Los Legionarios de Cristo no acostumbran a hablar de dinero. Dentro de esta congregación católica, una de las más ricas del mundo, son pocos lo que conocen la dimensión de su imperio económico. Los Papeles de Pandora, la última filtración a la que ha tenido acceso el Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), abren una ventana a las finanzas del cielo: las altas esferas de la orden religiosa han desplegado en la última década una opaca red de fideicomisos y empresas subsidiarias que opera desde un paraíso fiscal sin dejar rastro de quién está detrás. Sacerdotes y empresarios cercanos a la institución crearon entre 2010 y 2011 un intrincado esquema que en pocos años acumuló más de 295 millones de dólares (254 millones de euros) en activos con inversiones en sectores como el inmobiliario, el tecnológico o el petrolero. La congregación admite haber creado parte de la estructura para “recibir donaciones”, pero rechaza tener control sobre los fideicomisos utilizados para invertir en una treintena de empresas.
Antilavado de Dinero / El País.
La millonaria estructura financiera fue creada durante la intervención del Vaticano hace una década. Los escándalos por abuso sexual y la opacidad de las finanzas de los Legionarios de Cristo habían estado macerándose durante años como un cóctel explosivo que finalmente había estallado. Los titulares de los periódicos de todo el mundo se acumulaban por decenas. Tenían que limpiar la casa y, en julio de 2010, el papa Benedicto XVI inició una investigación. El elegido para la misión fue el cardenal Velasio de Paolis, entonces responsable de las finanzas vaticanas y hombre de confianza del Pontífice. Debía sanear la congregación y poner en orden un enorme patrimonio económico. El proceso duró dos años y medio, y el informe final prometía la renovación de la institución. Los Papeles de Pandora revelan ahora cómo, mientras presumían de tener la casa limpia, montaron un esquema para absorber dinero a través de tres fideicomisos en Nueva Zelanda. Un destino regular para aquellos que buscan evadir impuestos sobre la riqueza.
El 6 de julio de 2010, tres días antes del nombramiento público de De Paolis, cuando el Papa ya había notificado internamente a la institución religiosa el nombre del interventor, la congregación abrió un fideicomiso irrevocable (un tipo de estructura que no se puede modificar ni rescindir sin el permiso del beneficiario, en este caso, los Legionarios de Cristo). La entidad, llamada The Retirement and Medical Charitable Trust (Fideicomiso Caritativo Médico y de Jubilación, RMCT), estaba diseñada para “recaudar donaciones y hacer inversiones” y, con ese dinero, “asistir financieramente a miembros retirados, afectados mentalmente, o heridos en algún accidente”, de acuerdo con el acta de creación. Detrás de la fachada benefactora, sin embargo, se erigía una estructura formada por otros dos fideicomisos que invertía millones de dólares cada año en una cartera demasiado exótica para una congregación conocida por su doctrina ultraconservadora.
La apertura de RMCT en un paraíso fiscal desmiente las promesas lanzadas por los Legionarios de Cristo en 2017. Tras la revelación de otro entramado en paraísos fiscales en los Paradise Papers, la congregación había asegurado que ya no contaban con ese tipo de arquitectura financiera, sino que era algo propio de los tiempos de Marcial Maciel, el fundador con múltiples denuncias de pederastia que falleció en 2008. “Hoy la Legión de Cristo no tiene compañías offshore [en paraísos fiscales] ni tiene recursos en compañías offshore”, afirmó entonces el portavoz global, Aaron Smith. “Fueron creadas cuando el padre Marcial Maciel era administrador general, y luego fueron cerradas”, agregó.
El fideicomiso RMCT se nutría de otros dos, establecidos también en Nueva Zelanda con el mismo agente y bajo la misma dirección que el primero. El histórico arquitecto de las finanzas legionarias, el sacerdote mexicano Luis Garza Medina, y dos de sus hermanos empresarios abrieron el 15 de noviembre de 2011 Salus Trust y AlfaOmega Trust, dos fideicomisos que se utilizaban para invertir en cientos de proyectos en todo el mundo. En esa estructura inyectaron millones de dólares que, según explican, provenían de “una herencia familiar”. De acuerdo con las actas de creación, ambos contaban con 100 dólares de capital inicial y los fondos incorporados posteriormente consistían en “transferencias bancarias” de dinero en efectivo y posiblemente acciones del grupo empresarial mexicano ALFA, fundado por la familia de Garza Medina.
