El Frente 10 de las disidencias de las FARC no se detiene. Después de enfrentar varios enemigos simultáneamente en suelo venezolano, ahora parece lidiar con el mayor obstáculo criminal del territorio: el ELN.
Antilavadodedinero / InSightCrime
El 7 de enero, la Fiscalía General de Colombia alertó que la batalla entre las disidencias de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) se está expandiendo. Las autoridades advirtieron mediante un comunicado que las disidencias se están moviendo de Norte de Santander, su bastión, para atacar al ELN en Arauca, departamento colombiano en la frontera con Venezuela.
El fiscal general de Colombia Francisco Barbosa también informó que los enfrentamientos entre el Frente 10 y el ELN se habían extendido a tres departamentos fronterizos: Norte de Santander, Arauca y Casanare.
En este contexto, al menos 27 personas han sido asesinadas en lo que va del año en ambos lados de la frontera colombo-venezolana.
El Frente 10 ha ganado poder en los últimos dos años y actualmente podría ser una de las disidencias más fuertes. El grupo se alineó con Miguel Botache Santillana, alias «Gentil Duarte«, quien buscar unificar a las distintas organizaciones que se separaron de las FARC luego de su desmovilización en 2016.
En septiembre de 2020, el Frente 10 inició una disputa con dos adversarios, según reportó InSight Crime en una reciente investigación. Primero, encabezó una lucha contra la Segunda Marquetalia, su rival más grande dentro de las disidencias de las FARC. Esta organización, liderada por algunos de los comandantes más notorios de la exguerrilla, también busca retomar el control que solían tener las FARC y opera tanto en Colombia como en Venezuela. El conflicto entre ambos bandos resultó en el debilitamiento de la Segunda Marquetalia y en la muerte de tres de sus cuatro líderes en suelo venezolano.
De manera simultánea, el Frente 10 resistió varios ataques de las Fuerzas Armadas de Venezuela. Miles de personas fueron desplazadas y al menos 16 soldados venezolanos fueron asesinados. No obstante, el Frente 10 continuó arraigado en el estado de Apure.
Alentados por estas victorias, el Frente 10 ahora se enfrenta al ELN. Pero el ELN es un enemigo diferente. Aunque hasta ahora se ha reportado que las otras disidencias apoyarían al Frente 10, el ELN cuenta con más integrantes en sus filas, controla más territorio, tiene mejor financiamiento y es liderado por el veterano comandante Gustavo Aníbal Giraldo, alias «Pablito».
Los departamentos fronterizos de Arauca y Apure, en Colombia y Venezuela respectivamente, tienen un amplio control del ELN, pero el grupo no había tomado posición frente al conflicto entre las disidencias de las FARC hasta este momento. Varias versiones han surgido para explicar este golpe: asesinato de comandantes, diferencias entre ambos grupos por el control territorial y social, y hasta rencillas ligadas al narcotráfico.
InSight Crime analiza tres posibles consecuencias de este conflicto:
Una apuesta arriesgada
Ambas organizaciones tienen cartas para mostrar ante un eventual conflicto.
El Frente 10, liderado por Jorge Eliécer Jiménez, alias «Arturo», ya combatió a la Segunda Marquetalia y al Ejército venezolano. Aunque hubo bajas de ambos lados, las Fuerzas Armadas venezolanas terminaron por retirarse de Apure y la Segunda Marquetalia se vio debilitada en gran medida por la pérdida de sus cabecillas y combatientes. Entretanto, el Frente 10 no parece ceder territorio. Su capacidad militar y las redes de apoyo que le permitieron sobrevivir a dos enemigos simultáneamente jugarían un papel esencial en caso de que otro grupo, en este caso el ELN, busque expulsarlos.
No obstante, el ELN también tiene ventajas. En primer lugar, tiene uno de sus fortines en Arauca y ha logrado incursionar en Venezuela, donde se mueve con facilidad gracias al libre paso garantizado por el gobierno de ese país. Allí, el Frente de Guerra Oriental de esa guerrilla, el más poderoso y numeroso, comandado por Pablito, impone condiciones. Pablito ordenó el ataque a una de las escuelas de policía más importantes de Colombia en enero de 2019 y dinamitó el proceso de paz entre el gobierno colombiano y esa guerrilla. Su carácter bélico lo precede y seguramente no tendría reparos en defender el histórico territorio del ELN.
Una pelea histórica
Tras la desmovilización de las FARC en 2016, varios grupos disidentes trataron de copar algunos espacios que el ELN había tomado en la frontera colombo-venezolana. Aunque los enfrentamientos fueron escasos hasta el año pasado, la reciente violencia revive fantasmas del pasado.
El conflicto entre el ELN y el Frente 10 no es nuevo. Entre 2004 y 2010, cuando las FARC seguían activas, fueron desplazadas unas 50.000 personas de la frontera a causa de la violencia, según la BBC. En 2010, ambos grupos acordaron un tregua y dividieron el control de las lucrativas economías criminales, como el tráfico de cocaína y el contrabando.
Impacto militar incierto
El presidente de Colombia, Iván Duque, anunció el 3 de enero la llegada de dos batallones del ejército a la región y aclaró que se aumentará la “inteligencia y contrainteligencia” con el uso de drones y vigilancia de la frontera.
No es la primera vez que el gobierno colombiano opta por esta medida. Las disputas territoriales de las disidencias de las FARC en Norte de Santander, otro departamento limítrofe entre Colombia y Venezuela, también han generado la movilización de la planta militar.
Si bien las respuestas institucionales de las Fuerza Armadas no han tenido el impacto necesario, la presencia de militares colombianos en la frontera, más que contrarrestar el problema, podría ser el puntapié de nuevas tensiones con el gobierno venezolano. En el pasado, tras las acusaciones del gobierno colombiano al gobierno de Nicolás Maduro de ocultar “terroristas”, el mandatario venezolano desplegó ejercicios militares en la frontera.