Informe de la JIFE en Viena, sobre la cocaína y el medio ambiente

La producción de drogas genera todo un sistema económico ilegal que depreda el entorno, como la tala y el comercio ilegal de flora y fauna, y promueve la corrupción y la violencia, según la Junta Internacional de Estupefacientes.

La producción de drogas acelera el cambio climático y destruye ecosistemas vulnerables, como la cuenca del Amazonas, con la sola fabricación de cocaína, que emite tanto CO₂ como la circulación de casi dos millones de vehículos en todo un año.

El impacto de la producción de drogas en el medio ambiente es uno de los aspectos que destaca el informe de 2023 de la Junta Internacional de Estupefacientes (JIFE), presentado este martes en Viena. La JIFE es el órgano de la ONU encargado de velar por el cumplimiento de los tratados antidrogas.

Según datos de 2020, la producción global de cocaína genera unas 8,9 millones de toneladas CO₂ anuales, comparables a las emisiones de más de 1,9 millones de automóviles de gasolina.

La producción de drogas genera además todo un sistema económico ilegal que depreda el entorno, como la tala y el comercio ilegal de flora y fauna, y promueve la corrupción y la violencia, según el informe.

“En las regiones amazónicas del Brasil, Colombia y el Perú, que comprenden en conjunto el 79 % de la cuenca del Amazonas, las organizaciones dedicadas al narcotráfico siguen ampliando sus operaciones, que han llegado a abarcar la minería ilegal, la tala ilegal y el tráfico de fauna y flora silvestres”, señala el informe.

Además, el uso de productos químicos muy potentes y contaminantes en estas actividades ilegales produce efectos devastadores, como la deforestación, en regiones ecológicamente muy vulnerables.

En la producción de cocaína se emplea ácido sulfúrico y queroseno, mientras que en la fabricación de metanfetaminas se requiere de amoníaco anhidro, sustancias muy potentes cuyos desechos se suelen liberar en el entorno y, además de la deforestación, contamina ríos, suelos y envenena animales.

Estas actividades también provocan conflictos y violencia, afectando a la seguridad y el bienestar de las comunidades locales, destaca el informe de la ONU.

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