Pese a que aseguran que el dinero inicial inyectado en estos fideicomisos era propio, los millonarios beneficios que generaban las inversiones iban a parar a RMCT, el fideicomiso de la congregación religiosa. Al tratarse de dos estructuras irrevocables, los activos son inaccesibles para todos, excepto para el beneficiario, en este caso, los Legionarios de Cristo. El protector de las entidades, una especie de vigilante que controla al administrador con el fin de proteger los activos, era el mexicano Alejandro Páez Aragón, cuñado de Garza Medina y miembro del Regnum Christi, el movimiento laico de la congregación. Su sucesor era Evaristo Sada Derby, uno de los históricos sacerdotes de la Legión. Sada ha asegurado que nunca tuvo “ningún rol activo” en AlfaOmega y Salus, y que fue removido como parte de la estructura en 2014. Páez Aragón fue contactado por su participación en este esquema, pero no ha respondido.
Consultada sobre esta estructura fiscalmente opaca, la orden religiosa ha justificado la creación de RMCT por tratarse de “un instrumento legalmente establecido”. Pero rechazó ser propietaria o tener control de AlfaOmega y Salus, donde no hay rastro directo de la institución, sino solo de sus miembros. “Sería incorrecto atribuir cualquier decisión, inversión o actividad de estos fideicomisos a la congregación”, ha dicho el portavoz de la institución. Para los Legionarios de Cristo, los millonarios beneficios que reciben desde hace una década de los fideicomisos de Garza Medina son una generosa contribución sobre la que ellos no tienen gerencia. “No es poco común que miembros [de la orden religiosa] y sus familias decidan libremente dar donaciones a la congregación o a otras causas religiosas y de beneficencia”, ha dicho Smith.
Pese al empeño en separar el fideicomiso RMCT de los otros dos, los más de mil correos, contratos, registros financieros o propuestas de inversión que forman parte de esta investigación establecen lazos directos entre las estructuras. Por ejemplo, el fideicomiso de los Legionarios de Cristo presentó un formulario el 6 de noviembre de 2018 ante la Agencia Tributaria de Nueva Zelanda en el que reporta que el despacho Aspen Trust, en nombre de AlfaOmega, es uno de los que ha constituido RMCT junto con la congregación. La ley local establece la obligación de reportar acuerdos económicos y distribuciones recibidas. Bajo esa medida fue que RMCT presentó otro formulario ante la misma agencia en el que informaba de la recepción de 605.690 dólares (522.232 euros), por parte de AlfaOmega el 26 de enero de 2017, transferencia que quedó registrada en el informe financiero de ese año.
No está comprobado si el Vaticano sabía de estos fideicomisos en Nueva Zelanda. Los Legionarios de Cristo han explicado que “las instituciones religiosas no tienen la obligación de enviar información detallada al Vaticano sobre la organización o decisiones financieras internas”. La Santa Sede, por su parte, declinó responder las preguntas, pero aclaró en un escueto mensaje que la intervención que realizaron “se centró principalmente en la figura del fundador y la estructura de la congregación”.
Las inversiones: de pollo frito a bienes raíces
A partir de la creación, el monto de dinero dentro de la estructura basada en estos dos fideicomisos creció a una velocidad vertiginosa. Para 2017, seis años después de su creación, AlfaOmega contaba con activos por 148 millones de dólares (127.583.353 euros) y Salus, por unos 147 millones. El dinero fluía a través de cuentas en cuatro bancos suizos hacia inversiones principalmente en América y Europa. Lo hacía por medio de dos compañías radicadas en Reino Unido: AOG Investments y LUS Investments, encargadas de llevar adelante las operaciones comerciales.
Dónde y cuándo colocaban el dinero estaba determinado por las recomendaciones de la empresa española Proaltus Capital, que operaba como el agente inversor de los fideicomisos. Las apuestas financieras incluyen desde proyectos petroleros en el Caribe hasta propuestas de desarrollo de tecnología biomédica. Para 2019 habían invertido al menos 59,2 millones de dólares (51.029.536 euros) a través de las dos subsidiarias, según reportaron ante el registro comercial británico.
Un millón de dólares, por ejemplo, fue invertido en franquicias de Kentucky Fried Chicken, la cadena estadounidense de pollo frito. Sin embargo, gran parte del dinero se utilizó para comprar propiedades residenciales en una decena de ciudades de Estados Unidos. Muchas de las empresas que recibían inversiones de esta estructura fiscalmente opaca conocían el origen de los fondos. Aspen Trust, la compañía que administraba los fideicomisos, enviaba correos a los posibles destinatarios de inversiones en los que afirmaba que el beneficiario de AlfaOmega o Salus, según qué fideicomiso usaran para la transacción, era RMCT, que a su vez había sido creado por los Legionarios de Cristo.
Todas las propuestas de inversión quedaban registradas en resoluciones que emitía Aspen Trust. El 5 de junio de 2013, por ejemplo, reportaron una propuesta para invertir 800.000 dólares en Cordea Savills, un fondo de desarrollo inmobiliario en Londres. El 8 de mayo de 2015, la propuesta de inversión fue de 750.000 dólares para el desarrollo inmobiliario Barrington Place en Florida. Ese mismo día, Aspen emitió una resolución para poner 750.000 dólares en Optimum Europe, un proyecto de renovación de transportes europeos.
