner a más de 1500 representantes de empresas, a nivel mundial, solo el 12% considera que sus negocios están altamente preparados para el impacto del coronavirus, mientras que el 67% de los encuestados, se calificaron como algo o muy poco preparados para soportar su impacto.

Otro aspecto interesante de este survey, es que solo el 2% del total de encuestados cree que su negocio puede continuar operando de manera normal, mientras que el 57% estima que su negocio operará a un ritmo reducido. Adicionalmente, un 16% considera que sus actividades se restringirán severamente, y un 1% que se suspenderá por completo.

Al respecto, menciona el Sr. Matt Shinkman, Vicepresidente de la Práctica de Riesgos y Auditoría de Gartner: “Los miembros de las Juntas Directivas tienden a lidiar con los riesgos emergentes simplemente asumiendo que desaparecerán, centrando su atención en lo que es más importante hoy”. Y continúa: “En los buenos tiempos, esta metodología se refuerza porque a veces los riesgos emergentes realmente desaparecen. Es cuando esto no sucede, que los problemas surgen inevitablemente”.

El ERM y el riesgo emergente

En este sentido, tener una función de gestión de riesgos empresariales (ERM) significa que es más probable que una organización vea venir los riesgos y luego mitigue el impacto de esos riesgos emergentes de manera más rápida y efectiva (enfoque preventivo).

Las empresas que esperan hasta que el riesgo emergente (como las epidemias y pandemias), esté afectando sus operaciones y no se hayan preparado adecuadamente, con toda seguridad perderán terreno frente a empresas que estén mejor preparadas.

Planes de Continuidad Operativa

El impacto principal de las epidemias y las pandemias, es la falta de acceso del personal a su lugar de trabajo, la disminución de la productividad y un cambio en el comportamiento del público en términos de compras y gastos. Y este impacto es aún más fuerte, en aquellas empresas que no se han preparado para este tipo de amenazas.

Los líderes empresariales no pueden esperar a que se desarrolle una crisis para comenzar a responder. Deben prepararse para responder preguntas básicas sobre esta nueva amenaza: ¿qué hará la compañía si un empleado se enferma? ¿Pedir a todos los empleados que se autoaislen?,

Si el coronavirus causa un alto ausentismo, ¿los empleados asistentes están capacitados para realizar múltiples tareas?, ¿Pueden sus empleados trabajar de forma remota?. ¿Está preparado operativa y tecnológicamente para apoyar un cambio hacia el tele-trabajo?, ¿Existe un equipo de gestión de crisis capacitado y representativo que incluya personal de guardia, y esos miembros del equipo saben lo que se espera de ellos?, ¿Las finanzas pueden apoyar las operaciones en caso de pérdidas anticipadas?.

Muchas son las recomendaciones dadas a las empresas por distintos “expertos” y representantes de los distintos gobiernos a nivel mundial. Ente ellas, que los empleados trabajen desde sus casas (tele-trabajo), que tengan personal de backup, que usen mascarillas, etc, etc. Cualesquiera que sean las medidas de continuidad operativa que tomen las empresas, deben ser personalizadas; es decir, ajustadas a su realidad operativa de cada empresa.

Me explico un poco, si la decisión es la de tele-trabajo, hay que revisar si la empresa tiene suficientes laptops o computadoras para dar a sus empleados; si no es así, y los empleados tienen que trabajar con sus propios equipos, surgen nuevas dudas: ¿todos los empleados tienen computadoras?, ¿y las políticas de seguridad para ingresar a la red de las compañías y acceder a la información, están implementadas en estos equipos?, ¿si la conexión es por VPN, las empresas tienen suficientes licencias de uso?, ¿Cuántas conexiones soportaría su TI?, ¿Cómo haría un empleado en Venezuela, donde hay fallas constantes de luz eléctrica y donde la velocidad del internet es el peor de Latinoamérica y el 139 del mundo, de un total de 141 países analizados por Speedtest en noviembre de 2019?.

En este sentido, Ecuador se sitúa como el número 10 en Latinoamérica y el 93 en el mundo, ¿podrían utilizar el tele-trabajo todas las empresas?.

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Lo mismo pasa con el uso de las mascarillas. No es portar una y ya!. Hay todo un protocolo de uso, reemplazo y desecho, para que realmente sea una contramedida efectiva ¿lo conocen las empresas?, ¿lo han hecho del conocimiento de sus empleados?.

¿Personal de Backup?, ¿Cuántos empleados estarán operativos, para que las empresas puedan asegurar una operación mínima?, ¿Cuántos en backup?, ¿Deben tener algunas capacidades especiales estos empleados?. Las respuestas a estas y otras preguntas son únicas para cada empresa. No hay soluciones mágicas!.

Por tanto, es imperante que las empresas cuenten (o estén trabajando en ello) con planes de continuidad operativa, que incluyan este tipo de amenazas, y que adecuen sus estrategias de acuerdo a sus capacidades reales operativas, humanas y financieras.

Lo cierto de toda esta situación, en palabras de Matt Shinkman: “Las organizaciones mejor preparadas pueden esperar disfrutar de muchas ventajas comerciales sobre sus pares menos preparados, ya que minimizan la interrupción causada por el coronavirus”.

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