Como nuevos jinetes apocalípticos cabalgan tres expresiones del crimen organizado que laceran a la sociedad: narcotráfico, contrabando de armas y trata de personas.
Antilavadodedinero / Contrareplica
Las adicciones, la violencia y la explotación sexual o laboral de niños y mujeres han quebrantado la paz social, debilitado el orden de gobierno y empoderado a los delincuentes.Negocios ilícitos que dejan miles de millones de dólares en detrimento de la salud de los mexicanos crean un clima de gran violencia e inestabilidad política que destruye familias enteras y a cuyas víctimas el Estado no ha podido dar una respuesta eficaz.
El crimen organizado cada vez se infiltra más en las corporaciones policiales, de procuración y administración de justicia, así como en instituciones gubernamentales, donde no solo obtienen y controlan la información, también imponen a gente en puestos públicos y candidatos a cargos de elección popular.
Esta acción criminal afecta la gobernanza y la relación con los ciudadanos, quienes muchas veces ven suplantado el poder civil por estructuras delictivas que les pretenden dar seguridad a cambio del pago de algún impuesto. Ese poder fáctico incide en la vida social y económica de amplias regiones del país.
Al creciente ritmo en el consumo de estupefacientes se suma la dependencia del aparato productivo de zonas enteras con la generación de empleos a través de inversiones ilícitas y el lavado de dinero.
La venta de drogas también conlleva otro fenómeno de intranquilidad social: la violencia desmedida provocada por la guerra entre cárteles, los enfrentamientos con las propias fuerzas armadas, las masacres de civiles, los “levantones”, secuestros, desapariciones y la violencia política y contra la mujer.
Esas actividades se realizan con armas de procedencia ilícita cuyo tráfico también deja ganancias extraordinarias al crimen organizado. Más de doscientas cincuenta mil pistolas y rifles semiautomáticos entran anualmente a nuestro país por las aduanas terrestres y marítimas que supuestamente controlan las autoridades federales.
Con esas armas se han cometido de diciembre de 2018 a junio de 2021, 91 mil 092 homicidios dolosos, lo que convierte a este sexenio en el más violento de las últimas dos décadas.
El tráfico de armas, como todo delito multinacional cuenta con la complicidad de autoridades gubernamentales civiles y militares, ya que la delincuencia tiene un imparable poder corruptor por las billonarias ganancias que deja ese tránsito ilegal. El tráfico de armas, después de las drogas, es el crimen que más utilidades deja.
La trata de personas es la deleznable actividad ilegal que ofende gravemente a la sociedad, porque comercian con el cuerpo humano, trafican con la vida de niños, adolescentes, jóvenes y mujeres, los cuales son sustraídos mediante engaños de sus hogares con fines de prostitución, pornografía infantil o explotación laboral forzada.
Las bandas internacionales dedicadas a este ilícito utilizan ahora ciberdelitos para atraer a menores y mujeres. El uso indiscriminado y sin supervisión del internet favoreció durante la pandemia la comisión de delitos como la pornografía y la prostitución.
En el último año y medio se incrementó el número de casos de trata de personas, cuando por el confinamiento los niños estuvieron más expuestos a las redes y se convirtieron en víctimas de ciberdelincuentes, mientras que las mujeres atendieron falsas ofertas de trabajo en la web y fueron atrapadas por tratantes.
Hay una larga y vergonzosa tradición de la trata de personas en Tlaxcala y Puebla, donde comunidades enteras se dedican a secuestrar mujeres para traficar con ellas, incluso mandándolas al extranjero en contubernio con mafias de otras naciones.
A las actividades de estos tres nuevos jinetes apocalípticos sume usted la cifra negra, es decir, el número de eventos que no se denuncian y el porcentaje de impunidad que es del 96 por ciento. Así entenderemos la gravedad del problema.No solo tienen secuestrada la tranquilidad social, mantienen en vilo la gobernanza