La millonaria estructura no parece diseñada para beneficiar a los miles de miembros de la institución, sino a unos pocos, aquellos considerados consagrados. Para llegar a esa categoría se necesita una fidelidad y una entrega superior al resto, explica el exlegionario Erick Escobar. En la escala de la consagración existen tres niveles, dice. “Si eres de primer grado, te pedirán que aportes económicamente a la casa local. Si eres de segundo grado, te pedirán que pongas tus bienes a disposición del Regnum Christi o de la Legión, algunos incluso nombran administradores de sus bienes a Legionarios de Cristo. Si eres de tercer grado, dejas a tus padres, tu profesión, tus bienes y te vas a vivir a las casas de los consagrados del Regnum Christi”.
Esta política hacía que el patrimonio de grupos adinerados de México, históricos benefactores de la congregación, terminara fusionándose con el dinero de la orden. Es el caso del arquitecto de las finanzas de los Legionarios de Cristo. Descendiente de una de las familias más prominentes del norte mexicano y heredero de una de las fortunas más grandes del país, Luis Garza Medina destacaba dentro de la congregación por su inteligencia y habilidad con los números. Era parte del círculo más cercano a Marcial Maciel y desde su posición construyó una estructura económica tan rentable que le dio a la organización el poder para comprar el silencio del Vaticano durante décadas. El papa Juan Pablo II ignoró durante años las cientos de denuncias que llegaban a su mesa contra el fundador de la orden, uno de sus predilectos gracias a las cuantiosas donaciones que repartía dentro de la curia.
El conglomerado ALFA, un enorme grupo empresarial de México que se dedica principalmente a la industria petroquímica, fue fundado por la familia Garza Medina a inicios de los años setenta en el Estado de Nuevo León. Décadas después, el límite entre la fortuna familiar y el dinero de la congregación se volvió muy difuso. En una carta enviada por Garza Medina en 2013 a Aspen Trust, el sacerdote exigía que de los cuatro protectores de los fideicomisos se eligiera siempre a un legionario, a una persona del Regnum Christi y a dos miembros de su familia.
“En la Legión, cada miembro continúa siendo propietario de sus posesiones, pero tiene que poner a alguien más a cargo de la administración”, ha justificado el portavoz de la congregación. Aunque no es el caso de los Garza Medina, que no tienen acceso al dinero que han inyectado en la estructura fiscalmente opaca. “Los activos han sido donados irrevocablemente a los fideicomisos y, por lo tanto, la familia no tiene acceso a ellos”, ha explicado John Lovallo, el vocero de los Garza Medina.
Con la intervención de De Paolis en 2010, muchos legionarios que habían formado parte del círculo cercano de Maciel, como Garza Medina, fueron desplazados de los cargos clave. Tras su salida, el esquema financiero de RMCT se acomodó con nombres nuevos. La mayoría de los sacerdotes elegidos por De Paolis para encabezar la nueva era de la congregación en la vida pública tomaron también el mando de las finanzas en paraísos fiscales. Un documento de Aspen Trust data la salida de Garza Medina como fideicomisario de la entidad en 2012. En su lugar detalla la entrada del sacerdote alemán Sylvester Heereman, quien se convirtió en director de la congregación aquel año.
El poder que había amasado Garza Medina dentro de los Legionarios de Cristo era tal que aún hay dudas sobre su actual papel dentro de las finanzas. Su hermana, la periodista mexicana Roberta Garza Medina, asegura que nunca dejó de tener el mando de las cuentas. “No puede ser destituido. Él sabe dónde están los fondos, él tenía la firma para acceder a esas cuentas. La mayoría de los activos no están a nombre de la Legión, sino a nombre de los prestanombres de mi hermano. No le pueden quitar eso”. Solo después de la muerte de Luis Garza Medina y su hermana Paulina, también parte de la congregación, los recursos de los fideicomisos serán totalmente entregados a los Legionarios de Cristo, detallan algunos documentos.
En la Iglesia católica, donde el simbolismo siempre encuentra habitación, los legionarios eligen las palabras con mucha precisión. “De alfa a omega” es un sinónimo de eternidad, explica el exlegionario Erick Escobar. “Significa que Cristo es eterno, que vivirá por siempre”. Otros lectores de la Biblia interpretan la unión entre la primera y la última letra del abecedario griego como la eternidad de Dios. Resulta paradójico que la estructura fiscalmente opaca que alimentó durante las últimas dos décadas las finanzas de los Legionarios de Cristo haya sido bautizada con las mismas letras: las que representan la eternidad.