El lenguaje y las imágenes que muestra el fragmento del Evangelio de este domingo (Lucas 21,25-28.34-36) no son para acobardarnos e infundirnos miedo y angustia, sino para leer la realidad presente tan caótica como la guatemalteca y darnos esperanza y capacidad de resistencia, al mostrarnos que los imperios de este mundo o cualquier estructura de poder opresora y deshumanizante caerán; mientras el triunfo del Hijo del Hombre que encarna el proyecto de Dios portador de vida auténtica irrumpiendo en la historia, se consolidará, dejando su huella de ternura y esperanza en toda sociedad, particularmente aquellas maltratadas y humilladas, como la nuestra, por quienes ejercen el poder de modo infame y despiadado.
Antilavado de Dinero / Prensa Libre.
Además, nos exhorta a vivir alertas, en actitud vigilante y de esperanza activa para no desmayar ni claudicar frente a las tretas de las dictaduras que en toda sociedad son violentas, como lo demuestra la historia de nuestro país hasta el régimen de hoy. Es una llamada a todos para estar atentos a “los signos de los tiempos” y saber discernirlos como caminos nuevos que se abren para construir vida digna y dar esperanza a un pueblo oprimido y agotado por el despojo histórico al que ha estado sometido. En un país como el nuestro, que muestra un escenario de desesperanza, el texto bíblico es clave, pues el desaliento existencial y social lo provocan quienes ejercen el poder de modo autoritario y abusivo, desde las estructuras de una república, como son el Ejecutivo, Legislativo y Judicial, hasta el Ministerio Público, el Tribunal Supremo Electoral, pasando por las Cámaras Empresariales, las organizaciones y fundaciones de una ultraderecha conservadora, racista y discriminadora.
Estos sistemas político-económicos fundamentados en la mentira, la violencia y la injusticia “se bambolearán”.
Estas instituciones y otras más se han aliado en un pacto procorrupción e impunidad alentado por quienes las dirigen y las integran, formando un cáncer metastático o de estadio 4, generado por el régimen opresor portador “de angustia y de miedo por el estruendo de las olas” del mal que golpean el corazón de los ciudadanos más vulnerables y empobrecidos y va destruyendo el cuerpo social. También, entre nosotros, “la gente muere de terror y angustia”, no solo por la pandemia del covid-19, sino por esa otra pandemia provocada por quienes gobiernan este país, que es más letal que el cáncer, al generar empobrecimiento, favorecer la injusticia y obstaculizar el desarrollo integral de los pueblos.
Estos sistemas político-económicos fundamentados en la mentira, la violencia y la injusticia “se bambolearán” y caerán como signo de que “la liberación” está irrumpiendo desde el corazón de los ciudadanos, desde el dinamismo de la organización social y de los pueblos que pujan por una democracia más auténtica y el derecho al “buen vivir”. Ese orden social injusto sostenido por esta gente que no merece estar en esas instituciones caerá por lo podrido que está y por el daño irreparable que le hacen a la Nación. Ellos pretenden provocar “miedo”, pero no lo lograrán; al contrario, desatan energías nuevas y capacidad de resistencia como señal de “que se acerca la hora de la liberación”.
Pero, si nos plegamos a ese régimen injusto y carente de legitimidad y no reaccionamos como debe ser en este momento histórico, correremos la misma suerte, y la llegada de Jesús, el “Hijo del Hombre”, no será para nosotros fuerza liberadora. Como es un régimen feroz, toca arriesgar para desafiar sin miedo la criminalización, la persecución y la muerte como estrategia que implementan estos cobardes que usurpan el poder. También toca estar en resistencia comunitaria con dignidad, pero sobre todo hay que andar con cuidado, de modo que no se nos “embote la mente” con la propaganda falsa y su política engañosa.
Hay que estar despiertos y pedir en la oración la fortaleza en cada momento para escapar de sus estrategias perversas y mantenernos de pie con dignidad.
Por: Víctor Manuel Ruano.