Los reguladores insisten en recalcar una supuesta relación entre las criptomonedas y las actividades criminales, como si ambos mundos funcionaran en simbiosis. El discurso está manipulado. No son las criptomonedas únicamente, sino el dinero y los bienes materiales en general los que pueden estar relacionados con sucesos delictivos.
La Oficina de Seguridad del Internauta de España (OSI) publicó la semana pasada un artículo sobre las criptomonedas, que perpetúa esta matriz de opinión desinformativa. Bajo el título «¿Sabías que las criptomonedas están involucradas en algunos ciberdelitos?», la institución pretende informar a su lectores sobre esta nueva tecnologías y su funcionamiento.
La publicación define qué son las criptomonedas, sus ventajas frente a otros sistemas de pago e incluso aclara la situación legal de bitcoin en España. El documento finaliza mencionando los posibles riesgos del uso de las criptomonedas, relacionándolas con casos de ransomware, lavado de dinero y tráfico de drogas.
Aunque el contenido del artículo parece querer explicar de forma balanceada los pro y los contra de las criptomonedas, el título y las imágenes utilizadas para difundirlo en las redes sociales resulta capcioso. La institución presenta a las criptomonedas por un caso de uso negativo muy puntual. Es una realidad que ciertos criminales utilizan los criptoactivos para cometer delitos en Internet. Sin embargo, se trata de casos aislados.
El dinero, en todas sus modalidades, es un facilitador y motivador de actividades criminales alrededor del mundo. No se trata de una característica constitutiva de las criptomonedas, las cuales pueden ser utilizadas como carta de presentación. Es un mal que aqueja al sistema financiero en todos sus niveles. No obstante, instituciones como OSI parecen querer recalcar los usos negativos por sobre las ventajas, generando así una matriz de opinión: criptomoneda es igual a delito.
La formación de un prejuicio
La Oficina de Seguridad del Internauta de España no es la primera institución que publica un artículo relacionando a bitcoin con actividades criminales. Los reguladores y expertos en seguridad financiera han perpetuado este discurso con el pasar de los años, considerando que las criptomonedas facilitan el lavado de dinero y el financiamiento al terrorismo.
Por ejemplo, en el año 2017 el Senado de los Estados Unidos abrió una investigación para estudiar si los terroristas utilizaban las criptomonedas para financiar sus actividades. James Comey, ex-director del FBI, también declaró que el uso de bitcoin puede complicar las labores de investigación de los organismos de seguridad. La Europol ha señalado en varias ocasiones el uso de las criptomonedas en delitos cibernéticos, subrayando su creciente popularidad.
Las preocupaciones no son en vano. Las criptomonedas son una tecnología financiera emergente, que todavía no posee una regulación especifica en la mayoría de los países. Debido a ello, existen muchos casos de estafa, phishing y extorsión relacionados con bitcoin hoy en día, auspiciados en gran medida por la falta de leyes e información.
El sonado caso de venta de drogas a cambio de criptomonedas, Silk Road, conformó un precedente difícil de borrar en la memoria de los reguladores. Los ataques WannaCry y Petya en el 2017, los cuales generaron perdidas multimillonarias, también extremaron las alertas en la sociedad. Asimismo, la Europol ha calculado que 5,5 millones de dólares han sido lavados en Europa por medio de criptomonedas.
El efectivo es el rey
Con lo anteriormente expuesto, algunos usuarios y expertos pueden considerar que las pruebas hablan por sí solas y que existe una clara tendencia en el uso de las criptomonedas para fines delictivos. Sin embargo, recientes investigaciones refutan esta premisa.
La Comisión Europea demostró que las criptomonedas no son un instrumento delictivo al servicio de terroristas y criminales. Asimismo, recientemente los investigadores de Messari señalaron que los dólares son utilizados 800 veces más en casos de lavado de dinero que bitcoin. Por su parte, Yaya J. Fanusie, asesor de la NSA, afirmó que aunque las criptomonedas sí se ven involucradas en ventas de drogas y lavado de dinero, el dinero fiduciario circula en el mercado negro con mayor frecuencia.
Las monedas de curso legal en efectivo siguen siendo las preferidas por los criminales, según registros de la Europol y declaraciones del economista Ken Rogoffs.
El efectivo es difícil de rastrear, ya que se intercambia persona a persona sin dejar registros en ninguna plataforma. Los expertos tienen que realizar una exhaustiva investigación con cámaras de seguridad, placas de automóvil o documentos personales para poder monitorear su movimiento. Aunque tampoco es sencillo revelar la identidad de un usuario en bitcoin u otras blockchains públicas, sí se puede acceder al registro de transacciones de una dirección y rastrear su procedencia.
Sobran los ejemplos de cómo el dinero en efectivo penetra en el mundo de los criminales, ya que este tipo de hurto está normalizado a diferencia de los relacionados con bitcoin. Por ejemplo, los hackers Carbanak realizaron, entre los años 2013 y el 2015, uno de los robos más grandes de la historia recogiendo dinero en efectivo de cajeros automáticos alterados. Asimismo, en Venezuela los robos callejeros disminuyeron debido a la falta de efectivo. La compra de drogas, la prostitución y el tráfico de personas comúnmente se paga en papel moneda de curso legal.
Acabar con la desinformación
El problema no es si bitcoin es utilizado para fines ilegales, sino que todo tipo de dinero o bien con valor puede verse involucrado en actividades delictivas. El dinero mueve a los criminales, por lo cual ninguna alternativa monetaria puede estar exenta de caer en el mercado negro.
Mi objetivo con este artículo no es señalar si el dinero efectivo, bitcoin, el oro o las propiedades privadas son más o menos usadas por criminales. La finalidad es acabar con la desinformación y el discurso manipulador de que las criptomonedas son el único vehículo para realizar ilegalidades.
Los reguladores, expertos y usuarios debemos sincerarnos con las nuevas tecnologías, comprendiendo sus funciones y alcances. El hecho de que los criminales hoy en día estén robando bitcoin o minando en computadoras ajenas, solo comprueba que las criptomonedas son dinero.
Debido a ello, existirán siempre usuarios que usen las criptomonedas en la legalidad y otros en el delito. Hay que acabar con el discurso que sataniza a las criptomonedas, para así poder acercarnos a una postura educativa y regulatoria que promueva su uso legal, con el menor impacto negativo posible.