La puja por los cuatro vehículos de alta gama del sindicalista argentino Marcelo Balcedo fue fluida. Los cuatro coches se vendieron en 490.945 dólares.
Antilavadodedinero / subrayado
El hecho derivó en una investigación de la Fiscalía de Flagrancia y de la Policía de Crimen Organizado e Interpol.
El caso ha sido confirmado este viernes por Canal 4, El Observador, El País y Montevideo Portal.
Un mecánico fue el encargado de hacer una de las ofertas. Los problemas comenzaron cuando se le informó que debía pagar un adelanto de 164.000 dólares.
Según el indagado, estaba allí en representación de un hombre de Nueva Palmira. Ante investigadores de Crimen Organizado dijo que había recibido la orden de llamar a la hija del oferente para pagar la seña y concretar la operación.
Siempre según su relato, así se enteró que el dinero no estaba disponible. La hija del supuesto comprador le explicó por teléfono al mecánico que el padre tenía problemas psiquiátricos, además de tener un consumo problemático de alcohol.
El Porsche Panamera fue subastado en 147.875 dólares, el Porsche Boxster por 88.725 dólares, el Chevrolet Camaro por 97.006 dólares y la Range Rover se remató en 157.339 dólares. Los precios incluyen la comisión del 18%.
Según dijeron a Subrayado, dos compradores se llevaron los cuatro vehículos: uno compró el Boxster y el otro el Panamera, el Camaro y la Range Rover.
Sobre la oferta no concretada, la Asociación de Rematadores trasmitió a la Policía que va a presentar una demanda penal, señala El País, aunque se especula que el hecho va a ser dirimido en la justicia civil.
La subasta dirigida por el rematador Mario Molina se hizo por cuenta de la Junta Nacional de Drogas.
El sindicalista argentino Marcelo Balcedo fue formalizado en 2018 por un delito de lavado de activos y en ese marcó negoció entregar algunas de sus propiedades a las autoridades uruguayas
Balcedo era secretario del Sindicato de Obreros y Empleados de Minoridad y Educación (SOEM) y se radicó en Uruguay tras construir una mansión en el Cerro del Burro, en el departamento de Maldonado. En la finca denominada «El Gran Chaparral» se radicó con sus hijos y su esposa, Paola Fiege.
También allí pasaron gran parte de la prisión domiciliaria que les otorgó la justicia uruguaya.
Fiege se hizo presente en el remate y tenía intenciones -según dijo- de hacer una oferta por cada uno los coches que pertenecían a a familia. Sin embargo, no lo hizo.