Lamine Diack es señalado de corrupción mundial con el deporte. Es uno de los actores claves del sistema de corrupción implantado para cubrir los casos de dopaje en Rusia, está acusado por la justicia francesa de corrupción activa y pasiva, abuso de confianza y blanqueo en banda organizada.
Antilavadodedinero / Iusport
Primer presidente no europeo de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF, actual World Athletics) entre 1999 y 2015, político de talla en su país (alcalde de Dakar de 1978 a 1980, parlamentario de 1978 a 1993), vio cómo su balance y su reputación quedaban manchados en sus últimos años de presidencia.
Considerado como uno de los actores claves del sistema de corrupción implantado para cubrir los casos de dopaje en Rusia, está acusado por la justicia francesa de corrupción activa y pasiva, abuso de confianza y blanqueo en banda organizada.
También ha sido inculpado por corrupción pasiva en la investigación del proceso de atribución de los Juegos Olímpicos de Rio-2016 y Tokio-2020, así como el Mundial de Atletismo de 2017.
Una caída terrible para el exdirigente, que el domingo cumple 87 años, y que en su época de esplendor le gustaba presumir de haber tenido «varias vidas».
Saltador de longitud defendiendo a Francia y luego futbolista (su gran pasión) y entrenador de la selección de Senegal, país independizado en 1960, Diack tuvo después una prolífica carrera en la política y como dirigente deportivo, primero en un ámbito nacional y luego ya internacional.
También fue presidente del Comité Olímpico Senegalés, alcalde de Dakar, parlamentario y vicepresidente de la IAAF, antes de pasar a presidir la organización, por aclamación, en diciembre de 1999, tras la repentina muerte del italiano Primo Nebiolo.
Pero hubo que esperar al último de sus cuatro mandatos para que apareciesen las sospechas de una cultura de la corrupción bien anclada, con ramificaciones familiares: su hijo Papa Massata, exconsejero de marketing de la IAAF, también será juzgado por la justicia francesa por corrupción y blanqueo en banda organizada.
Todo ello restó credibilidad a su obra. Interrogado por estos asuntos en la conferencia de prensa de su adiós en el congreso de la IAAF en Pekín en agosto de 2015, Diack trató de justificar lo injustificable. Ninguno de los otros presentes en la sala, incluido su sucesor Sebastian Coe, salió en su defensa.
– «Se creyó un Robin Hood» –
«Deja una imagen no demasiado buena para el atletismo», admitió a la AFP Bernard Amsalem, presidente de la Federación Francesa (2001-2016) y miembro del Consejo de la IAAF (2011-2019).
«El funcionamiento era muy opaco y creo que se ha visto superado por los acontecimientos. No debería haber dado nunca tantas responsabilidades a su hijo. Otros no lo hubiesen hecho. Está claro que no controlaba nada y que todo esto se le ha escapado de las manos», añadió.
Un extrabajador, interrogado por la policía durante la investigación, pronunció una frase cruel contra el que había sido su patrón: «Creo que Lamine Diack se creyó un Robin Hood, tomar el dinero de los ricos para salvar a los senegaleses, pero ésta es sólo mi opinión».
Pese a todo, Diack puede presumir de haber mundializado el deporte rey olímpico. En el plano financiero, los ingresos por televisión y patrocinios se elevaron en 15 años a más de 1.000 millones de euros (1.131 millones de dólares), aunque los escándalos de corrupción provocaron la pérdida de buena parte de los patrocinadores de la institución.