Mientras trabajaba en la oficina del FBI en el sur de Texas, el sargento Chris, investigador de la Unidad de Fraude, ayudó a la agencia federal a descubrir una operación de tráfico humano valorada en $2 millones.
El sargento Chris investigaba una estafa de fraude de seguros cuando se encontró con Luis Enrique Moctezuma-Acosta y Scarlett Fuentes-Gavarrete. Moctezuma-Acosta es mexicano y Fuentes-Gavarrete es hondureña y vive ilegalmente en Mission, cerca de la frontera entre Texas y México.
«A medida que monitoreábamos el dinero y hacíamos las entrevistas, descubrimos a estas personas que estaban comprando propiedades… y luego averiguamos a qué se dedicaban», dijo el sargento Chris.
Moctezuma-Acosta y Fuentes-Gavarrette compraban estas propiedades con el dinero que obtenían dirigiendo una red de tráfico humano. Su red, que abarcaba desde Honduras hasta Boston, introdujo clandestinamente a 2,400 personas a los Estados Unidos.
Una vez que las personas cruzaban clandestinamente el Río Grande hacia Estados Unidos, la organización de contrabando autodenominada como «LEMA», usaba varios métodos para eludir los puestos de control de la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos, incluidos remolques de tractores, aviones comerciales y guías para acompañar a los viajeros por los puestos de control. Lavaban el dinero de las ganancias a través de empresas que ellos mismos creaban, entre ellas un concesionario de autos usados.
«Pusimos en pausa el caso principal», dijo el sargento Chris, «y trabajamos en este caso para poner a estas personas bajo custodia y asegurarnos de que todo el mundo estuviera a salvo».
En marzo, Moctezuma-Acosta y Fuentes-Gavarrette se declararon culpables de lavado de dinero y conspiración. En julio cada uno fue condenado a 20 años de prisión federal. También enfrentarán la deportación después de salir en libertad.
Las autoridades incautaron más de $1.5 millones de dinero en efectivo y $2.7 millones en vehículos de lujo, joyas y propiedades. Otros dos miembros de la familia se declararon culpables de cargos de lavado de dinero. La investigación identificó a un inmigrante que murió durante el contrabando.
Según el sargento Chris: «Me alegro de que estén fuera de las calles. No tenían ni idea del daño que estaban causando».
El sargento Chris se incorporó a TDI en el 2016 después de 30 años con el departamento de policía. Él trabaja de cerca con el FBI en la lucha contra los delitos financieros y el fraude de seguros.
«Me encanta lo que hago», afirma. «Me gusta ayudar a mi comunidad y a la gente que no puede ayudarse a sí misma».