Conocí su historia hace un par de años: había sacado todos sus ahorros, ya jubilada, para ayudar a su amiga Isabel Pantoja. Dolores Pozo, conocida por haber regentado el quiosco cercano a la casa de Francisco Rivera Paquirri en Sevilla, le reclamaba a la artista saldar una deuda de varios años atrás. Isabel -Maribel para los suyos- le pidió personalmente 80.000 euros a principios de 2014 para evitar entrar en prisión, tras ser condenada a 24 meses por blanqueo de capitales en el caso Blanqueo. La buena mujer no lo dudó. No sólo le dejó 80.000 euros, sino que le hizo una segunda transferencia de 6.000 más. Todos sus ahorros, los que pudo reunir trabajando a lomos de un quiosco en el barrio de Los Remedios en Sevilla, junto a su marido durante más de 40 años.
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Había oído hablar de tanta gente que decían había prestado dinero a Isabel Pantoja que pensé que no era más que un rumor, de esos que se convierten en leyenda urbana, a base de repetirlos por las redacciones y platós de televisión. Las presuntas deudas de Pantoja tenían nombre y apellido: la quiosquera de Sevilla, una familia de Córdoba, un empresario amigo y hasta un famosos artista flamenco. El tiempo iba pasando y el rumor persistía. Ninguno reclamaba nada oficialmente. Tampoco podía entender personalmente cómo la cantante, una vez cumplida su condena judicial y firmado un contrato con la discográfica Universal para reaparecer en noviembre de 2016, se permitía que repitieran su nombre como deudora crónica. Isabel no paga sus deudas. ¿Cómo puede ser eso? Luego supe de sus serios problemas con Hacienda y entendí que, quizá, las cantidades que empezó a ingresar tras más 2 años sin trabajar por razones penitenciarias se las llevaba Hacienda, que somos todos. A Loli Pozo le tocaba esperar. Consiguió que le devolviera una parte en 2017: 10.000 euros. Así me lo detalló el día que la conocí personalmente en su casa del barrio El Tardón en Sevilla, cuando la entrevisté hace un par de semanas para ‘El programa de Ana Rosa’.
Pensó mucho en dar el paso. No quiere llamar la atención ni escándalos, solo su dinero. Unos días atrás, desesperada, viendo que Isabel aparecía en la tele, en un nuevo programa (‘Top Star’) se plantó y se dijo que no esperaba más. Le había interpuesto una demanda de conciliación en diciembre pasado, previa a una reclamación de cantidad por los 76.000 euros que aún le debe. Quería darle la oportunidad de conciliar y saldar la deuda. Añora esa amistad, ese cariño compartido. Sin embargo, lleva años sin saber nada de ella. ¡No le responde las llamadas y para colmo no atiende las notificaciones del jugado en las que le citan para la posible conciliación y de pronto la ve de nuevo, hablando en la tele! Tan guapa, como una diva. No podía creer que su amiga le traicionara de esa manera. Ella confió ciegamente. “Se lo presté a corazón abierto”, me confesó entre lágrimas mientras charlábamos en la salita junto a la ventana en su casa de Sevilla.
No quería verla en televisión, pero sí tomó la decisión de denunciarlo públicamente. Si Isabel seguía sin atender las citaciones judiciales, al menos que se supiera cómo estaba actuando la artista. Daría una entrevista y hablaría alto y claro. Y así fue. En ‘El programa de Ana Rosa’ dimos en exclusiva su testimonio a cámara. Loli Pozo necesita el dinero, su dinero. La última vez que el Juzgado de Chiclana quiso citar a la cantante, envió a la Guardia Civil. Intento negativo: la sra Pantoja no estaba en casa. Había viajado a Madrid por trabajo.
A la espera de que el Juzgado señale una tercera citación, otros acreedores de Isabel Pantoja toman también acciones judiciales contra ella. Es el efecto Loli Pozo. Demasiados años ya también para el empresario que ahora le reclama también un préstamo personal. De momento, ha interpuesto, como Loli Pozo, una demanda de conciliación.Ya no espera tampoco más tiempo ni confía en promesas inciertas. La demanda está en marcha.
En la cola de débitos, otro empresario muy cercano a Julián Muñoz. Declaró en el caso Blanqueo y, según me informan, ya no sabe cómo cobrar a la artista, quien se hizo muy amiga de su mujer. De momento, no tengo confirmado que haya interpuesto demanda, aunque no lo descarta. Tampoco el artista Miguel Poveda, otro buen amigo que le entregó un buen pellizco. Nunca le ha reclamado nada. Uno sabe lo que debe. Generoso y prudente. ¡Grande Poveda! Puede que la cosa cambie.