Un distribuidor de pescado de Surinam, en la ciudad costera de Nieuw Nickerie, dice que paga anualmente 250.000 dólares surinameses, o alrededor de US$12.000, por su flota y su negocio de procesamiento de pescado.
Antilavadodedineo / InSightCrime
El vendedor admite que alquiló su licencia de manera ilegal a barcos guyaneses, pues dice que es la única forma de compensar los costos.
“Yo tengo un permiso, tú tienes un barco. Entonces: toma mi permiso, usa tu barco y tráeme pescado”, cuenta el vendedor, cuyo nombre nos reservamos debido a sus comentarios sobre actos ilícitos, como el contrabando.
Dicha práctica ha creado un mercado negro de licencias de pesca. Los pescadores de Guyana suelen trabajar con licencias que les alquilan a los propietarios de barcos por unos pocos miles de dólares.
Surinam, ubicado entre Guyana, Guayana Francesa y Brasil, tiene leyes estrictas en cuanto a las licencias de pesca, una de las cuales señala que las licencias solo se pueden otorgar a barcos surinameses y que no son transferibles. En 2020, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca emitió poco más de 930 permisos de pesca artesanal. Sin embargo, debido al comercio de licencias, hay muchos más barcos pescando en las aguas de Surinam.
Las licencias se reproducen fácilmente, cuenta Satesh Kodai, presidente de la Organización Nacional de Pescadores de Surinam. Estima que, por cada 100 permisos arrendados a los pescadores guyaneses, entre 300 y 400 barcos operan con ellos. Dice que los pescadores guyaneses que alquilan ilegalmente licencias también las duplican para venderlas a sus compatriotas.
“Incluso el propietario de una embarcación desconoce cuántas veces se están reproduciendo sus licencias”, le dijo Kodai a InSight Crime.
Contrabando de pescado hacia Guyana
Los pescadores artesanales de Surinam pueden solicitar dos tipos de licencias: una licencia de navegación interior, que permite la pesca en ríos, incluido el estuario, y en aguas costeras poco profundas, y una licencia de la costa de Surinam, o licencia SK por sus iniciales en holandés, que permite pescar en aguas costeras de hasta 16,5 metros de profundidad. En 2020, la flota del interior recibió unas 470 licencias, y la costera 450, según el último plan de gestión pesquera.
Los barcos que reciben licencias SK suelen ser grandes embarcaciones de madera que pueden permanecer en el mar hasta por tres semanas, pescando pez mantequilla, lubina asiática y otros peces de gran tamaño.
Las licencias SK más valiosas se alquilan con mayor frecuencia a barcos guyaneses. Los medios de Guyana han informado que los pescadores pagan hasta US$4.000 por cada licencia. Estos barcos también desembarcan ilegalmente sus botines en Guyana.
Dew Jaddoe, exdirector de pesca y director ejecutivo de una planta de procesamiento de pescado en el municipio costero de Nickerie, dice que es bien sabido, incluso para el ministerio, “que los barcos SK están contrabandeando pescado”. Según el plan de pesca, cerca de una cuarta parte de los barcos con licencia SK están desembarcando sus presas en Guyana.
“Los barcos SK necesitan ser inspeccionados”, le dijo Jaddoe a InSight Crime.
Pero los recursos de la patrulla marítima son limitados.
“Tratamos de hacer patrullajes al menos dos veces al mes si tenemos suficiente gasolina”, le dijo Radjoe Bhola, director de la Guardia Costera de Surinam, a InSight Crime.
“Después de casi todos los patrullajes traemos una o dos embarcaciones ilegales, a veces seis o siete”, afirma Bhola. “Encontramos barcos de pesca ilegal guyaneses y venezolanos, pero la mayoría de las violaciones son en realidad de surinameses que salen a pescar sin permiso”.
