Jean-Christophe Salles, CEO Latam de Ipsos, aportó su visión sobre la realidad de la región: “Si en 2022, sólo el 20% de los latinoamericanos creían que sus países iban en la dirección correcta, en 2024, esa percepción mejoró al 40%”.
América Latina enfrenta una dualidad en su percepción: mientras que los titulares internacionales destacan problemas como la violencia, corrupción y desigualdad, la región muestra progresos significativos en áreas como percepción ciudadana, economía y reducción de la pobreza. Este análisis de las diez principales tendencias sociales, respaldado por datos de Ipsos y otras organizaciones internacionales, intenta proporcionar un panorama de los desafíos y avances en la región mirando a 2025.
Si en 2022, solo el 20% de los latinoamericanos creían que sus países iban en la dirección correcta, en 2024, esa percepción mejoró al 40%, alcanzando la media global. Países como México, Brasil y Argentina lideraron este cambio positivo, mientras que Perú y Chile permanecen rezagados con altos niveles de insatisfacción ciudadana.
1. Violencia y Criminalidad: América Latina sigue siendo la región más violenta del mundo, representando el 40% de los homicidios globales pese a contar con solo el 9% de la población. La expansión del crimen organizado está incrementando la preocupación de los ciudadanos y más de 50% de los latinoamericanos percibe que la violencia se incrementó en sus barrios durante los últimos doce meses. Esta es la primera preocupación en la región.
2. Corrupción y Confianza Institucional: La corrupción sigue siendo un problema persistente, socavando la confianza en las instituciones democráticas. En 2023, menos de un tercio de los latinoamericanos se declaraban satisfechos con la democracia. Pero comparando con otros grandes países, hoy hay más estadounidenses o ingleses que perciben su sistema como fracturado que brasileros o mexicanos.
3. Migración y Globalización: La crisis migratoria venezolana ha impactado significativamente a Colombia, Perú y Chile. Pero la preocupación por la inmigración sigue siendo más baja en América Latina (exceptuando a Chile) que, en Estados Unidos o Inglaterra, y los latinoamericanos tienen una visión positiva de la globalización, destacándose como una de las regiones más abiertas a esta dinámica.
4. Desempleo e Informalidad: La informalidad laboral es un problema estructural que afecta al 48% de la población trabajadora, exacerbando las desigualdades y limitando el desarrollo económico. Pero las tasas de desempleo siguen relativamente bajas, siendo inferiores a 8% en todos los grandes países menos Colombia.
5. Inflación y Resiliencia Económica: La inflación fue históricamente uno de los grandes temas macroeconómicos de la región. Pero hay que reconocer que fue muy bien controlada después de la pandemia, mostrando una buena resiliencia de las instituciones y en particular de los bancos centrales. Hasta en Argentina hoy hay menos preocupaciones por la inflación que por el desempleo o la pobreza.
6. Pobreza y Desigualdad: Aunque las tasas de pobreza y de desigualdad siguen siendo altas, nunca hubo tan pocos pobres en la región como hoy. Pasamos de 260 millones en 2020 a casi 160 millones en 2023, menos que en 2019, antes de la pandemia, en particular debido a una reducción importante en Brasil y México gracias a programas sociales efectivos.
7. Educación: La región enfrenta rezagos en acceso y calidad educativa, especialmente en áreas rurales. Pero el gasto público en educación ha aumentado y la mayoría de los ciudadanos reconocen que la educación mejoró en comparación con cuando ellos estaban en la escuela, en todos los grandes países de la región menos en Argentina.
8. Salud y Envejecimiento: La cobertura sanitaria ha mejorado, pero el envejecimiento poblacional representa un desafío creciente. En los próximos 20-25 años la población mayor a 65 años se va a duplicar, aumentando la presión sobre los sistemas de salud y pensiones, pero aliviando el tema educativo. Por otro lado, la salud mental se está volviendo un tema critico en la región y en particular en Chile.
9. Cambio Climático: Aunque la preocupación por el cambio climático es menor en comparación con temas económicos y de seguridad, hay una predisposición alta de los ciudadanos por cambiar sus hábitos y el 73% pide a sus gobiernos hacer más para luchar contra el cambio climático.
10. Transformación social: La región muestra una mayor apertura a la diversidad LGBT+ y avances en igualdad de género (55% de los estudiantes universitarios son mujeres, 15 puntos más que hace 15 años), así como una postura favorable hacia la tecnología (por ejemplo 59% de los latinoamericanos se declaran entusiasmados por la AI en comparación con 39% de los franceses o 34% de los estadounidenses).
Conclusión: En un mundo en policrisis, marcado por el cambio climático, aceleraciones tecnológicas, conflictos militares, tensiones geopolíticas, desglobalización, envejecimiento de las populaciones, crisis del costo de la vida, etc. puede haber oportunidades para América Latina.
En un momento donde la población mundial se prepara a caer, con 36 países que ya están decreciendo, América Latina resiste mejor este proceso. Y con las sociedades globales cada vez más diversificadas (género, aspiraciones, modo de vida, etc.) América Latina lidera el cambio con su apertura y diversidad.
En un contexto de aceleración tecnológica, América Latina se presenta muy abierta al cambio y sabe mostrar sus capacidades de rápida adopción. Con el cambio climático como una prioridad global, los latinoamericanos están dispuestos a cambiar su estilo de vida.
En un mundo cada más marcado por varios conflictos militares y tensiones geopolíticas, América Latina aparece más “tranquila”. Además, la pobreza está bajando, logrando sus menores niveles históricos, sobre todos en Brasil y México. Las instituciones son más resilientes de lo que se suponían, la solidez de los bancos centrales en el manejo de la inflación son un buen ejemplo.
¿Está todo bien en América Latina? Claro que no. El crimen y la violencia (particularmente el crimen organizado) siguen siendo una preocupación mayor que impacta los ciudadanos, los consumidores y la economía en general; la informalidad del empleo perpetúa la pobreza y limita el desarrollo económico; el crecimiento sigue siendo demasiado bajo para sostener inversión adicional en educación o en salud.
No está todo bien en América Latina, pero tampoco está todo mal, y es momento de empezar a ver el vaso no solo medio vacío, sino también medio lleno… Si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo hará?