Lima se ha convertido en parada del contrabando, que ocurre por el muelle del Callao y por el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. La mercancía incluye desde ropa, alimentos hasta combustibles y medicinas, contratando a delincuentes para evitar la intervención de Aduanas.
Las unidades de lucha contra el contrabando de la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria la llaman estos grupos ‘serpiente’ porque es formada por un convoy de hasta 15 camiones alineados tras un vehículo guía o, y un grupo de avanzada conformado por delincuentes que tienen la misión de impedir que los agentes de Aduanas inmovilicen los cargamentos.
Dentro de las rutas que se emplean se han identificado las siguientes: Desde Iquique, a través de Tilali (Ancco Ancco), Ninantaya y Rosasplata, hasta Moho y luego hasta Juliaca. Desde Desaguadero, a través de Pomata, Juli y Juliaca, hasta Cusco y Lima. Y desde Desaguadero hacia Tacna, a través de Mazo Cruz y Tarata.
El jefe de la División Anticontrabando, Giovanni Guisado Zuloaga, refiere que otras modalidad son el llamado ‘paso hormiga’ y el ‘ruleteo’, muy extendidos sobre todo en la zona sur. El primero consiste en reclutar mujeres del lugar ingresen cargamentos de ropa y pequeños enseres.
El segundo ‘ruleteo’ consiste en emplear varias veces un mismo documento legal para sustentar mercadería de contrabando comprada en la zona «mezclan en sus negocios productos legales con mercadería ilegal, aprovechando que en las guías de remisión no figuran los números de serie y pueden pasar un producto por otro».
A pesar de estas modalidades los miembros de la Unidad de Control de Aduanas alcanzaron recaudar hasta septiembre 3 mil 550 intervenciones a nivel nacional y más 13 millones de dólares en mercadería incautada.
La República