La tormenta que empezó a formarse sobre el presidente colombiano, Iván Duque, y su mentor, el senador Álvaro Uribe, por una supuesta compra de votos en 2018 con la ayuda de un presunto testaferro de narcotraficantes, remueve los cimientos de una relación de vieja data entre el crimen organizado y la clase política del país.
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«Estamos ante una circunstancia que regularmente han querido minimizar y son los vínculos que tiene parte de la clase política del país con el narcotráfico», dijo ayer el senador Iván Cepeda, del partido de izquierdas Polo Democrático.