En una rueda de prensa en Bogotá, a donde regresó procedente de Roma donde se reunió con el papa Francisco, la monja Narváez contó que cuando la secuestraron un hombre le puso “cadenas en los pies, me amarró de un árbol y me dijo: ‘aquí te quedas y se fue con su teléfono satelital’”.
Antilavadodedinero / Pulzo
“Me amarraron una especie de bomba en el cuello y me dijeron que me quedara callada”, dijo sobre otro momento crítico del secuestro.
“En este tiempo cambiaban los jefes cada mes, dependiendo del peligro que corrían, sí veían drones que los cercaban o helicópteros o aviones”, aseguró.
Narváez afirmó que los diferentes captores siempre le decían que “el Islam es nuestra religión” y que ella era “un perro de iglesia”, y “con palabras muy duras seguían insultándome. Yo no respondía nada”.
“En todo momento me mantuve serena, no decía nada con mucho respeto a los grupos y su religión”, aseguró, pese a que “todas las cosas” se las arrojaban en lugar de entregárselas en las manos.
También contó que en los últimos meses de su cautiverio vivió un momento de preocupación porque las autoridades tenían cercado al jefe que estaba a cargo de ella y que se escuchaban gritos, bombas: “no sabía si eran personas que estaban torturando, nunca supe qué pasó con ellos“.
Finalmente expresó cómo fue su liberación, que terminó con una reunión con el presidente interino de Mali, Assimi Goita, y también como hizo tres intentos fallidos de escape que terminaron con palizas que le propinaron sus secuestradores e incluso en una ocasión la abandonaron a su suerte en el desierto durante tres días.