A las autoridades se les dificulta capturar a los pescadores de Guyana que utilizan permisos ilegales, porque la mayoría de los propietarios de barcos de Surinam son guyaneses, afirma Mohamedsafiek Gowrie, presidente del Comité de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Asamblea Nacional.
“El pescador guyanés no le dice honestamente a la policía: ‘Pagué una gran cantidad por esta licencia’”, le dijo Gowrie a InSight Crime.
En agosto de 2021, el presidente de Guyana, Irfaan Ali, y el presidente de Surinam, Chandrikapersad Santokhi, al parecer llegaron a un acuerdo para que Surinam les otorgara 150 licencias a los pescadores guyaneses. El acuerdo buscaba en parte que los pescadores de Guyana no necesitaran alquilar licencias. Pero la decisión luego fue rechazada por la industria pesquera de Surinam.
El asunto de las licencias aún no se ha resuelto. En abril pasado, el vicepresidente de Guyana, Bharrat Jagdeo, les dijo a los pescadores de Alto Corentyne, en límites con Surinam, que “algunas personas se están beneficiando de esto” y que “son muy reacios a que se resuelva el problema”.
Pamashwar Jainarine, presidente de la Cooperativa de Pescadores de Upper Corentyne, dijo que los pescadores de la cooperativa suelen pagar entre US$3.000 y US$4.000 para trabajar con licencias originales. Las licencias duplicadas cuestan la mitad, pero los pescadores guyaneses asumen el “riesgo de trabajar con las copias”, dijo, y agregó que “incluso las solicitan”.
Dice que los pescadores de la cooperativa no habían buscado licencias adicionales, sino más bien la transferencia de unas 50 licencias de personas que, según él, están alquilando múltiples licencias en el mercado negro.
“Estos intermediarios son muy poderosos, ganan mucho dinero con estas licencias”, afirma Jainarine.
Contrabando en el río Corentyne
La desembocadura del río Corentyne, cerca de la pequeña ciudad de Nieuw Nickerie, está usualmente abarrotada de barcos de pesca.
Lo único con lo que cuenta para patrullarlas el mayor Wim Daal, comandante del Ejército Nacional en la Región Occidental, es una pequeña lancha rápida. El distrito de Nickerie, que limita con el Océano Atlántico y el río Corentyne, carece incluso de una estación de guardia costera.
“Surinam tiene una política pesquera estricta, pero carecemos de los recursos para aplicar la ley”, dijo Daal a InSight Crime.
A lo largo del Corentyne existe un activo comercio de contrabando. A Surinam se trafica oro ilegal. Y a Guyana se contrabandean productos electrónicos, ropa, bebidas alcohólicas, pollos y combustible.
El dueño de un negocio a orillas del río Nickerie, que pidió el anonimato por temor a represalias, mostró un video de un teléfono celular en el que se ve a un grupo de pescadores guyaneses desarmando una camioneta. El panel de instrumentos, los asientos, la puerta, el motor, el volante y el tubo de escape son introducidos a un barco pesquero atracado cerca de un embarcadero.
“Uno pensaría que harían esas cosas por la noche, en silencio; pero esto era a medio día. Al parecer, no tienen nada que temer”, dijo el negociante a InSight Crime.
Y aunque ha entregado pruebas de pesca ilegal y de contrabando a los funcionarios locales y a agencias nacionales, se ha topado con un muro de silencio.
InSight Crime se comunicó con el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de Surinam en numerosas ocasiones para hablar sobre las licencias ilegales y el contrabando, pero no recibió respuesta.
“En el Corantyne se contrabandea de todo”, afirma el vendedor de pescado, quien admite que ha rentado su licencia algunas veces. “Hay gente que cruza ilegalmente y pasa bienes de contrabando y pesca ilegal. Eso se sabe abiertamente”.
Gran parte del contrabando se transporta en barcos cuyo diseño se parece al de los buques pesqueros.
“Ponen una red de pesca en la cubierta para que uno crea que son barcos de pesca. Pueden incluso tener licencia”, dice el vendedor de pescado.